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EL CUBO DE LA GALGA
TESORO NATURAL DE PUNTALLANA
José Guillermo Rodríguez Escudero
“La humedad me atrae y me adentra
en un mundo de fantasía...”
Luis Morera Felipe, 2002
LAURISILVA
La laurisilva es uno de los bosques más representativos, no sólo de Canarias, sino de la región macaronésica. Siempre se sitúa en el norte y noroeste de las islas, en las zonas donde se forma el bello fenómeno conocido por el “mar de nubes”, debido a la acción de los vientos alisios. Ocupa, por lo tanto, alturas comprendidas entre los 500 y 1200 mts. sobre el nivel del mar. La laurisilva tiene su óptimo en las alturas intermedias de dichos límites. Bosques parecidos a la laurisilva pueden existir en localiddes del sur, si reciben la influencia de dichas brisas (caso de Güimar en Tenerife). Este bosque se caracteriza por su gran riqueza en árboles, arbustos, plantas herbáceas, helechos, musgos, etc. así como una numerosa fauna de gran interés. Los árboles más representativos son el laurel, viñátigo, tilo, palo blanco, acebiño, naranjero salvaje, sanguino, delfino, hija, saúco, sauce canario, follao y madroño. No abundan ni el brezo ni la faya. Se sitúan en las zonas más húmedas de Canarias. Concretamente, Puntallana es –de entre los municipios palmeros- uno de los que más fuentes y manantiales posee, más de medio centenar. El agua, elemento fuente de vida, ha sido y es definitorio del carácter de cada pueblo, puesto que su abundancia o escasez, así como el uso racional dado al mismo influye en las cosechas y negocios, en fin, sobre la economía y calidad de vida del municipio.
“…En el Cubo de La Galga,
bajo un almendro en flor
le ido mi padre a mi madre
el primer beso de amor…”
El famoso Cubo de La Galga –bello bosque en el que se conserva una de las mejores muestras de laurisilva de Canarias- es uno de los mágicos lugares en los que el ser humano se encuentra con la Naturaleza y se siente parte de ella. Un extraordinario entorno en el bello municipio de Puntallana –La Palma, la Isla de los senderistas- que no nos dejará indiferentes. Es un bosque especial que se nutre de la gran humedad que le aportan los alisios. Una frondosa laurisilva –una “selva de laureles” que cubre el monte con una explosión de diversos tonos de color verde- en la que encontraremos helechos, fayas, viñátigos, laureles, acebiños, tilos…; extraños sonidos de aves que vuelan dificultosamente entre las altas copas de los árboles, como las palomas rabiche –de color gris plomizo- y las turqué –de color azul turquesa- que se oyen revolotear buscando bayas en la densidad del húmedo monteverde; el murmullo y tintineo del agua fresca que nos acompaña durante el recorrido, mayor si ha habido lluvias recientes; el juego de luces de los rayos del sol que trata -a veces en vano- de penetrar la cúpula verde formada por la espesa vegetación; el profundo y encajonado cauce del barranco que nos hace pensar en la pequeñez del hombre ante la inmensidad natural; estrechos cabocos creados por la erosión del agua al discurrir por sus entrañas … elementos, estos y otros, que componen esta gran formación vegetal irrepetible y de notable interés botánico.EL CUBO DE LA GALGA
Hay que tener en cuenta que estamos ante una flora que en su mayor parte es una reliquia de la época terciaria (15-20 millones de años), de la que alguna es autóctona, y otras de las que existen pocos ejemplares en el mundo.
El cronista Lorenzo Rodríguez decía, refiriéndose a las fuentes del municipio de Puntallana: “Río Verde, manantial donde existen árboles gigantescos en sus inmediaciones pues el que suscribe midió un tronco de un viñátigos que tenía la circunferencia de 22 varas castellanas […] cabocas, en el barranco del Cubo, de la pertenencia de D. Joaquín Poggio el que lo ha explotado últimamente para regar finca en La Galga…”
“…Y el espíritu del bosque
se aparece con sus velos de musgo.
Entre el ir y venir de brumas
y vestido de helechos.
Descalzo camina
sobre un manto de hojas
que al suelo fertiliza
los bosques de laurisilva…”.
