En China sí veo más que se aplique ese nuevo concepto de la educación con inclinaciones prácticas interdisciplinares y en las que se fomenten conocimientos globales y experiencias en otros países en donde puedan cultivar nuevas habilidades. Conozco a bastantes chinos de la Hoz y el Ferrari que han estudiado en varios países como Francia, Estados Unidos, Reino Unido, España, que están aprendiendo de primera mano cómo funciona y qué se enseña en el Mundo 'Occidental'.
El principal problema para el Partido Comunista de China es que estos jóvenes que salen a millones de su país para estudiar en el extranjero pueden ser la clave para que su régimen se vaya al garete. Ya que dudo que vayan a aceptar la opresión y el férreo control que imponen las autoridades, máxime cuando esos estudiantes han probado la libertad y el libertinaje de otros países democráticos. El crecimiento económico tan fuerte, basado en buena parte en la gran desigualdad existente en la sociedad china y en un modelo de producción que no respeta al ser humano, ni al medioambiente ni a ninguna moral, puede acabar por paralizar a todos los niveles al país si se produce de forma brusca ese cambio deseado por algunos.
También habría que considerar que no hay una China única, sino que hay muchísimas, y que dudo que todos quieran permanecer en ese régimen de socialismo de mercado (qué grande es este término), o que el viraje hacia una democracia liberal sea la apuesta preferida. Lo que sí es seguro, es que tanto países de África como de América Latina que se han colgado a la locomotora china del crecimiento, se las tendrán que ver con una reducción en los precios de sus materias primas de exportación en los mercados cuando empiecen a ir frenando en sus economías.
Volviendo a Japón, están incrementando el gasto militar, y se ve con cada vez más temor el crecimiento de China y su influencia en el mundo. No hay que olvidar que siempre ha sido un mantra para los chinos la invasión japonesa de Manchuria y las masacres de Nankin que están recordando constantemente. Por lo que los mensajes de odio hacia los japoneses son constantes. Y tanto unos como otros se legitiman y se retroalimentan políticamente mediante este discurso bélico.
"And, as we Catholics know, Western Civilization is Roman Civilization, first classical Roman Civilization, then Roman Catholic Civilization, as the Christians preserved and carried classical Roman Civilization to the world in a Christianized form. That is, after all, why we are described as Roman Catholics."
no hay mucha diferencia con que tengan un partido de "derecha" y gane, la derecha de ese pais en esencia no se diferencia mucho a la de USA. Sobre el gasto y poder militar da igual, ellos siguen la misma doctrina estadounidense, recordemos que su constitucion fue redactada por los mismos gringos despues de perder la guerra, pueden ser uno de los paises mas fuertes militarmente pero no es para nada "japones".
Yo creo que Japón es lo mas parecido a España que hay en el mundo.Dos pueblos guerreros, con un designio imperial, ahora humillados por los mismos de siempre: los yankis.Fijaos si nos parecemos que Millán Astray compuso el Credo del Legionario inspirándose en el Bushido nipón. Fijaos también lo que decía Giménez Caballero en el diario Arriba:Ernesto Gimenez Caballero sobre Japon y España, en Arriba
Japón, el antiguo Cipango, es en definitva nuestro espejo en Oriente.
Saludos en Cristo.
Por desgracia, el Japón es un país, a día de hoy, muy americanizado, y en las grandes ciudades, yo diría que alienado por la obsesión de las tecnologías y las excentricidades de carácter sexual o no-sexual habría que decir, con sus extraños sustitutivos.
Recuerdo un reportaje: "El Imperio de los sin sexo" verdaderamente aberrante; está en YouTube.
Aún así, según me explicaron, en las zonas más rurales todavía tienen una forma de ser y una educación más tradicionales, y por lo menos "institucionalmente" tienen mucho cuidado en mantener el "folclore" más que nada por razones económicas creo yo.
Por cierto, no sé si sabíais que el Issuikai de Mitsuhiro Kimura (heredero del Tatenokai de Yukio Mishima) publica un periódico mensual cuyo nombre es "Reconquista" (así en español)
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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En parte sí que lo es, amigo... pero sospecho que no lo es mucho más que otros países europeos. Su población vive en un ritmo de vida contemporáneo, con muy poco tiempo para la verdadera espiritualidad.
El tradicionalismo sobrevive parcialmente en la Casa Imperial de los Yamato, pero con reservas. Como -al parecer- la princesa Masako no puede dar más hijos al príncipe Naruhito cabe la posibilidad de que sea abolida la ley sálica, vestigio postrero de la era Meiji. Esta monarquía sigue teniendo todavía un gran valor ceremonial y la sociedad japonesa siempre estuvo apegada a los ritos y a los usos ceremoniales de una manera que a nosotros nos parece extravagante. Pero no se sabe por cuanto tiempo esto será así.
En vista de que el enlace que puse no funciona, reproduciré el texto de Giménez Caballero que en él se contenía:
JAPON Y ESPAÑA,
por Ernesto Giménez Caballero
¡Arriba!,
Madrid, 24 de abril de 1941.
El sentimiento de compartir con los japoneses la defensa mas extrema del mundo frente a un común enemigo: este sentir que España y Japón son dos flancos decisivos‑ ha hecho que japoneses y españoles nos hayamos ligado fraternalmente y nos tengamos un mutuo cariño y admiración.
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Pero la admiración y afecto de España por Japón no es de hoy, sin embargo.
Procede desde el momento en que nos dimos cuenta de ser el Japón la otra España; la de allá. Osea, una nación colocada frente a un poderoso Continente Occidental (Estados Unidos) y un continente inmenso de color (el Asia china e hindú). Como España es la nación del lado de acá, colocada entre Francia e Inglaterra (Occidente) y el África (Oriente). España y Japón, las dos fronteras del mundo. Son dos puertas. La misma unidad de destino en la Universal.
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Además, nosotros españoles tenemos motivos profundos para conocer, admirar y encariñarnos con los japoneses.
"Una gente fortissima de Espanha"‑ dijo Camoens fue la descubridora del Japón ante la civilidad europea.
Hacia 1542 fue descubierto por Méndez Pinto. Gente peninsular desembarcó en seguida en "juncos" japoneses a las maravillosas islas de Cipango. A los 15 años, el 15 de agosto de 1547, nuestro San Francisco Javier comienza su evangelización en Kagoshima. Y tras el ansia evangélica del Divino Impaciente, jesuitas y dominicos, Embajadores de Felipe II y comerciantes abordan el Japón y sus islas cercanas: que llevan desde entonces el nombre hispánico de "Filipinas", "Carolinas" o "Marianas", en recuerdo de nuestros césares.
No puede olvidarse que si España fue la descubridora del Japón y su evangelizadora, también fue su primera estudiosa e investigadora.
Sobre el Japón aparecían en la España Imperial constantemente libros y estudios.. De Bujeda de Leiva, estudiando su historia, De Fray Manuel Preces, investigando su lengua. Gramáticas, como de Fray Ojanguren, del P. Fernández de Collado, Narraciones de los sucesos japoneses, por M. de Sosa, Santa María, García, Garcés, Piñeiro, Suárez de Figueroa. (Durante todo el 1500 y el 1600).
¡El Japón! ¿Pero qué es un japonés?¿En qué se distingue de un chino?
Porque ‑¿no es verdad?‑ todos nos hemos dicho esto muchas veces: ¿En qué se diferencia un chino de un japonés?¿Como se distinguen, entre sí, los japoneses y los chinos en sus eviternas batallas?¿Cual es la razón de que los chinos sean un país regresivo y estancado mientras los japoneses constituyen un pueblo de progreso y de ímpetu?¿A que se debe el que China obedezca ciegamente a Moscú, mientras que Japón es la avanzada del genio romano y ario en Oriente?
Tal vez estas mismas cuestiones se las han planteado los japoneses respecto a nosotros los españoles confrontándonos con los moros ¿Porqué los españoles (que físicamente tienen tantas semejanzas con los berberiscos) somos una nación de empuje y de historia, mientras que los marroquíes no han logrado nunca mas que un vago y celeste Imperio de Mahoma?
La explicación de este misterio hay que buscarla en la misma clave: la de ser Japón y España "genios entre Oriente y Occidente". Japón tiene lo suficiente de Oriental para entender el alma del chino: pero también posee la suficiente dosis de espíritu ario para colonizar esa raza de color. De la misma manera que España con los contactos milenarios con el Oriente ha sido capaz de comprender el corazón de berberiscos y de indios americanos. Y a la par: ha sido lo genialmente europea para alcanzar un vasto dominio sobre las gentes de color a través de los siglos y por mares nunca navegados.
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Efectivamente, en el Japón se han dado tipos etnográficos correspondientes a esa ambivalencia. Los prehistóricos "ainos" fueron algo así como los iberos "nipónicos". Y el elemento "caspio" un tipo de "celtas" japónicos. También en el Japón hay dolicocéfales orientaloides y razas braquicéfalas y platirrinas, a las que el etnógrafo Dixon las clasificó como alpinas y palcoalpinas. En el lenguaje también se observa esa misma clave. La lengua japonesa se alejó del alfabeto ideográmico que tiene el chino para adoptar un sistema silábico mucho más eficaz culturalmente.
Pero sobretodo fue en la religión donde se encuentra el "quid" de la disyuntiva entre lo chino y lo japonés.
El fondo religioso y nacional del japonés está en el "sintoismo". Mientras que la religiosidad china es fundamentalmente "budista". Dicho con palabras claras, los japoneses tienen un sentido religioso con distinción de "jerarquías" y con un sublime culto a sus "antepasados", a sus "muertos": a su "tradición". Mientras que los chinos tienen la creencia en la "masa" ‑pueblo de coolíes‑, "en el horror a la individualidad sobresaliente". Por eso los chinos no tienen "memoria" de sí mismos: no tienen "tradición viva, muertos fecundos": no tienen "historia". En cambio, los japoneses saben que "morir por la Patria es sobrevivir", es ganar la inmortalidad. Y de ahí su veneración a los "kamimi" o héroes. (En el Japón el ser héroe o ser sabio es como ser santo). Y recibir el culto de todo un pueblo. Es la razón de los samurais.
Los chinos desdeñan el honor militar. Y los japoneses son el pueblo del "harakiri", del "suicidio por la honra". China es un conglomerado de gentes, coletas y mandarines, con instituciones inmóviles como pagodas, con un Emperador nominal, aplastante e inútil. Una especie de inmenso sultanato. Mientras Japón, es una nación, un organismo vivo con instituciones eficientes, con gobiernos actuantes, con universidades investigadoras y patrióticas, con una literatura genuina, con unas gheisas deliciosas, con un arte expansivo, con un Ejército maravilloso, con un Emperador de calidad cesárea, descendiente de Jimmu Tenno. Y con un himno que suena a gloria y perennidad: "Que dure mil años nuestro Reino y luego ocho mil, hasta que las piedras dejen de ser piedras ‑y los musgos: húmedos y espesos."
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Todo ello hace que la Historia del Japón pueda compararse con la España. Japón como España fue en la guerra un pueblo de largas y cruentas guerras civiles. Las Facciones de los Tatra lucharon contra las de Minamoto, como entre nosotros iberos y celtas, castellanos y catalanes, carlistas y liberales, nacionales y rojos.
Y eso sucedió bajo el "Shogunato", un tipo de feudalismo donde el Mikado o Monarquía era algo así como los Reyes de la Casa de Trastámara, en Castilla.
España alcanzó su unidad y su grandeza en 1492, bajo los Reyes Católicos dirigentes de su Revolución Nacional. El Japón hizo su revolución en 1868. Y desde entonces, ese pueblo archipielágico: desunido por el mar sus islas y por los odios regionales sus gentes ‑pasa a ser Uno, Grande y Libre. Como el majestuoso crisantemo de su bandera. Y se atreve a la magnífica empresa de China (1894) y mas tarde a la de Rusia (1904)
Y desde entonces todo el Japón es un inmenso prepararse para afrontar la lucha contra el Oriente y el Occidente.
En mirar cara a cara a la soberbia mammonica de los anglosajones y norteamericanos. Y en preparar cualquier ofensiva contra cualquier sorpresa.
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¡Oh Japón! ¡Hermano nuestro en el Extremo Oriente!. País de los poemas ingenuos y delicados de los "haikais" y de los "tanka", como nuestras serranillas. Soñador en vuestro samisen, vuestra cerámica. País de cerámica maravillosa, como esa loza de Talavera japonesa que es la de Satsuma.
Pais de Teatro nacional heróico y religioso ‑como el medieval de "No"‑ que corresponde al nuestro de Lope y Calderón.
País de narradores y de pintores. De capitanes samurais, de "Cides" con ojos oblicuos.
Y país que supo europeizar su ciencia con fundaciones como la de Bansho Shirado Dokwo. Y como la Universidad Imperial de Tokio. Como nosotros hicimos con el Renacimiento con Salamanca, Alcalá y los Colegios Mayores.
