EL DIVÁN DE SANCHO PANZA: MONSEÑOR ROMERO, MÁRTIR"La Iglesia no debe meterse en política, pero cuando la política toca el altar de la Iglesia, ¡A la Iglesia le toca defender su altar!"
Óscar Arnulfo Romero
Cuando alguien vive para la Verdad, para la Justicia, de manera coherente, siempre, sin cambiar nunca de chaqueta, no da importancia a quiénes son los que le adulan ni a quiénes los que le critican. Sabe perfectamente que, unos y otros, sólo buscan enmascarar de Verdad sus siniestros intereses, o desprestigiar y difamar al mensajero y a la Verdad que destapa sus intereses.
Cuando Óscar Arnulfo Romero y Galdámez (El Salvador, 1917-1980) fue nombrado arzobispo de San Salvador en 1977, las fuerzas marxistas-socialistas salvadoreñas lo tildaron de ser una muestra del apoyo de la Iglesia Católica a la dictadura de los militares en una persona a la que denominaron "ortodoxo católico ultraconservador". Por su parte, desde el gobierno, vieron con buenos ojos tal nombramiento. Paradojas de la vida, pronto cambiaron las tornas, al defender la causa de los pobres fue tildado de marxista y revolucionario por el gobierno, mientras los marxistas quisieron aprovecharse del cariño que le tenía el pueblo salvadoreño reinterpretando su mensaje hacia sus intereses.
El veinticuatro de marzo de 1980 fue asesinado por los paramilitares de ultraderecha (así llaman a quienes sirven a la oligarquía dominante, al servicio del capitalismo liberal occidental) mientras celebraba misa en el Hospital de la Divina Providencia de San Salvador. Y, si no, tarde o temprano lo hubieran asesinado los otros. Porque Monseñor Romero predicaba la Doctrina Social de la Iglesia, el más revolucionario de los mensajes, que desde la encíclica de León XIII "Rerum Novarum" en 1891, ha sido silenciada o manipulada por las dos cabezas del mismo leviatán liberal: la marxista-socialista y la capitalista liberal.
Monseñor Romero tiene abierta en Roma una causa de canonización. El pueblo salvadoreño lo recuerda como "San Romero de América".
"Hermanos, ¡cómo quisiera yo grabar en el corazón de cada uno esta gran idea: el cristianismo no es un conjunto de verdades que hay que creer, de leyes que hay que cumplir, de prohibiciones! Así resulta muy repugnante. El cristianismo es una persona, que me amó tanto, que me reclama mi amor. El cristianismo es Cristo."
6 de noviembre de 1977
"Una religión de misa dominical pero de semanas injustas no gusta al Señor. Una religión de mucho rezo pero con hipocresías en el corazón no es cristiana. Una Iglesia que se instalara sólo para estar bien, para tener mucho dinero, mucha comodidad, pero que olvidara el reclamo de las injusticias, no sería la verdadera Iglesia de nuestro divino Redentor."
4 de diciembre de 1977
"Aun cuando se nos llame locos, aun cuando se nos llame subversivos, comunistas y todos los calificativos que se nos dicen, sabemos que no hacemos más que predicar el testimonio subversivo de las bienaventuranzas, que le han dado vuelta a todo para proclamar bienaventurados a los pobres, bienaventurados a los sedientos de justicia, bienaventurados a los que sufren."
11 de mayo de 1978
"Muchos quisieran que el pobre siempre dijera que es “voluntad de Dios” que así viva. No es voluntad de Dios que unos tengan todo y otros no tengan nada. No puede ser de Dios. De Dios es la voluntad de que todos sus hijos sean felices."
10 de septiembre de 1978
"Es ridículo que se diga que la Iglesia se ha hecho marxista. Si el materialismo marxista mata el sentido trascendente de la Iglesia, una Iglesia marxista, sería no sólo suicida sino estúpida. Pero hay un “ateísmo” más cercano y más peligroso para nuestra Iglesia: el ateísmo del capitalismo cuando los bienes materiales se erigen en ídolos y sustituyen a Dios."
15 de septiembre de 1978
"No es un prestigio para la Iglesia estar a bien con los poderosos. Éste es el prestigio de la Iglesia: sentir que los pobres la sienten como suya, sentir que la Iglesia vive una dimensión en la tierra, llamando a todos, también a los ricos, a convertirse y salvarse desde el mundo de los pobres, porque ellos son únicamente los bienaventurados."
17 de febrero de 1980
"He estado amenazado de muerte frecuentemente. He de decirles que como cristiano no creo en la muerte sin resurrección: si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño. Lo digo sin ninguna jactancia, con gran humildad. Como pastor, estoy obligado, por mandato divino, a dar la vida por aquellos a quien amo, que son todos los salvadoreños, incluso por aquellos que vayan a asesinarme.
Si llegasen a cumplirse las amenazas, desde ahora ofrezco a Dios mi sangre por la redención y por la resurrección de El Salvador. El martirio es una gracia de Dios, que no creo merecerlo. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad. Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea para la liberación de mi pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro.
Puede decir usted, si llegan a matarme, que perdono y bendigo a aquellos que lo hagan. De esta manera se convencerán que pierden su tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, nunca perecerá."
marzo de 1980
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