Luis Morera
INSTRUCCIONES PARA PRESERVAR EL MEDIO AMBIENTE
En La Palma –Reserva Mundial de la Biosfera- contamos con once áreas recreativas, espacios para el contacto, conocimiento y ocio en el medio natural. Se encuentran en el Fayal, las Mimbreras, la Laguna, los Tilos, la Pared Vieja, Montaña de la Breña, Fuente de los Roques, el Pilar, Fuente del Toro, el Lance y San Antonio del Monte. En cuanto a los lugares de acampada autorizados son: la Laguna de Barlovento, la Caldera de Taburiente y el Rehielo. Los campamentos se ubican en: la Laguna de Barlovento y el Riachuelo. Se cuenta con un aula de la Naturaleza en La Rosa; centros de Visitantes: el Canal y los Tiles, la Caldera de Taburiente y el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. Por último, los refugios se han instalado en: Puntallana, Tinizara, Gallegos y la Punta de los Roques.
El personal de Medio Ambiente no se cansa de recordarnos las instrucciones que se deberán de llevar a rajatabla si queremos preservar lugares mágicos como el Cubo de La Galga y todos los mencionados anteriormente.
Es importante no hacer fuego fuera de los fogones habilitados y siempre con carbón o leña. Quedan prohibidos todos aquellos combustibles que puedan generar riesgos innecesarios. Hay que usar la madera dispuesta en las zonas acotadas. En caso necesario, los vigilantes serán los encargados de proporcionar más cantidad. Jamás se deberá de cortar del entorno. En el caso de que se fume, hay que apagar con gran cuidado los cigarrillos, puros, fósforos… y luego hay que depositarlo en las papeleras. Es importante que toda la basura que pueda generar nuestra visita quede depositada en las papeleras y, en su defecto, hay que llevarla de regreso con nosotros hasta encontrarlas. De esta manera también se evitará la proliferación de animales abandonados. Es importante depositar las basuras en los contenedores correspondientes. Así, si hay botellas de vidrio o papel y cartón, hay que colocarlas en el verde o azul para su posterior reciclado. Hay que ser conscientes de que los aceites o detergentes contaminan el suelo. Se debe de usar los fregaderos de las cocinas, con lo que se contribuirá a limpiar el área. En los casos de que haya zona de juegos infantiles, los responsables –nosotros- deberemos de colaborar en su conservación. Por lo tanto, sólo están destinados para los pequeños y no para los grandes. Estos, con su peso o tamaño, podrían deteriorar las piezas. Se debe de usar los servicios de baños e instalaciones con cuidado; practicar las actividades deportivas sólo en los lugares señalizados para ello. Otro punto en el que inciden es que es peligroso llegar con el vehículo hasta el interior de las áreas recreativas. Evitémoslo.
Se celebra un gran fin de fiestas en torno a la festividad anual de San Bartolo(mé), patrón de La Galga -sobre el 25 de agosto- con grandes almuerzos de hermandad, verbenas y juegos variados. Los lugareños y visitantes saben perfectamente que deben de dejar este incomparable paisaje excepcionalmente limpio, tal y como lo han encontrado. Y así se hace. Los orgullosos vecinos conocen el tesoro que tienen.
Se debe de “actuar por naturaleza”. La visita a estos espacios debe de ser aprovechada al máximo para conocer los valores culturales y naturales. Se debe de proteger los animales y las plantas silvestres. Es preciso no alimentar a los primeros para no modificar su comportamiento natural; tampoco hacer excesivo ruido, que ocasiona perjuicios a la fauna y al resto de visitantes. Importante es no malgastar el agua. Es importante tener en cuenta que se debe de evitar las excursiones cuando existan grandes caudales de agua, tras lluvias recientes. Puede existir peligro de derrumbes y desprendimientos o deslizamientos de tierras, etc.
“…Y la música es el agua
es el agua cantarina
es el manantial eterno
es el manantial de vida.”
Luis Morera
SENDERO
El precioso recorrido –de dificultad baja- tiene dos partes o tramos a elegir. Uno es el tramo circular por la zona más vistosa e imponente del sendero: la laurisilva del Cubo de La Galga. La otra parte permite comunicar esta senda con la carretera general (parada de guaguas), la Montaña de la Galga (magnífico mirador) o la posibilidad de continuar hacia Puntallana o Los Sauces.
El sendero, por lo tanto, tiene una distancia que va desde unos cincos kilómetros -que se recorren en aproximadamente dos horas si se trata del recorrido circular-, hasta 12,4 kms. -para el que se necesitan casi cuatro horas-. Si se opta por éste, el largo, hay que tener en cuenta que se inicia a los 200 mts. sobre el nivel del mar, en el Barranco de Nogales, luego se cruza por el pago de La Galga, luego por el Canal, el Cubo y se sigue ascendiendo hasta el Mirador de la Somada Alta, a 790 mts. de altura. Luego se desciende hasta el punto de partida. Como opción adicional, se podría ascender al cercano Mirador de La Galga o de San Bartolo, donde hay una mesa panorámica (439 mts.) desde donde se aprecia el bello municipio en todo su esplendor, desde el mar a sus montes.
