Re: ¿Existen hispanista NO religiosos?
En mi opinión, el problema no radica en si un determinado "hispanista" es católico o no, o cuando menos creyente en lugar de ateo. El problema es que hay un exceso de gente que se autodenomina de dicho modo pretendiendo imponer desde un imaginario discurso "científico" unas tesis que les sirven para disociar la Historia de España de la realidad religiosa que es su fundamento.
Para ello, este tipo de "historiadores de medio pelo", o los "pseudohistoriadores" que se disfrazan de "pseudoempiristas" más los "divulgadores amiguetes de la Ciencia", usan y abusan de unas ideas prefabricadas y prejuiciosas, a las que envuelven en una especie de aura pseudocientífica.
He hecho el seguimiento de este forista en dos hilos y, desde el mismo comienzo, lo único que realmente ha hecho ha sido lanzar una serie de descalificaciones de la religión como fenómeno humano, y de la Católica en particular, apoyándose en lugares comunes en los que la mención del término Ciencia ha sido una constante, como si con ello demostrase algo.
Y, en defecto ha demostrado que no sabe qué es la Ciencia. ¿Y por qué afirmo esto? En primer lugar porque a un científico verdadero no le gusta el término, y prefiere el de "investigador". En segundo lugar, y desde hace muchos años, al finalizar los cursos de los doctorados se entregaba un certificado. Su finalidad era la de poder acceder a centros de investigación, --no centros científicos--, bibliotecas, etc., así como poder solicitar entrevistas, de modo que todo ello ayudase a la elaboración de la tesis doctoral, especie de confirmación de quien la aprueba adquiere un rango empírico. Pues bien, en ese certificado no se decía "suficiencia científica", sino "suficiencia investigadora". Y si me expreso en pasado es porque dicha certificación, hace ya tiempo dejó de entregarse al doctorando.
A continuación, y aquí viene lo gordo, es que en todas las afirmaciones dice: "la ciencia ha demostrado". ¿La Ciencia? ¿¿cuál de ellas?. A priori para hablar en nombre de la Ciencia hay que ser científico. Es decir, este es el meollo de la cuestión hoy en día: España, el mundo occidental, está cuajado de amigos de la Ciencia que hablan en nombre de la Ciencia, cuyos estudios apenas llegan a los secundarios y cuya actividad laboral es de lo más vulgar y alejada de cualquier viso de realidad científica. Para remate en la solidez de su argumentación, menciona que a su compañera, de nacionalidad colombiana, y a él mismo, lo que les une es el idioma y una cultura más o menos común, pero no la religión, pues ambos no son creyentes, luego en esto también encuentran algo en común, y, por supuesto, "también algo más". Pues vaya una muestra estadística en un universo de más de 400 millones de hispanos y a ello ha pretendido darle valor experiencial. ¡De traca!
Pero el asunto no acaba aquí. Esta pequeña "legión" de entendidos en revistas divulgativas de tercera fila, en autores que han encontrado un chollo económico, nutriéndose de la ignorancia y fanatismo de estas cabezas incapaces de análisis crítico y riguroso alguno, han llegado a sacralizar lo que no es más que un conjunto de actividades en una completa pluralidad de campos de conocimiento. O lo que es igual, han convertido a la Ciencia en religión y esto es algo peligrosísimo, para la Ciencia, para las ciencias específicas, para los científicos y para la gente en general. Si no se ataja el problema, si se actúa como si nada pasara, a la vista de cómo salen las promociones de los Institutos, más el tremendo poder de la Informática, van a acabar por "secar" todo el ingenio humano, y ello en muy poco tiempo.
A esta gente que tanto vocea, hay que preguntarles qué entiende por ciencia, cómo se diferencian unas ciencias de otras, en qué consiste el método científico, cómo imagina que es un investigador, exigirles siempre datos concretos, interrogarlos acerca de su propia formación académica, en resumen, hacerlos pasar por todo un tamiz que les impida seguir usando un lenguaje con el que buscan reforzar sus argumentos, pues saben que no resisten el más mínimo análisis serio, y cuya única finalidad es intentar arrancar a Dios de la vida de los pueblos. Como a Él en realidad no lo pueden atacar, entre otros motivos porque no creen en su existencia, vuelcan sus iras contra quienes ponen a Dios como el eje de sus vidas cotidianas. La ridiculización, el uso de falacias y sofismas de bajo perfil, las actitudes, la prepotencia, la descalificación, el lenguaje inculto y soez, ideas preconcebidas por alguien que no son ellos..., son sus armas.
La realidad es que no se les puede dar cuartel, por mucho que a algunos este lenguaje les parezca militarista, algo que no me importa ya que a la postre esto es una guerra. Por eso, aunque pueda haber investigadores de la historiografía hispánica que no sean católicos, ninguno de los otros lo será. Su condición es la de "enemigos de España" y esos no hacen investigación nada más que para el Mal.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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