SOBRE EL PROTESTANTISMO EN ESPAÑA

D. Manuel Muñoz y Garnica

EL PROTESTANTISMO EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX

Por Manuel Fernández Espinosa

El feliz hallazgo que merecemos a las investigaciones de D. Luis Gómez López, publicado recientemente en este blog, ha puesto al descubierto otra empresa cultural más, de las acaudilladas por el infatigable D. Francisco de Paula Ureña y Navas. Al Círculo de Obreros Católicos de Torredonjimeno, hay que sumar a partir de ahora la Sociedad Católico-Literaria de los Amigos de los Pobres que descubría D. Luis Gómez en sus indagaciones de hemeroteca. Ni que decir tiene la satisfacción que nos produce constatar nuevamente que en el curso del siglo XIX y primera mitad del XX la actividad de los carlistas locales (tradicionalistas o integristas) fue una realidad y, por supuesto, se refuerza cada día más nuestra hipótesis de partida: a saber, que Torredonjimeno (así como otras localidades de la comarca: Jamilena, Higuera y Santiago de Calatrava, Porcuna, Lopera, Valdepeñas de Jaén, Martos...) fueron poblaciones en las que hubo una fuerte presencia de tradicionalistas carlistas.

El texto que publicaba D. Luis Gómez y que firmaban los miembros de la Sociedad Católico-Literaria de los Amigos de los Pobres de Torredonjimeno merece ahora nuestra atención. Vamos a trazar un breve bosquejo histórico que sirva de comentario para comprender mejor el texto en su contexto. Dice así:

“Señor Director del SIGLO FUTURO.
Muy señor nuestro: El nombre, las glorias y la caballerosidad de la católica España constituyen el móvil fortísimo que impulsa á los infrafirmantes, jóvenes individuos de la «Sociedad católico-literaria de Amigos de los pobres », de Torredonjimeno (Jaén), á suplicar á Vd. dé cabida en su católico diario á la presente, protestando solemnemente contra la impía, heretical y absurda permisión del tan sonado templo luterano en nuestra corte. Casi tienen el presentimiento de que no han de ser oídas las justas reclamaciones de los católicos españoles; pero no importa; así sabrán mejor, y una vez más, que es de hijos bien nacidos llorar y sentir las desgracias de su patria. Ni la paz, ni la cultura, ni la honradez pueden aconsejar al gobierno lo que todos los católicos, que son los españoles verdaderos, ni deben permitir, ni mucho menos aprobar; y que el protestantismo no da paz, bien claro lo dice la historia con las guerras religiosas de Inglaterra, Alemania y Francia; que no trae la ilustración, antes la quita, harto demostrado lo tiene nuestro Balmes en el mejor de sus libros; y que lleva en su frente la deshonra, demostrando con evidencia la impura cuna que le meció en su infancia, la obscena ropa que vistió de joven y el sucio manto que hoy cubre su decrepitud y sus mentiras. ¡Lástima grande que la España que supo y apartó de sus hijos la peste de la herejía, abra sus puertas al error y se manchen con el lodo y el cieno que arrojan otras naciones.


Torredonjimeno, festividad de la Purificación de Nuestra Señora, 2 dé Febrero de 1893.

Presidente efectivo, J. de la Cruz Pérez Ortega.— Vicepresidente, Francisco de P. Ureña Navas.—
Secretario, Pedro Aranda Ocaña.—Tesorero, Esteban Serrano Zafra;—Socios efectivos: Manuel Peinado Izquierdo.—Ernesto Pérez Ureña.— Antonio Ureña Estrella.—Francisco Ureña Estrella. —Juan Benito Vegara Martos.— Francisco Ortega Montejero. — Juan Erin de Fuente.—Dámaso Calahorra.—Gerardo Muñoz. —Crisóstomo Ureña Estrella. —Juan Jacinto Cañada Ureña”.

En el cuerpo del texto se alude a un libro de Balmes: "harto demostrado lo tiene nuestro Balmes en el mejor de sus libros". El redactor de este manifiesto de repulsa a la instalación de un templo protestante en Madrid estaba refiriéndose, sin ninguna duda, al libro "El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea" (del año 1840), formidable tratado de apología católica que hay que haber leído para poder comprender el énfasis que ponen nuestros católicos tosirianos en este texto para reprobar la penetración del protestantismo en España.