El recorrido del circuito corto o circular, en cambio, comienza en el punto de Información Ambiental -junto al aparcamiento y los túneles de la carretera general del norte- con las vistas de un monteverde empobrecido. Una vez nos vamos introduciendo, el bosque va tomando más consistencia. Aquí abundan los árboles frutales y las fayas, las zarzas y los brezos. Se trata de la antesala de la laurisilva pura. Aún no se le considera así. A partir de esos instantes, en la zona del borde del bosque se puede contemplar un importante ejemplar de barbusano. Este impresionante árbol de corteza escamosa puede alcanzar los 25 metros de altura. El antiguamente llamado “ébano de Canarias” era muy apreciado en ebanistería, sobre todo para la fabricación de muebles. Por este motivo no quedan muchos ya que era frecuente su tala para obtener la madera rojiza. Siguiendo el precioso sendero se contempla un arbusto de ribera denominado “sauce canario” –Salix canariensis-, endemismo macaronésico presente en el Archipiélago Canario así como en la Isla de Madeira. Se trata de un ejemplar de hojas lanceoladas, verdes en el haz y pelosas en el envés que suelen estar deformadas por agallas. Por regla general se encuentran asociados a las zonas húmedas de los fondos de los profundos barrancos palmeros. Así mismo, en los bordes de la vereda encontraremos magníficos ejemplares de viñátigos. Sus hojas, al caer, forman un hermoso color que va desde el naranja oscuro al púrpura fuego. Una de sus características es el de tener multitud de ramas que parten desde su base y ascienden por el tronco. Son sus hijos a los que se conocen popularmente como “chupones”, endemismo de la laurisilva. Una vez muere el tronco matriz, la base -formada por un gran tocón- genera numerosos chupones que mantienen vivo el árbol.
El agua es el elemento imprescindible del Cubo. A medida que nos adentremos en el barranco, el aumento de la humedad se hace cada vez más perceptible. De hecho, se debe de cruzar bajo un canal de agua fresca que la transporta para su uso en la agricultura y abastecimiento público. El característico y reconfortante sonido del agua nos acompañará durante el trayecto por el barranco, en el que también se une el canto de los diversos pájaros que anidan en la zona. Un ejemplo es la paloma endémica canaria que emite un sonido basado en nuestra vocal “u”. Una agradable sorpresa es ver a alguna de ellas sobrevolar la arboleda. Casi al final del recorrido nos encontramos con que la luz apenas llega al suelo. Una alta cúpula verde formada por los tilos o tiles –reliquias del Terciario- nos muestra el húmedo esplendor de la laurisilva. Son los dueños del lugar. Sus largos y finos troncos de dura madera verde nos indican que estamos en un lugar privilegiado de la Naturaleza. Bajo sus copas majestuosas crecen los enormes helechos, formando tapices naturales frescos y verdes, supervivientes de épocas remotas. Existen laderas de helechos, paredes verdosas de líquenes y musgos, extraordinarios troncos labrados, rugosos, coloridos y bellos…
A las mencionadas palomas de la laurisilva, conocidas como rabiche y turqué, añadiremos a la rica fauna del lugar algunos pájaros: la chocha perdiz, el mosquitero, el herrerillo, el mirlo, el petirrojo… Destacan también las bellas mariposas como la Pieris Rapae y la Maniola Jurtina Fortunata. Al cerrar los ojos, el “espectáculo acústico” es execepcional.
La hierba es abundante e interesante. La Crambe Gigantea nos acompañará casi todo el recorrido con su enramado de pequeñas flores blancas que parecen estar suspendidas en el aire ya que sus gajos son extremadamente finos. Otros ejemplos son los cabezotes –llamado también cardo de risco con flor hermosa en forma de corona; la centáurea con inflorescencia roja sobre un soporte que se asemeja a un vaso labrado; la lechuguilla en botones dorados; la ruda salvaje; el poleo de monte; la encimba; la chaorra; la estrelladera con un color especial entre marrón y carmesí; la ratonera; el tomillo de burro; la pata de gallo; la garitopa; etc.
Al atravesar el lecho del barranco –a unos 730 mts. sobre el nivel del mar- encontramos piedras redondas que nos indican que aún el agua transcurre por allí excavando el cañón. Desde la parte alta de la montaña nacen las intensas torrenteras que arrastran materiales que nos explican las características del lecho del barranco. Se observan numerosas cuevas y huecos excavados en las paredes en el que anidan y se refugian las aves. Aquí abundan también las lechuzas, las chochas perdices, los pinzones, búhos chicos, palomas y otras aves forestales. También se refugian en estas húmedas oquedades los tenebrosos murciélagos. Las paredes del barranco se desploman verticalmente y nos hacen sentirnos diminutos ante su colosal altura. En las paredes de las laderas labradas por el barranco o abiertas por la pista forestal por donde pasamos, podemos contemplar extasiados la diferentes capas basálticas donde abundan plantas rupícolas como la gacia (Teline Stenopetala) -de preciosa flor amarilla-, la malfurada, el bejeque (Aeonium Goochiae),etc.
