Cortes regionales han existido en España desde la Edad Media. Malamente se puede defender la Tradición si la amputamos parcialmente por mera economía. Sin embargo, lo que es una locura es que competencias de carácter intrínsecamente unívoco estén fragmentadas como la Justicia, la Sanidad o la Educación. Eso es vergonzoso y es lo que divide a los españoles en clases, según sean de primera o de segunda (o de quinta, como los castellanos desde 1978).
Sin embargo, hay competencias que claramente tienen un encaje natural en la gestión regional, y que de hecho se gestionan mejor desde un ámbito regional que desde una administración general, como son los Montes y Recursos Naturales, Turismo, Fomento en el ámbito de las carreteras convencionales y provinciales, etc.
Mi modelo es aquel en que el Estado gestione de forma única la Justicia, la Sanidad, la Educación, la Hacienda y la recaudación de todos los impuestos (aunque parcialmente fueran luego transferidos en una proporción razonable a las regiones para ejecución de sus competencias).
Las regiones quedarían con competencias en Turismo, Montes y Medio Ambiente, Fomento (en sus infraestructuras regionales que no afecten a otra región) y Cultura. Sería bueno en este sentido que el Estado impartiera una asignatura de Cultura Regional en cada una de las zonas, donde se muestre a los alumnos el folclore, la etnografía y la riqueza cultural de cada región. Evidentemente esto debe hacerse de forma conjunta para todos los territorios y con planificación estatal (evitando la difusión de los independentismos en las aulas), aunque los consejos regionales pudieran ser oídos en la propuesta de contenidos para dicha asignatura. Es realmente lamentable que los jóvenes de hoy en día no sepan lo que es una dulzaina, un paloteo o no conozcan siquiera la geografía de su entorno más inmediato.
Lo que en ningún caso se debe permitir es que las regiones puedan legislar sobre recaudación de impuestos y políticas de empleo, que deben ser planificadas en un ámbito conjunto. De lo contrario el mercado se fragmenta y entra la competencia desleal entre regiones, como es el caso de Vascongadas, cuyo impuesto de sociedades es diez veces inferior al que se recauda en Burgos, lo que produce una deslocalización de las empresas. Este tipo de disfunciones deben evitarse, los impuestos deben ser los mismos para todos, vivan donde vivan.
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