"Estaba en el correo formado en la fila. Cuando llegó mi turno me quedé parado, esperando que me llamaran, como debe ser. Para mi asombro, los que venían atrás mío me pasaron uno tras otro. Sin pedir permiso, sin preguntar. Nadie se dirigió a mí para ver por qué estaba parado ahí, en el principio de la cola, sin moverme. Así, hasta que el correo cerró. Al día siguiente volví y ocurrió exactamente lo mismo. Al tercer día también. Entonces hablé con un maestro, más veterano en Israel, que me explicó los modales de aquí. Yo estaba shockeado, no lo podía creer. Hasta tal punto era grande la distancia entre nosotros".
Así explicaba Ambebe, que llegó en la
Operación Moisés, hoy un docente que se dedica a la formación de liderazgo entre adolescentes israelíes etíopes, a este cronista. Si así ocurría en la banal cola de un correo, es posible imaginar lo que ocurría en los niveles más profundos.
Uno de los pueblos más educados y delicados del mundo, se había encontrado con uno de los más groseros, el israelí, cuyo rasgo folklórico principal es ese: empujar en las filas de supermercados, correos y afines.
http://web.archive.org/web/200904250...ew.asp?id=1911
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