Luego el camino se mete debajo de uno de estos riscos y aparece un arbusto muy escaso en La Palma, el llamado peralillo. El cauce se encaja y forma un cañón de paredes verticales sobre las que se discurre el sendero convenientemente protegido por barandas de madera. Se considera otro de los tesoros del Cubo la vegetación vertical que nace en las húmedas paredes. Se conoce como rupícola. La conforman los enormes y bellos helechos –Woodwardia Radicans, cuyas hojas compuestas alcanzan hasta los dos metros- y bejeques –Greenovia Tijarafensis- “con forma de pasteles verdes pegados a la roca o cerrajas con sus hojas rizadas que crean un auténtico jardín colgante natural”. Otro de los matorrales o arbustos que nos acompañarán constantemente son las zarzas (Rubus Bollei), cuyas jóvenes hojas combinan varios colores, y la convierten en una preciosa planta. Desde los altos riscos o incluso los árboles, caen a veces cascadas de sus lianas. De las húmedas paredes sobresalen los culantrillos (Adiantum Capillus-Veneris), el helecho pequeño (Asplenium Hemionitis) y la tostonera (Adiantum Reniforme).
De entre tanta belleza autóctona y especial existe otro espécimen “hediondo” (Ageratina Riparia) que ha sido introducido en La Palma procedente de México –seguramente sus semillas han sido traídas de forma involuntaria junto con otras- pero que ha sido nefasto para el entorno, puesto que está desplazando a nuestra flora. Ni siquiera el ganado la come. Otro atentado natural lo constituía un lugar que fue hermoso, pero que la mano del hombre destrozó para instalar una antigua industria de obtener áridos y tierras fértiles. Para que tengamos una idea de la atrocidad cometida en estos montes de Puntallana, entre 1953 y 1961, se cortaron –según el Archivo Municipal- 956 viñátigos y 882 pinos. Cerca de la parte alta, donde la pista se divide en dos había un terrible monumento de cemento resquebrajado y hierros retorcidos. Otro incordio para este pequeño paraíso. La naturaleza poco a poco –si el hombre la deja- lo va engullendo, afortunadamente.
Otra de las plantas que nos acompañan en los zigzagueantes caminos es la gibalbera (Semele Androgyna) que ocupa varias extensiones a la orilla de la pista e incluso el canal. También la zarzaparrilla (Smilax Aspera) que trata de trepar por los árboles, y lo consigue. La propia hiedra (Hedera Helix) cuelga sus lianas desde el follaje de la espesa y reconfortante arboleda.
A pesar de los incendios y los aprovechamientos forestales, el paisaje se ha regenerado milagrosamente. De esta manera, el esplendor de la laurisilva del Cubo de La Galga será un exquisito regalo para los cinco sentidos. El que visitó este tesoro natural, jamás lo olvida.
BIBLIOGRAFÍA.
Disfruta sin dejar huella. Consejos para un buen uso de las áreas recreativas. Infraestructura y Medio Ambiente. Cabildo de La Palma, 2009
GARRIDO ABOLAFIA, Manuel. Puntallana. Historia de un pueblo agrícola, CajaCanarias, Ayuntamiento de Puntallana, 2002
La Palma. Red de Senderos. Consejería de Medio Ambiente, Cabildo de La Palma, 2009.
LORENZO RODRÍGUEZ, Noticias para la Historia de La Palma, La Laguna-Santa Cruz de La Palma, T.I y II, 1975 y 1997.
MORERA FELIPE. «Poesías», La Palma, la Isla que emergió del mar, CajaCanarias, Cabildo de La Palma, 2002
RODRIGUEZ FARIÑA, Agustín. Los Caminos de La Palma, Ediciones La Palma, Excmo. Cabildo de La Palma, Madrid, 1993
SANTOS, Aroldo. Árboles de Canarias. Flora de Canarias-I, Enciclopedia Temática Canaria, 1979
Topoguía de la Isla de La Palma. Red de Senderos de La Palma (Canarias). Cabildo de La Palma, 2006
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Perdón, se me quedó por detrás. Es una pena que no me deje incluir ninguna más.... tal vez las más bonitas por tener mucho tamaño
No dejen de venir a visitar este mágico lugar de La Palma.
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