Pensar que hasta no hace mucho tiempo tuvimos obispos como éstos:

Cardenal Santiago Luis Copello



Primer cardenal argentino.Nació en San Isidro el 7 de enero de 1880. Fue siempre un sacerdote consagrado por entero a su misión eclesial y modelo de piedad sacerdotal para las nuevas generaciones de servidores de Cristo.
Falleció en Roma el 9 de febrero de 1967.


INTRODUCCIÓN

Exaltado a la jerarquía de Príncipe de la Iglesia a sus 55 años, con una vida ejemplar para quienes lo conocieron desde pequeño y como Pastor de la Iglesia a lo largo de toda su vida, les exponemos esta breve síntesis de una vida sacerdotal intensa y fructuosa.

La Revista Labor (actual Lábaro) en una edición especial del 14 de marzo de 1936, lo homenajeaba transcribiendo, entre otras, estas palabras de la emotiva bienvenida a Buenos Aires, recién llegado desde Roma como cardenal: "...Eminencia, nadie...que conozca un poco la bondad de vuestro corazón de Padre, la austera sencillez de vuestra vida, el fervor de vuestra misión como apóstol, guiado siempre por las enseñanzas que nos legó el dulce Maestro de Galilea...duda un momento siquiera de esta hora solemne...¡El pueblo sabe, Cardenal Copello, que tiene un gran Pastor!"

SUS PRIMEROS AÑOS

El Primer Cardenal argentino, Don Santiago Luis Copello, desciende de una estirpe italiana: su padre, don Juan Copello, y su madre, María Bianchi, se instalan en Argentina, en tierras de San Isidro, donde nació Santiago Luis el 7 de enero de 1880.

Su padre se dedica al comercio, impronta característica de los hombres genoveses. Por la rama materna, los Bianchi di Lavagna, pertenecientes a la nobleza italiana, descendían de familias que dieron a la Iglesia y al mundo ilustres pontífices de Roma como Inocencio IV en 1254 y Adriano V en 1276.

En San Isidro, Santiago pasó su infancia asistiendo a las escuelas locales, destacándose por su inteligencia, humildad y compañerismo. Terminados los estudios elementales ingresó al colegio San José de la Capital Federal en 1892, cuando tenía 12 años de edad, para continuar los cursos de la enseñanza secundaria. Ya siendo mayores, sus ex compañeros lo recordaban "como un santo". Como manifestara el Dr. Pesenti, uno de ellos, "Un día, a fines de 1893, en vísperas de volver al hogar, todos los compañeros del curso, reunidos en el patio del colegio nos propusimos declarar, honradamente, cual había sido el alumno más bueno del curso fenecido. Todos al unísono dimos un solo nombre: COPELLO!". Y agregaba, "Cierta vez un profesor quiso poner a todo nuestro curso en penitencia. Nos acusaba de no haber llevado a clase un cuaderno de apuntes, creyendo que así lo había ordenado el día anterior. Cuando el maestro preguntó a Santiago Copello si tenía su cuaderno, éste declaró que no lo había llevado. Bastó el testimonio de aquel niño para que se nos librara a todos de la penitencia. El testimonio de Santiago Copello era irrecusable. Aquel chico era sin duda un santo". Por último, Pesenti contaba la ausencia que se produjo entre ellos por su ingreso al seminario: "al iniciarse el curso de 1894, corría la voz de que Copello no volvería al colegio. ¿No viene Copello? Todos nos miramos con tristeza...¡Ay! Nos faltaba el ejemplo de su ecuanimidad".

SU VOCACIÓN SACERDOTAL

El Arzobispo de Buenos Aires, Dr. Aneiros, recibió a Copello en el Seminario en el año 1894, y dos años después, fue enviado a Roma para terminar sus estudios en el colegio Pío Latino Americano. Se graduó de Doctor en Filosofía en la Universidad Gregoriana en 1899, y fue ordenado sacerdote en 1902, recibiéndose al año siguiente de doctor en Teología.

De regreso al país, Monseñor Terrero, Obispo de La Plata, lo nombró Teniente Cura de San Ponciano, Notario Mayor Eclesiástico en 1904 y al año siguiente, Secretario General del Obispado.

Por otra parte, se desempeñó como Director Espiritual del Círculo Católico de Obreros de La Plata. En relación a esta función, en ese entonces opinaba: "Creo que la única manera de esperar días mejores para nuestra causa...... es ponerse de lleno en el campo social, escuchar los lamentos de las multitudes, organizarlas con prudencia, bajo nuestra bandera y obras...."

ORDENACIÓN EPISCOPAL

El joven sacerdote evidencia en todos los instantes de su vida sus condiciones relevantes de piedad, y así se lo designa Obispo de Aulón y Auxiliar de La Plata. El 30 de marzo de 1919 se lo consagra Obispo en la Iglesia Parroquial de San Isidro, con tan sólo 39 años.

Se desempeñó, entre otros, como Primer presidente del cuerpo de Consultores Diocesanos y de la Comisión para la fundación del Seminario de La Plata. La Santa Sede en 1927 lo nombró Visitador de todos los colegios de hermanos del país, y en junio del mismo año fue designado Vicario General del Ejército Nacional, como un justo premio a su labor de apostolado.

En 1928 es llamado para desempeñarse como Obispo Auxiliar y Vicario General del Arzobispado de Buenos Aires; un año después, en ausencia de S. E. Rvdma. Mons. Bottaro, quedó a cargo del Arzobispado, y poco después se le elige para ocupar este cargo, el que le es conferido por Bula Pontificia el 20 de octubre de 1932, tomando posesión de su nueva dignidad eclesiástica el 18 de diciembre.