Pero de todo cuanto acerca Japón y España, lo que más: nuestro común desprecio a la muerte. Somos pueblos de soldados y de místicos que "mueren porque no mueren" y gritan "¡Viva la Muerte!" y cantan: "Si caí, me fui al puesto que tengo allí." Allí en los luceros. Luceros del cielo español que parecen las campanitas de plata japonesas puestas en los aleros del firmamento.
¡Japón y España! Japón: País de terremotos, de volcanes que hacen a Yokohama desaparecer y modelan paisajes de nueva planta como recién creados por Dios. Y España: país de convulsiones históricas en que la vida tiene que resurgir como el primer día del Génesis.
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Por ti, Japón hermano, regado con sangre española y misional, yo alzo mi brazo y extiendo mi mano de paz, ante tu alerta frente a Oriente y Occidente.
Y es porque veo la mano extendida de tus soldados y Embajadores, gritando con nosotros ¡Arriba España!.
Saludos en Xto.
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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Conocéis la historia del relato de la faena maestra de Juan Belmonte? Si no es la única es una de las pocas experiencias de occidentales calificadas como estado zen por el maestro Suzuki.
La 'revolución antisexual' sacude Japón
A la luz de las alarmantes tendencias sociales que se observan en el país asiático, en la comunidad japonesa cobra fuerza un peculiar servicio de citas especiales que pretende cambiar la actitud de los jóvenes hacia las relaciones personales.
https://www.youtube.com/watch?v=nPnZ61zRT3c
Aquí unas fotos:
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Saludos en Xto.
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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Millán Astray usó el código samurái para crear la Legión española.
El cojo, manco y tuerto Millán Astray usó las directrices de estos guerreros japoneses -presentes en el Bushido- para idear una de las unidades más famosas de la historia.
Aguerrido, valiente, duro como una roca ante las adversidades, y dispuesto a dar la vida por cada uno de sus compañeros. Cuando -hace casi un siglo- la Legión española llegó a este mundo alumbrada por el cojo, manco y tuerto Millán Astray, todo aquel que se unía a sus filas debía saber que entraba en una de las unidades de élite de la época y que adquiría una serie de compromisos -como los anteriormente explicados- con el ejército de Alfonso XIII. Su vida, a partir de ese momento, pasaba a ser casi como la de un samurái. O al menos así lo entendía su creador quien, según dejó sobre blanco en varios textos, ideó dicha unidad teniendo en la mente el Bushido, un libro que explicaba pormenorizadamente los principios de dichos guerreros japoneses. La obra, según se dice, le marcó tanto que no dudaba en repasarla noche tras noche para intentar exprimir hasta la última gota de su sabiduría.
A pesar de que la fundación de esta unidad se sucedió en 1920, su historia está este 2015 de actualidad. Y es que, en primer lugar, el pasado septiembre se celebró el 95 aniversario de su creación (la cual se realizó con el objetivo de idear un grupo de soldados de élite capaces de enfrentarse a los nativos en la Guerra del Rif). Por otro lado, el calendario no ha avanzado ni una semana desde que varios grupos de legionarios desfilaran –chapiri sobre la cabeza y fusil G-36 al hombro- frente a Don Felipe y Doña Letizia por las calles de la capital durante la Fiesta Nacional del 12 de octubre. Y todo ello, portando a sus espaldas casi un siglo de historia en la que se incluyen desde heroicos combates en el norte de África hasta la defensa de Melilla a sangre y fuego.
Para hablar del nacimiento de la Legión es necesario referirse a José Millán Astray y Terreros, un gallego que, con apenas 15 años de edad, ingresó en la Escuela Superior de Guerra en 1894. Destinado primero en Filipinas y posteriormente en Marruecos (donde España andaba a bofetones con los rifeños por el control del territorio), este militar se percató de que la contienda sucedida en el norte de África no traía más que calentamientos de cabeza para la Península. Y es que, al hacer falta combatientes que se enfrentaran a los nativos, se había decidido enviar desde la metrópoli a decenas de soldados extremadamente jóvenes sin ninguna preparación militar para, mediante gónadas, dar de fusilazos a los lugareños. La idea no pudo ser peor pues, aunque los moros estaban mal armados, contaban con un mejor conocimiento del terreno y hostigaban y asesinaban constantemente a los militares bisoños (novatos, que diríamos en la actualidad).
