El pleito insular: una absoluta irresponsabilidad

Bernardo Medina Rodríguez

Fomentar el pleito insular me parece repugnante, alentar falsos conflictos civiles una absoluta irresponsabilidad, y nos retrotrae al año 1812 cuando tras la aprobación de la Constitución gaditana, el archipiélago canario pasó a formar una sola provincia y la capitalidad provincial quedo fijada en Santa Cruz de Tenerife, decisión que desató un conflicto permanente entre los políticos y las élites sociales de Tenerife y de Las Palmas durante todo el siglo XIX.

En respuesta a lo anterior, la burguesía de Las Palmas de Gran Canaria no dudó en movilizar a la opinión pública de la isla mediante reiteradas campañas periodísticas, ni en impulsar diversas medidas de protesta para conseguir la división provincial y la capitalidad provincial.
Los políticos de Tenerife de entonces, optaron por identificar la unidad provincial con la unidad regional y la justificaron como una magnifica oportunidad para salvaguardar los intereses comunes del Archipiélago.
Este enfrentamiento -pleito insular- entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria a causa de la organización política administrativa de las Islas impidió la articulación de una defensa unánime de los intereses canarios a lo largo del siglo XIX, causando un daño terrible a nuestra cohesión como pueblo y a los intereses de los más desfavorecidos. Hasta el punto que en el año 1852, -cuarenta años después de la aprobación de la citada Constitución gaditana- esa rivalidad provocó la división de la diócesis obispal y del archipiélago en dos provincias.

Todos los sectores sociales y el resto de las islas fueron machaconamente impregnados con ese discurso favorecedor del pleito y la confrontación, de esa estéril pugna, que terminó por influir en los comportamientos individuales y colectivos, y marcó el contenido informativo de los diferentes periódicos isleños, al igual que influyo de manera determinante en los programas de los partidos políticos y sus pactos electorales.

¿Es eso lo que pretenden de nuevo quienes fomentan el pleito y el enfrentamiento?

Las diferencias sociales y económicas entre las distintas islas eran muy relevantes a mediados del siglo XIX, las desigualdades sociales eran intensas, y eso mismo ocurre en la actualidad, por eso los herederos de esas ideas en el plano periodístico vuelven a la carga, y los responsables políticos de esa situación callan y otorgan, tal vez porque salvando los avances experimentados en nuestra sociedad, nuestras élites dirigentes encontraron y encuentran el caldo de cultivo apropiado a sus intereses, que evidentemente no son los intereses de nuestra sociedad. En aquella época el ochenta por ciento de los canarios eran analfabetos, un caldo de cultivo propicio, hoy afortunadamente el panorama no es el mismo, o mejor dicho es diferente ya que tenemos verdaderos analfabetos funcionales, y el caldo de cultivo también puede ser proclive.

En cuanto a los grupos sociales dominantes en Canarias estaban formados por los grandes terratenientes, por los grandes comerciantes y por los más relevantes profesionales, en suma, por la burguesía. Salvando las distancias, de nuevo el panorama es similar y se repiten los comportamientos por las élites dirigentes actuales, conservadoras y neo liberales a ultranza.

Cuando en 1912 se crearon los Cabildos Insulares se pretendía el reconocimiento de la singularidad de cada una de las islas, y esa pretensión continua siendo una gran asignatura pendiente. La burguesía núcleada entorno al alto empresariado, doblega al poder político, que obediente, da respuesta a sus necesidades o 10 que es 10 mismo de beneficio a los poderosos, y se arremete contra los intereses generales en beneficio de los particulares, que ha sido una constante histórica en canarias, característica primordial de sociedades primitivas en el sentido peyorativo del término, y que no nos diferencia en demasía de las estructuras sociales de tipo tribal, donde el grupo dominante practica la endogamia para perpetuarse en el poder.

Los que amamos nuestra señas de identidad, los que no renegamos del pasado como aprendizaje cara al futuro, los que nos consideramos demócratas no excluyente s, los que confiamos en la sociedad civil y sus capacidades de intervención y decisión, nos sentimos parte de Titerogaka, de Erbani, de Achinech, de Tamarán, de Rero, Gomera y de Benahuare, o 10 que es 10 mismo de: Lanzarote, Fuerteventura, Tenerife, Gran Canaria, El Hierro, La Gomera y La Palma.

El editorial del periódico El Día, no es una locura, no es flor de un día, es la exposición abierta de comportamientos atávicos que ellos explicitan y otros ejecutan a plena luz del día desde distintos ámbitos de poder.
No me cansaré de reiterar, que la participación ciudadana está deliberadamente obstaculizada por la estructura no democrática y no pluralista de los procesos decisorios políticos en Canarias, el editorial citado no deja de ser una cortina de humo más para mantenemos alejados de 10 principal: que el desafío presente y futuro del sistema político y de la convivencia democrática en canarias no consiste sólo en recomponer su relación con la ciudadanía, sino en apostar a la construcción de una ciudadanía capaz de ser agente de su futuro tanto individual, como colectivo. Los grupos socioeconómicos relevantes de canarias que le marcan el paso al poder político, envalentonados, manifiestan sus intereses y aspiraciones utilizando a determinados medios de comunicación. En estos días de polémica, son más llamativos los clamorosos silencios, que los ardorosos discursos.

Permítanme para terminar, aportar una reflexión de Franklyn:
"El primer error fue perder el norte y olvidar los nobles orígenes de la prensa moderna.
Esa prensa fue una creación del ciudadano en el siglo XVIII, que concibió la prensa libre como un instrumento imprescindible para la defensa de la democracia y para controlar al poder del Estado, siempre desbocado, siempre insaciable. Las empresas editoriales cambiaron su alianza natural con los ciudadanos por una alianza artificial e interesada con la política y los grandes poderes. El resultado fue una catástrofe: la prensa sucumbió a la fascinación del poder, perdió la independencia, se alejó del concepto "objetividad" y creyó a pie juntillas aquel mensaje envenenado que describía a los periódicos como "el cuarto poder". El error fue garrafal porque las empresas editoras lucharon por ser el cuarto poder, cuando eran más que el primero. Al estar al lado del ciudadano, la prensa libre y democrática compartía el poder del ciudadano, que es el supremo en democracia, el que posee la soberanía, el que otorga o quita la legitimidad al poder público y el que pone y quita gobiernos".

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=18235