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tautalo
Poco que añadir a la intervención de Cristián Yáñez Durán, con el que estoy muy de acuerdo. Pero si puede servir de ayuda decir, simplemente, que la cuestión problemática entre Razón y Fe tiene su origen en los primeros tiempos del cristianismo.
En efecto, Tertuliano y otros, apostaron por la fe contra la razón. Entendían que la Filosofía -la ciencia que había en el mundo clásico y que en ese entonces estaba en decadencia- era una actitud soberbia que contradecía a la Sabiduría Divina. Pero, sin embargo, la Filosofía tenía grandes antecedentes como Sócrates, Platón o Aristóteles que, haciendo un esfuerzo intelectual meritorio, habían llegado con las solas luces de la razón humana a vislumbrar la existencia de un Dios, superando los ídolos; aunque ese Dios era un dios de los filósofos.
Los Padres de la Iglesia (orientales y occidentales) tuvieron la actitud que se ha mostrado más consecuente, pues en vez de rechazar todo el legado de la filosofía, propia del mundo pre-cristiano, pensaron que había que asimilarla y ponerla al servicio del esclarecimiento de algunas verdades a las que se puede llegar con la Razón: otras, hay que creerlas y quien tiene la gracia de la fe no tiene problema alguno con esas verdades que son misterios de Dios.
Tertuliano rechazaba la Razón, por considerarla un ejercicio de soberbia humana, y lo que hizo fue rehuir el tema. Siglos después, Lutero, en efecto, apuesta por el fideísmo; el fideísmo es una actitud tan parcial y equivocada como la actitud contraria que exalta la Razón, disolviendo la fe.
El catolicismo siempre ha mantenido el equilibrio entre este tipo de exagerados posicionamientos. La Razón y la Fe han de colaborar. Y mienten -se equivocan, en el mejor de los casos- todos aquellos que nos quieren confundir con una actitud fideísta. Nosotros empleamos la Razón, nuestra religión no es un ejercicio ciego ni fanático de la Fe (como el fundamentalismo de otras religiones). Pero no concedemos a la Razón más mérito ni valor que el que tiene.
Podrían añadirse otros autores recomendables, a los que ha aportado Cristián. Pues hay que tener mucho cuidado con leer a cualquiera, sin informarse previamente. Ahora mismo me estoy acordando de Josef Pieper o el Padre Arintero.
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