«La Guerra de Marruecos era extraordinariamente impopular. Los reclutas eran enviados con poca preparación, poca comida, poco equipo… Además, desde España la población tenía la impresión de que perder soldados allí no ayudaba en nada en la Península. Es decir, un español de a pie creía que luchar en Marruecos solo traía penurias», explica, en declaraciones a ABC, Luis E. Togores, historiador experto en Historia militar y autor de « Millán Astray. Legionario». De la misma opinión es Guillermo Rocafort, exlegionario y estudioso de la unidad: «El problema era el sistema de levas. Los soldados acudían forzosos al Norte de África».
En esas andaban los militares (en una situación desesperada, pues sufrían constantemente las críticas de la prensa y de la población) cuando se planteó la necesidad de profesionalizar a los soldados que se desplazaban hasta la región. Así fue como nacieron los Tabores de Regulares, grupos formados por indígenas que, a las órdenes de oficiales españoles, servían de fuerza de choque contra los rifeños.
Sin embargo, su carácter de nativos no inspiraba demasiada confianza en los oficiales españoles, que sospechaban que les dejarían «colgados» cuando la situación se pusiese negra. Así pues, cuando apenas contaba con 26 primaveras a sus espaldas, Astray decidió proponer la creación de una unidad todavía más efectiva que, entrenada específicamente para resistir las penosas condiciones de África, se enfrentase a los rifeños hasta la muerte y estuviese siempre la vanguardia de las tropas españolas. «Hacía falta una unidad formada por europeos para detener aquella sangría. Un grupo de soldados que se moviera por unos valores y que no tuviera nada que ver con aquellos que hacían la “mili” en el Rif», completa Togores. Así fue como nació la Legión española.
Astray, durante su juventud.
La unidad nació en principio con el nombre de Tercio de Extranjeros, pues permitía la incorporación no solo de españoles, sino de cualquiera que pudiese enfrentarse al enemigo. «Un extranjero vale por dos soldados, uno español que ahorra y otro extranjero que se incorpora», solía decir Millán Astray. A su vez, y como sucedía en la Legión francesa, se estableció que cualquiera que quisiera podría inscribirse. Independientemente de sus antecedentes penales o de las maldades que hubiese hecho anteriormente.
«Astray era hijo de un director de prisiones que le inculcó la idea de que se podía reinsertar a los criminales en la sociedad. Por ello, en la Legión no importaba tu vida anterior. Todos podían acceder, desde los que huían de la política, hasta los que huían de una mujer (que los hubo) pasando por los que tenían una vida vacía. Esto se facilitaba no pidiendo un nombre real a los reclutas», destaca Togores.
De hecho, no fueron pocos los criminales políticos que prefirieron arriesgarse a dejarse la vida en el Norte de África que apostar por quedarse en España y ser atravesados por algún que otro cuchillo enemigo. «Curiosamente, unos de los primeros legionarios fueron anarquistas catalanes», destaca Rocafort. ¿Qué era lo que anhelaba Astray con esta medida? Lo primero era, como es lógico, llenar la Legión hasta los topes de combatientes. No obstante, y según los expertos, también pretendía buscar el perdón para todos aquellos que no estuvieran en paz con la justicia.
«Buscaba la redención, que los criminales llegaran al reino de los cielos mediante la Legión. Tenía esa visión católica de que todo el mundo puede ser salvado y solía afirmar que podía cambiar a todos ellos y convertirles en verdaderos patriotas, en la flor y nata de la infantería española. Además, les ofrecía dignidad, una nueva vida que empezaba a partir de entonces...», destaca el exlegionario.
Sobre blanco, la teoría quedaba impoluta. Había que formar una unidad que fuese siempre en vanguardia y se enfrentase antes que ninguna otra a los rifeños. Sin embargo, conseguir esto en la práctica era, cuanto menos, dificultoso. Y es que, no todo el mundo estaba dispuesto a dejarse las gónadas en un desierto perdido de la mano de Dios para salvar la vida de unos reclutas bisoños que apenas sabían atarse las botas sin ayuda. No obstante, Astray –que no andaba falto de ideas a pesar de no llegar a la treintena- señaló que había que rodear a esta unidad de una mística increíble para que, todo aquel que entrase a formar parte de ella, se sintiese comprometido a dejarse la vida por España. Por ello, se basó en los antiguos Tercios españoles para imbuir en la mente de los combatientes la idea de que, como antaño se hiciera en Flandes, allá por el siglo XVI, había que dejarse hasta la última gota de sangre por el monarca hispano.
