A pesar de que, sorprendentemente, Menéndez y Pelayo hable bien de la Biblia del Oso en los Heterodoxos, y a pesar de que en efecto, se tradujo en el siglo de oro de la lengua castellana, a mí que desde niño he leído la Biblia siempre me pareció una versión bastante floja, al menos estilísticamente. No parece que doctrinalmente esté mal, pero no olvidemos que como toda biblia protestante es incompleta (aunque la versión anterior a la corrección de Cipriano de Valera contiene, si mal no recuerdo, los deuterocanónicos). La Nácar-Colunga es indudablemente mucho mejor estilísticamente y más agradable de leer, pero es preferible no fijarse mucho en las notas a pie de página porque aunque la versión es anterior al Concilio (1944), las ediciones posteriores están anotadas por modernistas. A mí me gusta mucho leer la Vulgata. Tengo la Vulgata, la Nácar-Colunga, la de Jerusalén, la de Bóver-Cantera, varios tomos aunque no todos de la ediciones comentadas de la BAC, tanto la de los jesuitas como la de los padres de Salamanca, y el librito de los evangelios de AFEBE, que solía leer de niño (desde los cinco años) y entendía muy bien aunque otros libros de la Biblia estuvieran fuera de mi comprensión. También tengo la Biblia de Crampon en francés.
No tengo la Torres Amat pero he leído algún fragmento del padre Scío, y siempre me he inclinado a pensar que Menéndez Pelayo, cuya catolicidad nadie puede poner en duda, dijo aquello por la sencilla razón de que en el Siglo XVIII y primera mitad del XIX nuestra lengua no estaba literariamente en sus mejores momentos, cosa que se puede comprobar leyendo a algunos poetas de la época, por ejemplo. Si don Marcelino viviera hoy seguramente habría preferido la Nácar-Colunga aunque haciendo los reparos pertinentes. Y en cuanto a la versión de la Conferencia Episcopal, no la he leído, pero desconfío mucho de ella. a lo mejor no está tan mal en cuanto a traducción o a estilo pero las notas prefiero no mirarlas para no enfermar.
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