El protestantismo como desvinculador de la sociedad natural.

El fenómeno de la mal llamada Reforma protestante constituyó una bomba de relojería en la sociedad del s. XVI. Con ello no me refiero a un fenómeno desestabilizador de una sociedad concreta, sino a un destructor de la misma que al mismo tiempo sienta las bases de una nueva “sociedad”. Es por ello que el protestantismo es un acontecimiento muy complejo que no puede ser estudiado desde una única óptica. La Revolución protestante debe analizarse desde sus bases teológicas, filosóficas, políticas… No con una intención de individualizar cada uno de los ámbitos, sino que entendiendo la relación que guardan entre sí, poder comprender correctamente el fenómeno. Quisiera centrarme en este momento en el aspecto político protestante, pues lo considero de gran interés para poseer una correcta visión de acontecimientos que hoy ocurren e incluso, del propio fondo donde se desarrollan dichos acontecimientos.

1. El hombre, social por naturaleza

Continuando la línea iniciada por Aristóteles, santo Tomás lleva el principio de la sociabilidad del hombre natural a su plenitud. La finalidad meramente social aristotélica queda superada por la beatitud tomista. Por tanto, el hombre es social por naturaleza y la sociedad debe estar subordinada a Dios, el Bien absoluto.

Al referirnos al hombre como social por naturaleza, precisaremos qué entendemos por esta tendencia. Esto es, el hombre lleva inscrito en sí mismo su integración en la comunidad para actualizar plenamente sus potencias. Pero la naturaleza es jerárquica, es decir, encontramos un orden en la misma. Dicha jerarquización se entiende formalmente como una ordenación para el bien común promulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad (1).

Y es posible que nos formulemos la siguiente pregunta: ¿cómo queda integrado el hombre en la comunidad? La respuesta es mediante la vinculación. El hombre mediante el libre albedrío escoge los entes a los cuales se vincula y a ellos queda enlazado. La libertad, por tanto, juega un papel de identificación del bien en lo teórico y de ejecución en lo práctico, por ello la contraposición entre libertad y vinculación en el pensamiento político tradicional es inexistente. Encontraremos vinculaciones involuntarias (dependencia para con Dios como criaturas) y vinculaciones voluntarias (como la elección del cónyuge con quien contraer matrimonio). En el ámbito de la comunidad, el hombre tiene unas dependencias necesarias para con el rey, o con el municipio o con la comunidad de vecinos… En otras palabras, la naturaleza del hombre lo lleva a integrarse en la jerarquía social.

2. Lutero y la pseudosociedad moderna

Toda la matriz escolástica que descubrió el funcionamiento de la realidad creada vino a recibir un gran ataque con la irrupción del fraile agustino Martín Lutero. Lutero vino a crear una nueva religión que no desarrollaremos aquí por cuestiones de extensión, pero quiero focalizar el estudio en un punto importante: la libertad del hombre.

Frente a la relación inseparable bien-libertad clásica, Lutero desarrolla una nueva libertad. La libertad moderna se defeniría como las pulsiones interiores del individuo, es decir, aquello que ‘en conciencia’ quiero hacer. Como vemos, la matriz antropocéntrica es tal que la libertad queda desligada de todo bien y ser libre es por tanto, responder a esas pulsiones.

A este elemento le sumamos otro que vendría a ser la contraposición al principio de relación naturaleza-gracia tomista (la gracia no suprime la naturaleza, sino que la perfecciona(2)) mediante la proclamación de la independencia del orden natural y el sobrenatural.

Esto tiene consecuencias muy trascendentes en la política puesto que lo que antes respondía a la naturaleza del hombre (vinculación) es ahora un ataque a la libertad, es decir, la libertad moderna entiende que toda vinculación merma la libertad puesto que no responde a pulsiones interiores sino a un ente externo y ajeno. Por tanto, se ponen las bases para una nueva sociedad, en la que la libertad ya no depende del bien sino que es absoluta en sí, pues depende del individuo. Pese a las contradicciones que posteriormente llevará a cabo Lutero de su propio principio (como la vinculación al poder secular, causando la Guerra de los campesinos de 1524-1525), este concepto de libertad desligada será muy operativo en la Modernidad. Es por ello que la introducción de la libertad moderna constituyó la ruina de la civilización medieval, sociedad jerarquizada en torno al Papado y al Imperio.

3. La restauración de la libertad humana

Pese a toda ideología, el hombre es incapaz de ir contra sí mismo, es decir, contra su naturaleza. Puede hacer teatro y creer que está por encima de ella, pero no se corresponde con la realidad pues sólo el Creador crea, no la criatura.

Por ello, es nuestro deber combatir todo tipo de ideas ancladas en la llamada libertad moderna. Puesto que si verdaderamente la desvinculación otorgase libertad, nadie sería libre pues toda persona se debe a directrices de otras (familiares, laborales, religiosas…).

En base a esto, es preciso vivir conforme a las vinculaciones a las que estamos sometidos libremente, en todos los ámbitos de nuestra vida. Desde los deberes para con el cónyuge hasta la obligación con la Patria. Pero entre estas dos sociedades (familia y Patria), existen multitud de sociedades intermedias que es preciso reconducir de acuerdo con el principio de autoridad, generando así una restauración orgánica desarrollada de forma celular que aspiara a conquistar las copas más altas de la sociedad.

Francisco Sandoval
(1) TOMÁS DE AQUINO, Suma Teológica, Ia-Iia, q. 90, art.4.
(2) TOMÁS DE AQUINO, Suma Teológica, Ia, 1, 8 ad 2.