Lamentable noticia pero consecuente con el modernismo profesado por las autoridades romanas. Dar el "placet" a un obispo abiertamente cismático y perteneciente a una iglesia nacional (como los anglicanos, galicanos, ortodoxos, etc.) existiendo la Iglesia Católica en la clandestinidad implica un desprecio de facto contra los verdaderos fieles católicos chinos y en especial contra sus mártires a manos del comunismo ateo.
El espíritu que inspira esta decisión es claramente contrario al de la carta apostólica "Ad Sinarum Gentem", de 1954, en la que el magnífico Pío XII no transa con el error, actuando como verdadero pontífice e instando a los fieles chinos a la resistencia heroica. Debemos seguir rezando para que el Sumo Pontífice no continúe con la política de sus predecesores postconciliares de un paso adelante y dos atrás.


EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM.