La Iglesia, un pueblo sin lengua
El Latín súbdito del Inglés
Símbolo de la decadencia Católica
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En el Vaticano, el idioma sacro brilló por su ausencia,
mientras judíos y musulmanes desplegaban los suyos. |
Nadie puede discutir que el Latín, que otrora fue la lengua sacra del Catolicismo, ha dejado, de hecho, de cumplir la alta misión que le reconocieran, por ejemplo, Juan XXIII en la Constitución Apostólica Veterum Sapientia, y Pío XI en documentos anteriores.
Mientras antiguamente en las reuniones internacionales los clérigos asistentes hablaban en Latín, que dominaban a la perfección desde el seminario, hoy se ven obligados al uso del inglés o del italiano; pues ya no saben casi nada de la lengua que deberían dominar como condición indispensable para ser ordenados.
Al respecto se lee en la mencionada Constitución Apostólica: "Nadie, en efecto, habrá de ser admitido al estudio de las disciplinas filosóficas o teológicas si antes no ha sido plenamente instruido en esta lengua y si no domina su uso".
La Iglesia es hoy, contra toda lógica, un pueblo sin lengua propia, y debe pedirla de prestado nada menos que al Inglés, un idioma bastante primitivo si se quiere.
¿No permite acaso este detalle apreciar en toda su magnitud la protestantización ocurrida dentro de la Iglesia a partir del Concilio Vaticano II?
Pues la Revolución desatada por Lutero significó el desconocimiento de la Unidad, la rebelión de las iglesias particulares contra la Iglesia de Cristo, y la ruptura de los príncipes alemanes con la autoridad del Emperador y del Papado, quienes controlaba sus excesos.
Los efectos de este levantamiento y de todos los que vinieron en adelante, están perfectamente significados por el hecho de que la única Iglesia Católica, es decir Universal, no tiene hoy su lengua sagrada, y al mismo tiempo doméstica, que pueda servir de nexo común entre sus miembros.
Incluso se ha llegado a la extraordinaria situación de que el centro de la vida católica, la Santa Misa, no pueda ser ya comprendida por todos los fieles en todo en mundo.
Cuando, CTV (Centro Televisivo Vaticano) mediante, oíamos el pasado Domingo de Pentecostés las oraciones que judíos, católicos y musulmanes desgranaban en los jardines de la Casina de San Pío V del Vaticano, resultó evidente la pobreza idiomática instalada en la Iglesia por los modernistas.
Los judíos utilizaron para leer los Salmos y otras oraciones, el Antiguo Hebreo. Lengua sagrada en la que están escritos la Torá y los Profetas, y que es utilizada en muchas sinagogas.
Los musulmanes que seguían la ceremonia por TV, oyeron a sus imanes rezando en Árabe Clásico, lengua sacra del Islam y del Corán, que es utilizada en la liturgia mahometana.
Sin embargo, las lecturas y oraciones efectuadas por los Católicos, Papa incluido, se dijeron en Inglés, Italiano y Árabe.
No hubo siquiera un Cardenal en Roma, que recordara al mundo la antigua lengua del Catolicismo, hoy injusta e insensatamente olvidada.
¿Se puede agregar algo más al mensaje contenido en estos símbolos?
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