6. Los sacerdotes comenzaron a vestir diferentemente en 500 d.C.
Y díganme, ustedes herejes, ¿en qué parte de la Biblia se tiene prohibido o mejor aún, en dónde dice que Dios condena el que sus ministros vistan de forma diferente? Desde el Antiguo Testamento se encuentran testimonios clarísimos de que “ya instituyó Dios nuestro Señor propias y sagradas vestiduras para los Sacerdotes y Ministros del Templo, para que administrasen los sacrificios divinos: así se dice en el Éxodo c. 28. Mandó Dios a Moisés hiciera vestiduras santas para su hermano Aarón y sus hijos, para que con ellas hiciesen el oficio de Sacerdotes, dando el mismo Dios la forma, como se habían de formar, y la materia de que se habían de hacer. Hasta los gentiles sacerdotes usaban de vestiduras limpias y en su modo sagradas, para sus barbaros sacrificios (Cf. Psalm. 19. Cap. I. Virg. Lib. 20). [“El porqué de todas las ceremonias de la Iglesia”. P. 58.]
Si Dios mismo dispuso que sus Sacerdotes en la Antigua Ley vistieran de manera distinta a la de los laicos, con mayor razón los Sacerdotes de la Nueva Ley de la Gracia les es lícito vestir de forma propia que los identifique: “en la Ley Antigua para purificar las carnes quería el Señor tanta reverencia en las vestiduras sagradas, siendo estas sólo sombra y figura de las que habían de usar los Sacerdotes de la Ley de Gracia […] Durando dice, que el Señor en la Ley Vieja instituyó ritos, ceremonias, y cada una de las vestiduras sacerdotales de por sí; pero en la Ley Nueva, como es de gracia y espíritu, sólo instituyó lo que era de substancia y de esencia del sacrificio y demás Sacramentos, dando potestad para lo demás a su Iglesia, como lo afirma el Angélico Maestro Tomás de Aquino” [Ibídem.]
Sobre la fecha del año 500 d. C. que afirman los herejes en que empezaron a vestir de manera diferente los sacerdotes, no le encuentro sentido ya que si Dios dispuso que sus sacerdotes vistiesen de forma digna y propia, es lógico que los Padres de la Iglesia no encontraran inconveniente ni ninguna prohibición para hacerlo. Si bien es cierto que en la primitiva Iglesia la celebración litúrgica no asignaba ninguna insignia ni vestidura distinta a los diversos grados de la jerarquía ni a las diversas funciones de los miembros, sino que era únicamente el lugar que ocupaban en la asamblea los que distinguía a los oficiantes del resto de la asamblea. Sin embargo, muy pronto los oficiantes comenzaron a usar en la liturgia unas vestiduras que, aunque fueran del mismo tipo que las de la vida común, eran con todo de telas mejores, más cuidadas y habitualmente blancas.
“En el bautismo el pontífice no se presenta con su vestido habitual ni con la ropa que lleva ordinariamente sino que aparece como envuelto en una túnica de lino delicado y resplandeciente, Conviene que realice toda la celebración llevando este vestido con el que se simboliza el mundo nuevo en el que por el bautismo el catecúmeno va a entrar.”
De manera parecida Teodoro habla también de las vestiduras que usa el diácono y de su simbolismo sacramental. Tanto Teodoro como Ambrosio en Occidente se refieren a las vestiduras propias para la celebración, las ven y las explican no como insignias propias de un dignatario sino en su más auténtica finalidad sacramental.
Y es a partir del s. V cuando se extendió la tendencia de que los clérigos de rango superior- sobre todos los obispos- lleven los vestidos propios de los ciudadanos distinguidos: un vestido largo de tela blanca, una vestidura más corta y más rica, llamada Dalmática, que era sin duda una insignia honorífica, y encima una espacie de capa de lana cerrada por delante llamada Palio. [Tonneau, cit en n. 5, p 431.]
Y si lo que los herejes apelan es el porqué del uso de una vestimenta distinta entre los clérigos católicos volveré a citarles lo que dice el libro “el porqué de todas las ceremonias de la Iglesia”:
“porque así conviene para su mayor esplendor, hermosura, devoción y reverencia, como dijo Moisés, cap. 28, Porque para altos y soberanos Misterios, y para cosas soberanas y sagradas, se requieren vestiduras las más ricas y peregrinas; porque éstas, dice Durando, lib. 2. Cap.9, son las insignias y blasones de las virtudes, las que usan los Sacerdotes como de escrituras, que les amonestan los profundos Misterios que incluyen.” [Ibid. Pág. 59]
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