La República Popular China y el Vaticano han izado la bandera blanca de la paz. La distensión en las hasta ahora complicadísimas relaciones entre Pekín y la Santa Sede, que comenzó a tomar forma a finales de Julio pasado con la carta a favor de la reconciliación que Benedicto XVI escribió a los católicos chinos, ha cristalizado ahora en una persona: Joseph Li Shan, un religioso de 42 años que ayer fue ordenado obispo de Pekín. Li Shan se ha convertido en el primer obispo chino en más de medio siglo que obtiene la bendición pública del Papa.
Era el Osservatore Romano, periódico oficial del Vaticano, el que se encargaba de dar a conocer el plácet al nombramiento de Li Shan como obispo de la capital china. Y, por si fuera poco, el mismo diario extendía también el beneplácito papal a la designación el pasado 8 de este mismo mes de Paul Xiao Zejiang como obispo coadjutor de Guiyang. "Los dos sacerdotes habían sido indicados a la Santa Sede por sus respectivas comunidades católicas locales como candidatos dignos e idóneos", subrayaba el rotativo. Esta decisión se enmarca dentro de la estrategia del Vaticano que pretende acercarse a China y facilitar así un viaje de Benedicto XVI al país asiático en un futuro.
Se trata de los dos primeros obispos de los 74 con que cuenta China que obtienen el respaldo público del Papa para ejercer ese cargo. Es más, desde que Pekín y la Santa Sede rompieron relaciones diplomáticas en 1951, dos años después de que Mao Tse-tung llegara al poder, ni uno sólo de los obispos nombrados desde ese momento en China había logrado la bendición del Pontífice. El nombramiento de obispos es una de las cuestiones que más ha enfrentado a ambas partes, lo que también ha provocado la creación de dos Iglesias paralelas: una oficial controlada por las autoridades comunistas y otra considerada fuera de la ley y fiel a Roma. El Gobierno chino siempre se ha negado a contar con la aprobación del Santo Padre para poder nombrar a un obispo, al considerar que supone una injerencia en sus asuntos internos. Mientras, el Vaticano enarbola el artículo 1.382 del Derecho Canónico, que establece la excomunión para los obispos ordenados sin el beneplácito papal.
Es cierto que el 90% de los obispos chinos han recibido la bendición secreta del Sumo Pontífice tras su nombramiento. Pero ayer se dio un paso importante hacia la reconciliación con la bendición pública y notoria del Vaticano al ordenamiento de Joseph Li Shan y Paul Xiao Zejiang.
Lamentable noticia pero consecuente con el modernismo profesado por las autoridades romanas. Dar el "placet" a un obispo abiertamente cismático y perteneciente a una iglesia nacional (como los anglicanos, galicanos, ortodoxos, etc.) existiendo la Iglesia Católica en la clandestinidad implica un desprecio de facto contra los verdaderos fieles católicos chinos y en especial contra sus mártires a manos del comunismo ateo.
El espíritu que inspira esta decisión es claramente contrario al de la carta apostólica "Ad Sinarum Gentem", de 1954, en la que el magnífico Pío XII no transa con el error, actuando como verdadero pontífice e instando a los fieles chinos a la resistencia heroica. Debemos seguir rezando para que el Sumo Pontífice no continúe con la política de sus predecesores postconciliares de un paso adelante y dos atrás.
EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM.
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores