En relación a Portugal, la razón por la cuál fue adoptado San Jorge como patrono no es la más feliz. Hasta 1383, los portugueses en combate siempre invocaban a Santiago, el Matamoros, como todos los pueblos hispanos involucrados en la batalla por la reconquista de la Piel de Toro para Cristo. Pero en ese año estalla la Guerra de Sucesión, que muchos escamotean que ha sido civil y que tuvo participación de potencias extranjeras, como suele acontecer en estas ocasiones. En la batalla de Aljubarrota, los ejércitos de D. João, Maestre de Aviz, comandados por San Nuno Condestable se han opuesto a las huestes de D. Juan I Rey de Castilla y de León, que apoyaban la pretensión legítima de D. Beatriz, única hija de El-Rey D. Fernando I de Portugal. Como se las huestes castellanas gritaban "Santiago" al lanzarse en el combate, no les pareció a los portugueses que lo mismo patrono pudiera bendecir la suerte de ambos ejércitos enemigos. Luchando por el bando del Maestro de Aviz, algunos centenares de archeros ingleses gritaban por su turno: "Saint George!"; y así fue que también los portugueses pasaron a invocar: "São Jorge!" de ahí por delante.

Al contrario, El-Rei D. João IV, el primero de la casa de Bragança, ofreció la corona de Portugal a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, encomendándole su intercesión por la restauración el Reino en 1646, en el Santuário de Vila Viçosa... y adoptando la misma patrona del ejército que, en aquél tiempo, era el enemigo: el español. Pero los santos, santos son, y la Santa Madre de Dios, madre de todos es.