Por supuesto nadie habla de imponer una lengua. Pero si el leonés se encuentra en una situación agónica, es decir: todavía vivo en algunas áreas, no veo por qué no se puede potenciar su uso y tratar de que no se pierda una parte de nuestro patrimonio. La enseñanza voluntaria en las escuelas y facilitar que quien así lo desee se dirija en esa lengua a la administración me parecen medidas razonables y no excesivamente costosas.
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