El faro de la isla de El Hierro dirige sus destellos hacia la inmensidad del océano en dirección a América. Era la última tierra conocida cuando en Europa se pensaba que el planeta era una superficie plana, pero desde que se supo de la existencia del Nuevo Continente vio pasar muchas ilusiones.
El 25 de septiembre de 1933 el torrero Carmelo Heredia encendió por primera vez el faro de Orchilla, ubicado en el extremo más occidental de la que se conoce como Isla del Meridiano. La razón para este bautismo es que por el mismo lugar, que mira al aparentemente infinito océano, pasaba una línea imaginaria uniendo los dos polos en los mapas del mundo a partir del siglo II de nuestra Era. Ese meridiano cero y esa isla eran la referencia cartográfica y física, respectivamente, más allá de donde no se podía pasar, pues era la parte desconocida de la Tierra y se temían las peores consecuencias: espantosos monstruos marinos, una gigantesca cascada final por donde caería irremisiblemente quien la sobrepasara… El Hierro era, en definitiva, el límite del fin del mundo. El descubrimiento por Europa de que existía América, en 1492, tras el viaje de Cristóbal Colón, fue el inicio del fin de un meridiano cero que pasaba por Orchilla. El poderoso imperialismo británico, con su bandera ondeando en todos los continentes algunos siglos después, consiguió trasladarlo en el XIX hasta hacerlo pasar por Greenwich.
El edificio del faro lo quiere convertir el Cabildo de El Hierro en museo del Meridiano Cero./ Y. M.
La punta de Orchilla ha sido, desde 1933, referencia para la navegación y los destellos de su faro la última luz que veían los emigrantes (canarios y de otras procedencias) rumbo a América, al intentar hacer cumplir sus sueños e ilusiones de prosperidad. Desde su automatización, el edificio del faro (con un expediente en curso para declararlo Bien de Interés Cultural por parte del Ministerio de Cultura) alberga un complejo de habitaciones en forma de U que fueron vivienda y talleres y ahora están vacíos. En un proyecto que se viene gestando desde hace más de una década y en la actualidad se le están reformando y actualizando algunos contenidos, el Cabildo Insular de El Hierro quiere convertirlo en museo y centro de interpretación de aquel primer Meridiano Cero, con sala de congresos y conferencias para eventos científicos./ Yuri Millares
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La Cruz del Emigrante y el faro de Orchilla./
Y. M.
ESCRITO EN PIEDRA
Un problema bastante gordo
Carmelo Heredia Olmos y Rafael Medina Romero (de Cartagena y Las Palmas de Gran Canaria y con apenas 20 y 22 años, respectivamente) fueron los primeros torreros destinados al faro de Orchilla en 1933. Llevaba tres años construido, equipado y sin habitar. “Llegamos y como aquello llevaba tiempo montado y no había funcionado nunca, nos encontramos con un problema bastante gordo: no daba la característica”, relata Heredia. Debía producir un destello blanco cada cinco segundos y no lo daba. “El de Orchilla tiene su característica como el de Anaga tiene la suya y el navegante distingue inmediatamente el sitio en que se encuentra”, explica. Por fin, lo consiguieron el 25 de septiembre, un mes después de llegar, y le correspondió a Heredia encenderlo. Allí vivió muchos años, allí vio la isla de San Borondón reflejada en el horizonte una mañana mágica y allí vio llegar otra mañana angustiosa a los tripulantes del buque británico Dufield, hundido por un submarino alemán./
Y. M.</STRONG>
http://www.rutaarchipielago.com/dici...onio.shtml.htm
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