Jaime Balmes


EL PROTESTANTISMO EN ESPAÑA: UN PROBLEMA MÁS QUE RELIGIOSO

La sensibilidad (diríamos que susceptibilidad, en proporción a la ignorancia) que caracteriza a nuestros contemporáneos puede escandalizarse ante una defensa tan integral del catolicismo frente al protestantismo. Tampoco ayuda mucho, es cierto, la torcida interpretación que del Concilio Vaticano II y el Ecumenismo se ha visto realizada en las últimas décadas, desgraciadamente en el campo católico. Pero si queremos comprender esta reacción de nuestros integristas hemos de tener en cuenta, permítaseme que sea escueto, algunos factores, como son los siguientes:

1. El Siglo XIX supuso un siglo de revolución que trastornó España. Al principio fue la invasión napoleónica que traía las perniciosas ideas de la revolución francesa. Pero, mientras España combatía al invasor que trataba de implantar sus errores políticos (falsas libertades, falsa igualdad y falsa fraternidad), los españoles se verán divididos al surgir en Cádiz una secta -la de los liberales- que, mutando a lo largo del siglo, más o menos radicalizados, perpetra la gran traición a la tradición católica y monárquica que caracterizó a España en su más gloriosa Edad.

2. El único, natural y legítimo sentir y ser tradicional español se mantuvo en las filas del ejército carlista que no luchaba simplemente por una cuestión dinástica, sino que había empuñado las armas para combatir a una secta minoritaria de españoles extranjerizados que porfiaban en desfigurar España, fascinados por ideales del todo ajenos a los intereses del auténtico pueblo español y convertidos en vasallos de potencias extranjeras, ora Gran Bretaña, ora Francia.

3. Es aquí cuando hace acto de presencia el protestantismo en España. Serán misioneros -casi todos británicos y de diversos cultos protestantes (cuáqueros, metodistas...)- los que vengan a España, como si nos hiciera falta a los españoles ser "evangelizados". Este protestantismo incipiente, un injerto extraño, estaba impulsado económicamente por Gran Bretaña (en menor medida por Alemania). En un primer momento puede localizarse el foco de emisión protestante en Gibraltar, desde donde algunos agentes del protestantismo pretendieron extender su doctrina herética por Andalucía, sin resultados dignos de destacar. La propagación del protestantismo no era ajena a determinados intereses políticos que Gran Bretaña se traía entre manos: y es que, en los gabinetes británicos se había visto necesario que, para minar y socavar el vigor de España (siempre una posible amenaza al poderío imperialista anglosajón) había que descatolizarla, protestantizándola. De esta guisa: desarmada y desalmada, España se convertiría en un pelele y la amenaza de un resurgir español se abortaba.

4. ¿Hubo protestantes españoles? Los progresos de las diferentes "misiones" protestantes en España no fueron, en modo alguno, relevantes y, teniendo en cuenta el desembolso y la actividad generada por los agentes protestantes británicos, hay que decir que resultó un rotundo fracaso. En general, los españoles que apostataron de la Iglesia Católica, para abrazar la herejía protestante, lo hicieron movidos más por viles intereses que por un auténtico proceso de conversión religiosa. La mayor parte de adeptos españoles al protestantismo decimonónico fueron sacerdotes y religiosos que apostataron del catolicismo, para poder casarse con las mujeres con las que estaban abarraganados (hubo uno que se hizo ortodoxo por el mismo motivo venéreo, poniéndose bajo la autoridad del capellán de la Legación Rusa en España). Los españoles que se hicieron protestantes, sin ser sacerdotes o religiosos, fueron literalmente comprados por los misioneros ingleses que, explotando la miseria y la incultura, pudieron a cambio de un dinero tener clientes para sus misiones: y esto, siempre, en puntos muy localizados, allí donde los británicos explotaban nuestros recursos mineros que, gracias a la corrupción liberal, eran cedidos al plutocrático clan de los Rothschild y sus diversos tentáculos.

En el caso de la provincia de Jaén los mineros ingleses y alemanes fueron los que en Linares intentaron abrir una capilla protestante (como abrieron logias masónicas y espiritistas) a la vez que compraban algunas apostasías. Tal ocurrió en Iznatoraf, con un caso que fue muy sonado en su época, siendo ministro de la Gobernación Romero Robledo. Lo que allí ocurrió fue que un "pastor" protestante, a sueldo de una dama inglesa, se querelló contra el párroco católico por haber bautizado un hijo del pastor protestante, a requerimiento de la esposa de éste y madre de la criatura.

