Tema: La infame legalización de la ikurriña (también llamada “purrusalda”) en la Transición

Lo de "purrusalda" parece ser un plato típico vasco, donde evidentemente abundan el rojo el verde y el blanco

Porrusalda - Wikipedia, la enciclopedia libre

"CONFUSIÓN Y CLARIDAD" (1977)

SÁNCHEZ Albornoz decía que "Castilla es la histórica prolongación, no por conocida menos auténtica, de Vasconia" y Unamuno solía decir que "el vasco era el alcaloide del español".

Estas frases no son ninguna paradoja. Las Provincias Vascongadas son la esencia de la Hispanidad y los vascos españoles son, por vascos y patriotas, más españoles que el resto porque ponen diariamente a prueba, ante minorías incalificables y violentas, su patriotismo sublimando con ello las más altas virtudes de nuestro pueblo. Sería muy conveniente a la opinión pública, ante la crisis de miedo que se padece, ver la gallardía y el arrojo con el que se "españolea" en las Provincias Vascongadas por los vascos españoles. Esto es silenciado, sistemáticamente, por nuestros medios de desinformación. ¿Por qué?

Hoy (1977) sobre los españoles de Euskalerria se ciernen la zozobra y la pena. Temen que, una vez más, se van a "sentir solos"... porque la incomprensión y defectuosa interpretación del sentir de la mayoría del pueblo vascongado sean malinterpretados y ondee al par que su única bandera, la roja y gualda, la bicrucífera "ikurriña" de Sabino Arana Goiri, símbolo de las más puras esencias, rencores y odios del separatismo vasco.

La cuestión es sencilla para los profanos. No debiera ser objeto de preocupación política. ¿Quieren los vascos su bandera? reconozcámosla, al igual que sucede en otras Regiones. La cuestión parece muy simple y no lo es: Euskalerria es diferente. Esta bandera no representa en ningún aspecto al pueblo vasco; sólo a una minoría que no puede, sin pecado mortal de lesa patria, ser tenida en cuenta.

La "ikurriña" no tiene de vasca más que el nombre ya que fue un invento de Sabino Arana Goiri, el 14 de Julio de 1894, para dotar a Vizcaya de una enseña separatista. Su significado político e histórico es, desde su nacimiento, el que ha querido otorgarle el resentimiento y el profundo odio a España. Ha sido oficialmente la bandera aglutinante del Partido Nacionalista Vasco. Separa más que une; es inconcebible que la "purrusalda" pueda ser tenida en cuenta por nuestros Organismos oficiales ¿Cómo es posible? ¿Por qué tanta confusión? ¿Acaso existiría para izar la bandera de la hoz y el martillo en Gobernación?... y en este caso, no se atentaría posiblemente tanto contra la unidad de España, aunque se tratará de una España comunista.

Esa enseña fue ondeada por los "gudaris" y su reconocimiento simbolizaría implícitamente el triste recuerdo de los Estados Confederados de Euzkadi: Araba, Bizkaya, Gipuzkoa, Nabarra, Laburdi y Zubaroa. ¿Cómo es posible este olvido histórico? ¿Fue acaso ondeada por alguno de nuestros Tercios de Lacar, Begoña, o por las Brigadas de Navarra? ¿Cómo se explica esto?

¿Cuál es su simbolismo?: sobre el fondo rojo, que representa la raza vasca, se proyectan las seis barras verdes, los seis Estados, y encima la cruz blanca de la Religión ... ¿Cabe alguna duda?; esta "ikurriña", la "purrusalda" fue utilizada por los nacionalistas de Sabino Arana, por los "gudaris" de Aguirre y por los terroristas de E.T.A....

¿Podrá ser utilizada también, en un confusionismo inadmisible, por ser oficialmente autorizada por quienes han prestado, ante Dios y por España, el sagrado juramento de velar por la Unidad de la Patria? ¡¡Que difícil es llegar a entenderlo!!

Porque, a pesar de todo, Euskalerria no es Euzkadi; Euskalerria es ante todo, España.

ALFA

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"Provincias vascas"

