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Tema: La vacua idolatría hacia la ciencia y la técnica

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    La vacua idolatría hacia la ciencia y la técnica

    La vacua idolatría hacia la ciencia y la técnica. Manifestaciones de la soberbia egolátrica del hombre prometeico



    Comprender es remitir cada fenomenología a su arquetipo celestial. Es este un proceso que nada tiene que ver con el saber de la ciencia moderna, que no es más que mera acumulación de información sobre el aspecto accidental de los fenómenos. Es aquí donde reside principalmente la diferencia entre el sabio y el intelectual.
    La ciencia moderna ignora todo cuanto trasciende el orden físico. Lo que equivale a decir que ignora todo lo que no es accidental. Lo conocido no es más que un aspecto aparente de lo desconocido, y para colmo de males no es fácil rasgar el denso tapiz de lo físico y material.
    Nuestra ciencia moderna es muy capaz de explicar las razones materiales, pero es absolutamente incapaz de profundizar más allá de lo físico. Este plano lo deja a la filosofía, para ser más exacto a la metafísica de la materia. Yo mismo he leído un par de obras al respecto, más adelante os escribiré a acerca de lo contenido en una de ellas a la que tengo un gran aprecio: “Metafísica de la Materia. Núcleos temáticos de la filosofía de la naturaleza materia no viviente”. Manuel Carreira Vérez. Publicaciones de la Universidad Pontificia de Comillas”. Sita en la Villa de Madrid.
    A diferencia de las ciencias modernas, las tradicionales no buscan la exactitud cuantitativa, sino la Verdad cualitativa.
    Hay dos verdades fundamentales para el conocimiento de los fenómenos. La primera es que el ser humano está hecho para lo Absoluto y todo conocimiento fragmentario, esforzarse en lo superficial no deja de ser una absoluta y estúpida pérdida de tiempo… incluso peligrosa, desde el punto de vista escatológico. La segunda verdad es que el ser humano no tiene derecho a conocer cuanto quiera o pueda en el dominio de la naturaleza. Cosa que ha comenzado a hacer desde que decidió ignorara su Creador y convertirse a sí mismo en Dios. El conocimiento de lo relativo ha de estar en función de la madurez espiritual y mental, y de la recta voluntad de hacer siempre un correcto uso de esos conocimientos.
    Nadie enseñaría a un niño el funcionamiento de un arma… y sin embargo se hace.
    El hombre de mentalidad científica ha tenido a bien sustituir la verdad cualitativa por la exactitud cuantitativa, es decir, ha despreciado la sabiduría por el cálculo, y calcular es propio de mercenarios, decía San Juan Crisóstomo). El hombre moderno ha trocado lo multidimensional del símbolo que a abre a lo universal, por la unidimensional de la cifra que se encierra en lo particular. Ha sustituido el antiguo universo polivalente de las antiguas imágenes cosmológicas por un mundo de discursos, de cifras, y de signos. El hombre moderno confunde las esencias con las contingencias, los seres con sus sombras: la mentalidad científica vive rodeada de fantasmas, su mundo es el mundo de los espectros.
    Un mundo que no puede ser percibido ni imaginado, que sólo puede ser expresado en formulaciones matemáticas, no pasa de ser una fantasía inerte que el hombre no habita, monstruosa e inoperante proyección de la patología hipertrófica de su mente analítica y soberbia.
    El misterio nos envuelve y es nuestro destino, éste nos aguarda ineluctablemente tras cada interrogante radical de la existencia, y nos impulsa hacia la trascendencia, allí donde la ciencia no podrá acceder jamás. Revolverse obnubilado por el poder de la materia, bajo la influencia satánica y prometeica sólo traerá dolor al hombre… y tras su muerte quizás algo peor… allá, en la Eternidad.
    La técnica nos seduce a todos, yo mismo no pude resistirme a la atractiva oferta de Orange con su Nokia N95 8G. Sí, la técnica hechiza con la inmediatez asequible de sus prestigiditaciones, la magia natural de la que hablaban los renacentistas. El hombre moderno identificado con la creencia en la necesidad de un progreso técnico indefinido parece incapaz de contemplar esta idea como lo que realmente es: un prejuicio único en la Historia, fraguado en la ansiedad generada por la soberbia del género humano (muy posiblemente alentada por oscuras fuerzas sobrenaturales), y alimentada por una supina soberbia egolátrica. El hombre moderno es incapaz de diferenciar entre medios y fines.
    Tras la llegada de la civilización de las máquinas la posibilidad de multiplicar manufacturas en masa fue una tentación insuperable para un corrupto modelo civilizatorio, que no pudiendo ser como los dioses aspiró a ser como los titanes… Olvidando que los titanes perdieron la guerra contra los Olímpicos. Olvidando que éstos no podrán jamás ganar la guerra. Las máquinas… toda maquina “maquiniza”, imponiendo al hombre un ambiente inhumano. Manipulaciones tan grotescas como monótonas, gestos y conductas inentiligibles para la inmensa mayoría de los mortales, sin belleza, ni alma, sustituyendo la fecunda complejidad de los ritmos cósmicos por la uniformidad plana y lineal de la muerte. El maquinismo es causa y efecto de un mundo en el que la astucia ha sustituido a la inteligencia, y el mezquino utilitarismo ha usurpado el lenguaje de la Verdad.
    Desgraciadamente el hombre contemporáneo se ha vuelto radicalmente impotente para superar la intangible distancia que le separa de sí mismo.
    El hombre moderno podrá quizás dominar las fuerzas de la naturaleza física, pero parece incapaz de controlar su mente y, víctima del espejismo de la cantidad, avanza a velocidad vertiginosa a estrellarse de bruces con la Nada.
    Como Fausto, el hombre moderno ha comprado el poder que la técnica le ofrece al precio de su alma, pues la posesión de nuevos avances técnicos no hace sino estimular la necesidad de los mismos, y acrecentar indefinidamente sus carencias: el lugar de eliminar dependencias, la técnica los multiplica; de cada capricho que satisface, surgen diez urgencias nuevas que le acosan y le atan.
    Para nuestra tristeza la técnica con la ilusión de poder, como la ciencia como ilusión de conocer generan ineluctable, y fatídicamente el olvido radical del Misterio. Donde no hay dioses, imperan los demonios.


    Publicado por Arcana Mundi

    http://http://molestoluegoexisto.blo...ncia-y-la.html
    Última edición por Hyeronimus; 08/08/2008 a las 04:39
    ElBuenLadron dio el Víctor.

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