5. La primera Constitución Española que aprobaba la "libertad de cultos" fue la promulgada durante el convulso y catastrófico Sexenio Revolucionario que se inició con la llamada Revolución Gloriosa de 1868, si bien es cierto que la Constitución de 1854 ya esbozaba esa libertad de cultos, aunque ésta quedó en agua de borrajas. Al concluir el Sexenio, abierto el proceso de la llamada Restauración Canovista se produjo otra Constitución que se caracterizaba por dar una de cal y otra de arena, tal y como era el espíritu del liberalismo doctrinario de Cánovas del Castillo. Esta imprecisión, esta vaguedad de algunos artículos constitucionales tuvo como consecuencia que los progresistas de Práxedes Mateo Sagasta, eminente director de la masonería en España, realizaran siempre que se veían en el poder una interpretación de la Constitución para lesionar, en la medida de sus posibilidades, los intereses de la Iglesia Católica. El anticlericalismo, el anticatolicismo, era la seña de identidad de los progresistas como lo es hoy (vemos que no han progresado a pesar del paso del tiempo) y todo apoyo a cualquier credo no-católico siempre fue una forma de provocar problemas a los católicos. En 1893, fecha de nuestro texto, le había tocado el turno en el poder a Sagasta y, por lo tanto, no era extraño que el gobierno hubiera accedido a la pretensión de los protestantes que quería erigir un templo en Madrid.

6. Los integristas tosirianos (empleamos el término "integrista" en su sentido originario) estaban bien informados del peligro que constituía la propagación del protestantismo en España. No sólo habían leído el portentoso libro de Mosén Jaume Balmes más arriba citado, "El protestantismo comparado con el catolicismo...", sino que contaban con elementos algo más que teóricos: nadie ignoraba en aquel entonces que el protestantismo español servía de tapadera no sólo a los intereses británicos, sino a las conspiraciones revolucionarias. Bajo la cobertura protestante operaban los revolucionarios socialistas y así está demostrado con la intervención de protestantes en la sublevación de Loja, acaudillada por el veterinario Rafael Pérez del Álamo, y que tuvo lugar el año 1861. En este sentido, el cultísimo ubetense Dr. D. Manuel Muñoz y Garnica (1820-1876), canónigo lectoral de la Santa Iglesia de Jaén y director del Instituto provincial de Segunda Enseñanza de Jaén, había escrito en 1861 un libro titulado "El protestantismo inglés y los revolucionarios españoles". D. Manuel Muñoz Garnica había sido corresponsal epistolar de Mosén Balmes en vida del filósofo catalán. Como estrecho colaborador tuvo Balmes al médico D. Benito García de los Santos (1823-1863) que, aunque había nacido en Madrid, era profesor de Historia Natural en el Instituto de Jaén y, por lo tanto, compañero a su vez de Muñoz y Garnica. Desde 1844 a 1846 el profesor García de los Santos y Jaime Balmes, conjuntamente, habían dado a la estampa "El Pensamiento de la Nación", periódico en el que se derramaba la erudición y el talento de Balmes. Es posible también que en fecha imprecisa, Jaime Balmes visitara Jaén a tenor de este pasaje epistolar que le escribe Balmes, desde Madrid, a su amigo García de los Santos:

"Quiere usted saber cuándo voy a Jaén; como yo no lo sé tampoco, mal puedo contestar. Salude usted al señor Garnica...".

Pero algún día trataremos más detenidamente las figuras de Muñoz Garnica y de Balmes.

A modo de plan inicial la cuestión podría quedar presentada en estos factores que simplemente hemos enunciado. Esta no es la historia del protestantismo que quisiera el señor César Vidal, pero ésta es la que hay: la que podemos reconstruir concienzudamente si consultamos los archivos municipales, parroquiales y diocesanos, si investigamos en las hemerotecas y si leemos esos buenos libros que la estupidez políticorrectal mantiene lejos del lector medio español. Nos referimos a la obra completa de Jaime Balmes y a la "Historia de los Heterodoxos Españoles" del ínclito D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Poca bibliografía fiable y solvente pudiéramos citar para esta cuestión además de ésta, amén del libro de Muñoz Garnica.

Es por lo tanto muy oportuno que, antes de juzgar un asunto histórico (como es la presencia protestante en España), el contemporáneo prescinda de sus ideas prefabricadas por el desastroso sistema de enseñanza español, desarrollado desde los años 70 a esta parte. No se puede abordar un tema como éste, desde el sentimentalismo estúpido y la idealización de la modernidad. Hay que buscar la verdad en los archivos, en las hemerotecas y en las bibliotecas. El protestantismo en España no es una cuestión simplemente religiosa, sino que tenía consecuencias políticas. El protestantismo en España favorecía la colonización y explotación de nuestros recursos a manos de potencias extranjeras que nos estaban convirtiendo en una colonia, merced a la colaboración de las sectas masónicas y liberales.

Quien prescinde de los esquemas mentales vigentes evita, ante estas cuestiones históricas, el decir pamplinas, que son las que se suelen leer y escuchar cuando el que las escribe o las dice es un analfabeto funcional.

George Borrow, el más famoso de los vendedores de Biblias protestantes en España


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