Astray, junto a Francisco Franco.
El primer paso de Millán Astray fue dar un nombre a la Legión que recordase a aquellas unidades: «Tercio de extranjeros». Resultó perfecto, pues –con dicho término- se aunaba el nombre tan conocido gracias a los libros de las unidades al servicio de los Austrias y se daba a entender que –como pasaba ya por entonces- estarían formados en buena medida de foráneos. Posteriormente, y tal y como explica Togores a ABC, se usaron como modelo las cornetas y los tambores de los Tercios presentes en el Museo del Ejército para crear los de este nuevo grupo de combatientes. Estos detalles eran básicos para que naciera la mística. Todo ello se basaba además en el modelo organizativo de otros grandes ejércitos europeos de probada eficacia. «Su intención era crear un cuerpo militar al estilo de la Legión Extranjera francesa, con el espíritu combativo de los tagalos filipinos, por eso Millán Astray copió el modelo francés, del que eran partidarios otros grande militares españoles», afirma a ABC José M. Fernández Caamaño, coautor de « José Millán Astray, el coruñés que fundó la Legión».
Podría parecer que nadie se tragaría esta «milonga», pero lo cierto es que a Millán Astray no le pudo ir mejor. «Era un gran publicista, un personaje bastante teatral. Hay que tener en cuenta que, por entonces, no se había ideado la comunicación a través de la televisión, por lo que personajes como este militar, con capacidad para hablar en público, eran muy apreciados. Fue además muy bueno vendiéndola y rápidamente se puso de moda. A los pocos días de fundarla acudieron personas de todo el mundo a alistarse. Además, en aquella época el discurso de dar la vida por unos ideales estaba de moda. Su discurso caló en la gente, como caló en su momento el de Mussolini», añade Togores a ABC.
La valentía y multiculturalidad de los Tercios españoles, la organización de la Legión francesa y el espíritu de los tagales (una etnia filipina). Todos estos elementos fueron claves para Millán Astray a la hora de elaborar la Legión. Sin embargo, hubo uno aún más determinante si cabe. Este fue el Bushido, un texto que recogía la esencia de la vida del samuráis japonés y que fue escrito (o recopilado) en 1895 por Inazo Nitobé, un catedrático de la Universidad Imperial de Tokio. Desde que el miliar español leyó su traducción al francés, quedó prendado de sus enseñanzas.
De hecho, cuando se pasó al castellano, él fue el encargado de hacer el prólogo. Lo definió del siguiente modo: «El Bushido es el código de moral ascética de los samuráis —antiguos guerreros medievales—; su origen es antiquísimo, quizá de hace varios miles de años. Se ajusta a las virtudes del alma japonesa: caballerosa, guerrera, sencilla, de culto profundo a los antepasados y veneración religiosa a su Emperador, que representa para ellos a Dios y a la Patria [...] El Bushido se inspira en reglas de la más pura moral e iguala en su práctica, como el Cristianismo, a todos los hombres, sin separaciones ni privilegios de casta ni edades».
Tal fue su fascinación por esta obra que Millán Astray quiso impregnar con sus ideas a los soldados de la Legión. Lo cierto es que no era algo extraño, pues las enseñanzas de este libro oriental eran similares en esencia a las que podía impartir la religión católica.
«El Bushido era lo equivalente a los viejos manuales de caballería. Era un código de filosofía de vida. Una forma de afrontar la muerte. Tenía unos valores castrenses muy marcados, pero era en esencia una especie de tratado existenciañ. Fue más o menos como los códigos de caballería del rey Arturo., Los mismos principios, pero basados por el tamiz oriental», completa Togores. De entre ellos, el que más le atrajo era el que afirmaba que el samurái no sentía miedo ante la muerte y que estaba dispuesto a entregarla por su señor. Ese principio lo dejaría el gallego grabado a fuego en la nueva unidad, a cuyos miembros se les conocería como los « novios de la muerte».
Varios militares atienden a Millán Astray mientras este pronuncia un discurso.
