Como en tantas otras cosas, el pueblo, que en otros tiempos era teológicamente más sano, ya no conoce ni practica la doctrina. Se ha quedado con la forma sin el fondo. Y al faltar el fondo, ni la forma es lo que era. Es como con la Semana Santa. Sigue habiendo mucha gente que tiene devoción sincera y sabe expresarla. Yo nunca he sido rociero pero conozco algunos (pocos) que son católicos buenos y formados. Pero eso no quita que haya una mayoría que sin ser religiosa ni llevar una vida piadosa siente verdadera obsesión por la Semana Santa o el Rocío, o por ambas cosas. Hay muchos, muchísimos que nunca o casi nunca van a misa, no les importa blasfemar o al menos tomar el nombre de Dios en vano, están divorciados, votan a partidos abortistas, están a favor del aborto y de los maricones... pero eso sí, por nada se perderían la Semana Santa y por nada dejarían de salir de nazareno. Y esto es una forma de fariseísmo. Y no hablemos tampoco de la feroz competencia a la que llevan algunos su devoción por tal o cual imagen de Cristo o de la Virgen, más propia de seguidores de un equipo de fútbol que de creyentes que aun teniendo preferencia por tal o cual imagen ven en todas al mismo Hijo de Dios o a su Madre.