Monseñor José Guerra Campos
Separata del “Boletín oficial del Obispado de Cuenca”
Núm. 5, mayo 1986
III 1939. Sentimiento de liberación y de responsabilidad
Terminada la guerra, la Iglesia española experimentó un sentimiento vivo de liberación y responsabilidad (1). Libertad fundamental de vivir: se hizo posible la con*tinuidad de la predicación y del culto, interrumpidos, en media España, a sangre y fuego. Libertad de acción: un campo abierto, sin trabas del poder, pues, según in*formación del Primado (2), el nuevo Estado iba desvincu*lando a los ciudadanos de las ataduras de unas leyes agresivas contra la Iglesia y la conciencia católica del país.La sensación de vuelta a la vida era total en casos como el de la disuelta Compañía de Jesús, cuyos miem*bros exiliados se incorporan a la España Nacional desde 1936, y que es readmitida oficialmente en 1938, con de*volución de sus bienes (3). El Padre Ledochowski, agrade*cido, da a Franco Carta de Hermandad, inscribiéndolo entre los máximos bienhechores y fundadores de obras de la Compañía (4). Todavía veintiséis años más tarde el Prepósito General Padre Janssens mostraba su gratitud al General Franco «porque España es el único país que nos restituyó todas nuestras casas» (5).Los sacerdotes vivieron, además, una nueva libertad interior: por vez primera, en mucho tiempo, pudieron dedicarse a su ministerio de un modo puro, mientras los mayores se habían visto acosados por las luchas partidistas, y, a veces, implicados en ellas, aunque sólo fuese para defenderse. Durante decenios la mayoría tra*bajamos sin una sola interferencia y sin ocuparnos de asuntos políticos, ni civiles ni eclesiásticos (6).Notas:1. Invoco el recuerdo de los sobrevivientes y todos los testimo*nios escritos de la época.2. Informe, todavía durante la guerra: «Poco a poco y por los poderes del nuevo Estado se nos va desvinculando de las torpes ataduras de unas leyes que eran un ultraje a la Igle*sia y a la conciencia católica del país» (cf. R. Aisa, Gomá).Cuando la Conferencia de Metropolitanos se reúne en no*viembre de 1937, faltaba aún la derogación positiva de las leyes laicas, pero reconoce que ya estaban anuladas de he*cho (Acta, en «Hispania Sacra» 34). Al reunirse la misma Conferencia los días 2-5 de mayo de 1939, ya se había rea*lizado la derogación de las leyes laicas; quedaba sólo la del divorcio, que fue derogada por Ley de 23 de septiembre de 1939 (ibídem).3. Por disposición del día 3 de mayo4. Suárez, Franco, II, pág. 288.5. «La Compañía está muy agradecida al General Franco, por*que España es el único país que nos restituyó todas nuestras casas» (cf. Suárez, Franco, VII, pág. 92, nota).De modo general, todavía en 1968, el Papa Pablo VI, en una carta al Jefe del Estado (en la que proponía un cambio en el sistema de nombramiento de Obispos), le testimonia a Franco el debido aprecio por la gran obra que ha llevado a cabo en favor de la prosperidad material y moral de la Nación española y por su interés eficaz en el resurgimiento de las instituciones católicas después de la guerra civil. (Con*fróntese «Boletín de Cuenca», noviembre de 1973, pág. 523).6. «Boletín de Cuenca», septiembre de 1974, págs. 5-6.