5. La invasión marroquí y la evacuación (noviembre 1975)
E. G. B., profesor
Los soldados españoles, más o menos sin tener ni idea de la situación política, a finales de octubre de 1975 fueron enviados a la frontera con Marruecos, que parecía poco segura; se colocó alambre de espinos y minas para retener una posible invasión. Mientras tanto, lo supimos después, el ministro Arias Navarro y Hassan II se habían puesto de acuerdo, bajo presión de fuerzas interiores españolas con fuertes intereses en Marruecos. Se negoció la retirada de España, y al final de la reunión se difundió una orden para todos: España tenía que irse, sin reaccionar de ninguna forma. A nosotros nos tocó evacuar precipitadamente: el Frente Polisario, que se había ido organizando en el exterior, entró a toda prisa para asegurar que los saharauis se libraran de la masacre y de la violencia de la invasión. En Guinea Ecuatorial, en Ifni en 1958, el comportamiento de España fue siempre el mismo: una fuga precipitada. Y nosotros, los emigrantes, nos vimos teniendo que gestionar la ruina, la pérdida de todos los bienes y del trabajo, la de nuestras casas.
En mi opinión, quedaron bien pocos saharauis en Villa Cisneros y en El Aaiún, porque me parece que la mayoría no vivía en las ciudades.
R. E., ama de casa
No nos habían dicho oficialmente nada a propósito de la Marcha Verde: supimos por la televisión y por la radio, que seguíamos desde nuestras casas aterrorizados, que Marruecos estaba invadiendo la frontera norte, que España estaba de acuerdo y que se estaba retirando, y que nosotros no debíamos reaccionar.
Se trataba de obedecer sin pensar en oponerse, sin pensar en nada, mientras los tanques de nuestras fuerzas armadas, dando vueltas por la ciudad como locos, aplastaban las aceras y toda la policía estaba en estado de alarma, sin saber qué hacer.
B. C. B., militar en el Sáhara
Para mí, la Marcha Verde fue una verdadera pantomima por parte de España, un engaño ante la opinión pública nuestra, de los españoles, y la de los saharauis.
Todo estaba preparado. Yo, que volvía a España el 17 de noviembre, me enteré tres o cuatro días después de que mis compañeros de mili se habían encontrado en esta situación: por una parte, el ejército marroquí (cosa distinta a los pacíficos habitantes del lugar con sus familias), y por el otro el Frente Polisario; en medio, el ejército español. No se sabía si había que disparar contra uno o contra otro. Los últimos españoles que dejaron el Sáhara fueron personas de Fuerteventura que tenían orden de poner bombas en las minas de fosfatos de Cabeza Milaya.
I. G., secretaria
De pronto fue una merienda de negros, la forma como se presentaron los acontecimientos; la gente huía, cayéndose por las escaleras literalmente, con la angustia de irse. Si hablara, le digo una cosa, aquello fue una venta...
P. B., mecánico
La evacuación fue una cosa terrible, una completa desorganización. Cada uno hacía lo que podía, no había instrucciones de ningún tipo por parte de las autoridades. Es cierto que antes del final, los españoles habíamos preguntado al Gobierno qué hacer en caso de peligro, pero no hubo respuesta ninguna, o en el momento necesario nadie encontró los documentos, que en la confusión habían desaparecido. El hecho es que la gente se precipitó a las playas para embarcar a sus familias, y encontraron que los anfibios preparados por el ejército tenían hasta vías de agua.
Una verdadera vergüenza. Piense que la mayoría de los paquetes que fueron expedidos hacia la patria, acabaron por transportarse a Las Palmas, a causa de la desorganización del momento.
J. R. H., mecánico
La España de 1975 se comportó bastante mal con los saharauis, pero no lo hizo mejor con los canarios, pobres de nosotros, que habíamos ido al Sáhara a ganarnos un pedazo de pan. Creo que hubiera habido que contar más con los españoles del Sáhara, y no ceder a las pretensiones de Marruecos. Cierto, la confusión del momento histórico era grande, todo estaba cambiando a la vez, se ponía todo en discusión. España no sabía qué hacer.
R. R., mecánico
Al irse España, los saharianos perdieron su tierra, incluso algunos desgraciados lo perdimos todo. Yo recibí como indemnización 23.000 pts., y perdí la casa y la tierra, que era de lo que vivía. Pero, ciertamente, hubo ricos que encontraron la manera de sacar provecho de todo lo que pasaba.
A. G., periodista
¿Por qué acabó así todo? La verdad es que España no había mantenido nunca una posición firme respecto al Sáhara, haciendo toda una serie de concesiones, pequeñas y grandes, en lo que respecta a la frontera con Marruecos, como pasó en Tarfaya en 1958. Evidentemente, Hassan había decidido aprovechar el momento de debilidad de España a causa de la agonía de Franco, y quizá había también fuertes intereses de tipo económico entre Hassan II y elementos de la clase que estaba en el poder entonces en España. Cuando llegó el momento de la evacuación me vino a la cabeza un terrible recuerdo de la infancia: de cuando tenía 10 años, y Cabo Juby (Tarfaya) quedó asignado a Marruecos, sin que nosotros pudiésemos oponernos de ninguna forma. También en aquel caso, la evacuación llegó de la noche a la mañana. Yo lloraba desesperadamente, porque nos vimos obligados a huir, a dejarlo atrás todo, nuestra vida entera.
http://www.arso.org/canariosita.htm
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