A día de hoy se desconoce exactamente cuándo comenzó la relación de Astray con el Bushido, pero la mayoría de las teorías sentencian que fue durante su estancia en Filipinas, cuando no era más que un soldado ansioso de defender los intereses de su país al otro lado del mundo. Así lo cree Rocafort, quien es partidario de que se empapó de la cultura oriental en esta región. Caamaño coincide: «Comenzó a interesarse durante la campaña de la I Gran Guerra, su principal preocupación radicaba en crear un cuerpo de combate de la nada, sus armas, propiciar las tesis del Bushido basado en la mentalidad Occidental, lográndolo gracias a su persuasión de gran orador», determina en declaraciones a ABC. Togores es de la misma opinión: «El Bushido fue un ejercicio intelectual para Millán Astray, lo descubrió en Filipinas en la época en la que se creía que esta tierra iba a ser invadida por Japón».
Sea o no desde su estancia en Filipinas, lo cierto es que Millán Astray se sintió tan fascinado por el Bushido que, además de ser un libro que leía de forma recurrente y tenía siempre a mano en su mesita de noche, a partir de 1911 empezó a impartir sus enseñanzas (así como muchas otras) en la Academia de Infantería de Toledo, donde era profesor. El militar –según la mayoría de los historiadores- tenía tan interiorizadas las enseñanzas de los samuráis que, cuando creó la Legión , solo todo que revestir sus principios con esa pátina oriental que conocía desde hacía 15 años.
«La relación con el Bushido estaba preconcebida en su mente y la llevó a cabo cuando tuvo la luz verde para ejecutar el alistamiento y creación del Cuerpo de Voluntario de la Legión Extranjera. Supo extraer la parte más interesante para imbuir el espíritu legionario e inculcarlo a sus fuerzas de choque, demostrando al mundo la inteligencia y genio militar de uno de los Cuerpos de Ejército que más asombró a las naciones de Europa y América, desde su creación hasta la actualidad, pues sigue perviviendo en el fondo el mismo espíritu que inculcó», destaca, en este caso, Caamaño. De hecho, el propio Astray dejó constancia de ella en el prólogo que dedicó a este libro: «En el Bushido inspiré gran parte de mis enseñanzas a los cadetes de Infantería en el Alcázar de Toledo, cuando tuve el honor de ser maestro de ellos en los años 1911-1912».
Según señaló Millán Astray en su traducción, los principios básicos del Bushido pueden resumirse en cuatro:
1-«No dejarse sobrepasar por nadie en sus ideales».
2-«Servir al jefe supremo».
3-«Ser fiel a los padres».
4-«Ser piadoso y sacrificarse en bien de los demás».
A su vez, este texto contaría, siempre según el fundador de la Legión, con cuatro votos.
1-«La muerte».
2-«La fidelidad».
3-«La dignidad».
4-«La prudencia».
Las «pestes» impuestas por el Bushido (es decir, aquello que hay que evitar) son cuatro:
1-«El sueño».
2-«La disipación».
3-«La sensualidad».
4-«La avaricia».
Finalmente, este libro establece que hay que seguir un camino regido por los siguientes principios:
1-«Culto al honor».
2-«Culto al valor».
3-«Culto a la cortesía».
4-«Culto a la Patria».
Todos ellos, sin embargo, podían resumirse en la idea de que había que seguir el camino del samurái, un personaje mitificado por los libros que en el siglo XX causaba verdadera sensación entre los militares. «Un samurái luchaba por la defensa de su honor y el juramento al emperador, los legionarios luchaban por el honor dado en el juramento a la bandera y el Credo Legionario, es la muestra más palpable de su similitud, salvando las diferencias culturales entre ambas sociedades», explica Caamaño.
De estas reglas Millán Astray extrajo además la norma fundamental de todo legionario: la idea de que no había que sentir miedo ante la posibilidad de morir en batalla. Este principio se exacerbó hasta el máximo al señalar que los miembros de esta unidad eran auténticos «novios de la muerte». Todo ello, en base a las enseñanzas confucianas del Bushido. Una serie de principios que establecen que hay que morir por un bien superior sabiendo que, de esa forma, se consigue la vida eterna. Unas bases, por otro lado, patentes también en la religión católica.
«Al igual que el samurái se hacía el seppuku (mal llamado harakiri), los legionarios tenían que ser capaces de dar su vida por un bien superior. Pero eso no significa que sean amantes de la muerte. El grito de “viva la muerte” es en realidad un “viva la vida” de soldados a los que no les importa dar la vida por la Patria si es necesario», añade Togores. Rocafort, como exlegionario, es de la misma opinión: «La Legión es la muerte vestida con el uniforme de la infantería española. Lo que se pide a un legionario es que pueda, llegado el momento, morir por su patria. Millán Astray supo sintetizar muy bien esos tres puntos tras extraerlos del Bushido».