Su múltiple acción culminó en un gran acontecimiento que no tuvo comparación: la dirección de la organización del XXXII Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires, de octubre de 1934.

SU ORIENTACIÓN EN EL GOBIERNO EPISCOPAL

Toda la obra de Monseñor Copello al frente de la Arquidiócesis se realiza siguiendo una orientación definida y evidenciada a través de sus largos años de sacerdocio, orientación que comprende dos aspectos: La elevación moral de las almas por el conocimiento y práctica de la fe; y su amor ilimitado por las clases humildes, los obreros y los más pobres.

A partir de 1923 comienza una labor que culmina con el levantamiento de una cantidad de parroquias en esta Capital llegando, de esta manera, a los distintos núcleos de población que requieren templos para su cristianización. Su amor por los humildes, por aquellos que sufren, por los pobres, se concreta, por estos años, con su participación en la creación de la enfermería del Seminario de Villa Devoto, la ampliación del Hogar Sacerdotal en Flores, la construcción de la Casa de Campo de los Seminaristas de Villa Devoto y la fundación del Sanatorio San José, emprendimiento mutualista de la Federación de Círculos Católicos de Obreros. En definitiva, toda su actividad nos demostró su comprensión de la realidad social y su dedicación y empeño por atender sus necesidades.

PRIMER CARDENAL ARGENTINO

En Roma, el 16 de diciembre de 1935, el Sacro Colegio elige Cardenal a Monseñor Copello, lo cual se concreta en la ceremonia en que se le impone el Capelo, tan sólo tres días después. Su elevación a la dignidad cardenalicia significó para él, el más alto honor, y para nuestro país, la distinción más honrosa que podía darle el Sumo Pontífice.

El 14 de noviembre de 1959, por determinación del Papa Juan XXIII, es designado Canciller de la Iglesia Católica, por lo cual se instala en Roma. Desempeña con dignidad el honroso cargo que se le encomienda, feliz por estar sirviendo a la Silla Apostólica en los últimos años de su ancianidad. Además, es importante destacar que participó de tres cónclaves para elección de tres Papas: Pio XII, Juan XXIII y Pablo VI. Asimismo integró durante tres años el Concilio Vaticano II.

Presbítero-Obispo-Arzobispo-Cardenal y Canciller, Monseñor Copello tuvo una tierna y filial devoción a la Madre de Dios, principalmente en su advocación de Nuestra Señora de Luján.

El 9 de febrero de 1967 muere en Roma, lejos de Buenos Aires, su amada ciudad, tras 87 años de fructuosa vida, de fe vigorosa y activa personalidad. Sus últimas palabras fueron "Vayamos al encuentro de Jesús y María".

Sus restos hoy descansan en la cripta de la Basílica del Santísimo Sacramento (Buenos Aires), sitio solicitado expresamente por Monseñor Copello en su testamento.

FUENTE


Octavio Nicolás Derisi

(Pergamino, 1907) Filósofo y eclesiástico argentino, uno de los principales reactivadores del tomismo en Argentina y América Latina. A los doce años ingresó en el Seminario Conciliar de Villa Devoto, donde cursó la carrera eclesiástica. Fue ordenado sacerdote en 1930. En la facultad de Teología del mencionado seminario, consiguió los doctorados en Filosofía y Teología, éste último con la tesis La constitución esencial del sacrificio eucarístico de la Misa, obra publicada en 1930. Completó su formación en la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde se laureó en Filosofía y Letras con la tesis Los fundamentos metafísicos del orden moral, que mereció el premio Carlos Octavio Bunge a la mejor tesis en Filosofía y Letras del bienio 1940-1941, y que vio la luz pública en 1941.


Dedicó toda su existencia a la docencia y a la investigación. Ya al año siguiente de su ordenación sacerdotal comenzó su tarea docente en el seminario de San José de La Plata, donde dictó Metafísica y otras disciplinas filosóficas durante casi medio siglo. Luego enseñó en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de La Plata. En 1945, recibió el Premio Nacional de Filosofía por su obra Filosofía moderna y filosofía tomista.


Durante el gobierno de Juan D. Perón, se vio obligado a abandonar temporalmente su país, en 1955. Al crearse la Universidad Católica Argentina, el 7 de marzo de 1958, Derisi, que ya había sido nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires, fue constituido primer rector. En 1970, Derisi fue nombrado obispo titular de Raso y auxiliar de La Plata. En 1981 el papa Juan Pablo II le nombró asistente al Solio Pontificio y, a fines de ese año, consultor de la Sagrada Congregación para la Educación Católica. En 1984, cuando se retiró como obispo auxiliar de La Plata, el Santo Padre le nombró arzobispo "ad personam", dignidad raras veces concedida.


Derisi ha sido uno de los principales restauradores del tomismo en Argentina, primero desde el Seminario de La Plata, y luego en la Universidad Católica Argentina, desde donde proyectó su influencia por todo el Cono Sur, por algunos países de América Latina (Perú, México, entre otros) e, incluso, por algunos de Europa (Bélgica, Francia, Italia y España). Promovió una crítica penetrante y erudita de los fundamentos gnoseológicos del pensamiento moderno, tratando de establecer la doctrina tomista. Además de conocer a fondo a los principales representantes del neotomismo, cultivó un profundo conocimiento de la fenomenología y del existencialismo modernos, familiarizándose con las obras de Husserl, M. Scheler, Sartre y Heidegger. También estudió a Benedetto Croce y la filosofía moderna del lenguaje.
FUENTE



Cardenal Copello


Monseñor Derisi