Así pues, para Milán Astray el legionario era, en esencia, un samurái, como bien dejó claro el propio militar en sus textos: «Y también en el Bushido apoyé el credo de la Legión, con su espíritu legionario de combate y muerte, de disciplina y compañerismo, de amistad, de sufrimiento y dureza, de acudir al fuego. El legionario español es también samuray y practica las esencias del Bushido: Honor, Valor, Lealtad, Generosidad y Espíritu de Sacrificio. El legionario español ama el peligro y desprecia las riquezas».
Desmontando a Millán Astray. Seis preguntas a Florentino Rodao, Doctor en Hª Contemporánea
1-¿Cree realmente que Millán Astray se basó en el Bushido para crear la Legión?
Según mi impresión, Astray aprovecha el Bushido para introducir la idea de que hay que morir por la Patria en unos años en los que estaba de moda el militarismo. Concretamente, se basa en el principio de que los samuráis debían dar la vida por su señor feudal. Pero más allá de eso, lo que se hace es inventar la tradición, usar a posteriori los ideales para dar una razón de ser a la unidad. No hay documentación de la época que avale que Millán Astray se basó en el Bushido para crear la Legión. Solo sus memorias pero, como todos sabemos, las memorias se acoplan a los intereses. Es posible que, a posteriori, le pareciese interesante esa relación.
2-¿Era Millán Astray un enamorado de Japón?
Astray fue uno de los pocos españoles que estuvo al lado de Japón cuando estaba perdiendo la Segunda Guerra Mundial en el 45. Hay fotos de él con el embajador japonés, etc. Pero no es más que un acercamiento de carácter político. Al fin y al cabo Alemania y Japón estaban en el Eje.
3-¿Afirma el Bushido que hay que morir por la Patria?
No. En Japón no había entonces concepto de nación, la idea es que había que servir al señor feudal. Millán Astray la traslada a que hay que morir por el país.
4-Millán Astray afirmó en varios casos que las creencias samuráis no estaban reñidas con la fe católica. ¿Es eso cierto?
Bueno. Hay que tener en cuenta que en el siglo XVII había una serie de ceremonias en las que los samuráis pisaban imágenes de la Virgen María y Jesucristo para demostrar que no eran católicos. Estas se dieron aproximadamente a partir de 1637, una época en la que el país estaba aislado. Desde entonces, en los lugares en los que se creía que había muchos cristianos se obligaba a la población para demostrar que realmente no profesaban esta religión. Por ello, decir que no eran opuestos a la religión cristiana es algo excesivo. Es cierto que en los años 40 ya no había un odio hacia a ella como lo había habido hasta entonces, pero los cristianos no estaban bien vistos.
5-¿Usó Millán Astray una imagen exacerbada de los samuráis para sus propios intereses?
Sí. Han quedado como defensores de las causas perdidas. La realidad era algo diferente. En el siglo XVIII eran un colectivo que había pasado de la espada a la pluma y que se entrenaban en artes marciales para mantener su identidad. Además eran burócratas que pasaron de ser contratados en los pueblos como defensa, a castillos. Eran nobles, hijos de samuráis y nietos de samuráis.
6-Entonces… ¿El Bushido es tal y como lo “vendió” Millán Astray?
No. Millán Astray se basó en un libro escrito en el XIX sobre los samuráis que bebía de la mística de estos personajes. A su vez, el cogió de ello lo que le gustaba y “le dio una vuelta de tuerca".
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SUICIDIOS POR CORONA EN JAPÓN Y CÓMO SE IDOLATRA A LAS VÍCTIMAS
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INFORMES POLICIALES
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INSTITUTO DE ESTADISTICA EN ESPAÑA
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https://www.youtube.com/watch?v=6qs-GLCzbcg
Mishima en relación al espíritu español del samurái y el viva la muerte de Millán Astray.
Saludos en Xto.
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘
Enrique de Borbón Parma, conde de Bardi, cuñado de Carlos VII y sobrino del conde de Chambord, en su viaje al Japón:
Saludos en Xto.
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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Video recomendado, la historia del finado está marcada por el rumbo que tomó el Japón de posguerra:
Imperium Hispaniae
"En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."
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