Revista FUERZA NUEVA, nº 525, 29-Ene-1977 Provincias vascas Hemos sido personalmente testigos presenciales, en San Sebastián, de lo que para muchos vascos, la gran mayoría, ha sido la fecha más humillante y triste de sus vidas: el momento de ver izar ese trapo separatista, enseña de los derrotados “gudaris” que ahora se denomina “ikurriña”, ante la pasividad de muchos y la indignación de otros españoles, mientras los gritos de “Muera España”, lanzados por bocas llenas de rencor y odio antiespañol, no tenían la viril respuesta que merecían. Todo ello -como tantas otras vergüenzas- en razón de una política gubernamental de total entrega -¿qué pactos obedecen estas decisiones del Poder?- frente al separatismo, y sus compañeros de viaje de la democracia cristiana y demás “demócratas”, traidores a su Patria. Una política indigna para un pueblo que siempre ha tenido a gala hacer honor a sus juramentos, a la palabra dada, al ideal libremente aceptado y que hoy ve, asombrado, cómo desde el Poder estos valores no son tenidos como tales, en política de compromiso que hace caminar al país a su deshonor y posterior destrucción como Nación. En Guipúzcoa hemos visto llorar estos días a viejos tradicionalistas, y expresar su desesperado desprecio a antiguos combatientes del Requeté o la Falange, a soldados del Ejército, que lucharon frente a los separatistas en nuestra Cruzada y vieron caer a su lado a tantos y tantos camaradas bajo las balas de quienes tenían por enseña esa “ikurriña” que ahora el Gobierno Suárez -que no sería tal sin la Victoria del 1 de abril de 1939, no se olvide- permite contra todo sentido de la dignidad nacional, contra todo sentido patriótico y aún más, contra cualquier principio “democrático”, pues solo una minoría de Ayuntamientos vascos han sido los que en la línea de la traición a España, han pedido sea enarbolada tal bandera separatista. Y hemos visto cómo alcaldes dignísimos expresaban su indignación y se aprestaban a dimitir, por hacer honor a su españolidad, en primer lugar, y por considerarse también engañados en los compromisos tenidos con el Gobierno con anterioridad en esta cuestión. Igualmente presenciamos agresiones físicas por las calles, los más atroces insultos antiespañoles a los pocos jóvenes que se han atrevido a ponerse en sus ropas pegatinas con la bandera roja y gualda mientras que, en actitud provocativa, individuos con los colores separatistas, pegatinas con eslóganes subversivos y retratos de los más conocidos asesinos de ETA, circulan libremente por las calles, hacen manifestaciones, tiran piedras a la Policía y realizan libremente cuanto quieren de matiz antiespañol. Un panorama indignante, vergonzoso, que no creemos que mejore, cuando el nuevo gobernador, al conocer su designación para el cargo, ha dicho, además de su identidad liberal, que “para él la “ikurriña” merece todos los respetos”. Una bofetada para España, para el sentimiento español, todo lo que está ocurriendo en las Provincias Vascongadas. Una bofetada para los que combatimos en el Ejército Nacional y para los que sufrieron martirio, escarnio, prisión o muerte bajo el dominio de esa bandera. Una bandera, por cierto, que el mismo día de ser izada en el Ayuntamiento de San Sebastián, traía a la memoria de los vascos, y especialmente a la Guardia Civil, que hacía justo un año, que un guardia moría, en Villafranca, precisamente por retirarla de la vía pública. Ramón de Tolosa

"Traición a España"

Revista FUERZA NUEVA, nº 525, 29-Ene-1977 EDITORIAL Traición a España Sin paliativos, sin concesiones a la prudencia, sin reservas de ninguna clase, pero, en honor a la verdad, tenemos que decir bien alto, para que todos nos escuchen y los culpables sean conocidos, que se está traicionando a España en las Provincias Vascongadas en razón a la política que en torno a aquellas regiones de la Patria ha sido adoptada y que ha culminado en la autorización de esa “bandera”, la “ikurriña”, símbolo del separatismo vasco, emblema de un partido antiespañol, el PNV, cuyos colores en nuestra guerra civil, en las acciones de la ETA, han significado la militancia de unos hombres que en el frente de combate primero, en el crimen más abyecto después, han atacado la sagrada unidad de España. Traición a España es recibir y dialogar con quienes especulan con la posibilidad de llevar a nuestra Nación a convertirse en un nuevo “Reino de Taifas”, tal y como viene haciéndose al conceder diligencia dialogante en esta línea separatista de cara al futuro nacional, a quienes representan partido u opciones políticas basadas en el rompimiento a esa unidad. Porque traición a España es permitir, sin ejemplar y drástica sanción, las constantes humillaciones al honor nacional por parte de los que se dicen representan la oposición, y traición es igualmente permitir o dejar sin rápido castigo, como ha pasado estos días en San Sebastián, que la enseña patria sea sustituida por la “ikurriña” para después ver impávidos cómo es ultrajada de la manera más degradante y vergonzosa. También es traición, qué duda cabe, dejar en desamparo a los españoles nacidos en Vascongadas y quienes de otras provincias han ido allí a vivir y hacer productivo el País Vasco con su trabajo, amenazados, con total impunidad, y agredidos en las calles, por demostrar su amor a España. E igual cosa es permitir el “Muera España” sin buscar y encarcelar a los instigadores de estos insultos, así como a los dirigentes de todas las maniobras antiespañolas, tales como ciertos jefes políticos bien conocidos de todos, algunos alcaldes separatistas y otros traidores confesos de crimen contra la unidad. Traición a España es adoptar una acción pasiva ante los sucesos que están ocurriendo en la Patria, el no actuar como ordena la fidelidad a las leyes aún vigentes y el dejar hacer a quienes trabajan al servicio de las internacionales y son obedientes a los dictados de la Masonería. Traición, también, el olvidarse del sacrificio de nuestros caídos y vender en pactos y conciliábulos, más o menos secretos, los frutos de la Victoria tan heroicamente conseguida. Como traición es pactar y recibir a los que vencidos ayer siguen en su línea revanchista y tratan de hacer retornar a España a situaciones de caos, servidumbre foránea, miseria y enfrentamiento colectivo. Y lo es también desinformar a las gentes intentando desvirtuar la razón del Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936, propugnando el derribo de todos los logros hasta ahora, conseguidos en orden a la paz, la dignidad nacional, la justicia social, el progreso y, sobre todo, la unión entre los hombres, las clases y las tierras de la Patria. Por último, traición a la Patria es permanecer estáticos, pasivos y aparentemente indiferentes, con el pretexto de ciertas circunstanciales deslealtades, cuando se olvida que no hay más primordial fidelidad, después de Dios, que la que emana del supremo, servicio a España.

Incluso la sectaria II República española no toleró estas cosas

Revista FUERZA NUEVA, nº 527, 12-Feb-1977 AULA DE FUERZA NUEVA VIZCAYA ANTE LA AUTORIZACIÓN DE LA “IKURRIÑA” “Hay que reconocer que la República española no toleró estas cosas” A las ocho de la tarde del día 4 de febrero, dentro del programa de conferencias del aula de FUERZA NUEVA, tuvo lugar la anunciada, bajo el título “Vizcaya después de la autorización de la bandera separatista” que corrió a cargo de Jesús Gallo de la Hera. Presidió el acto Blas Píñar, quien cedió la palabra a la presentadora, Begoña Ibarra Olarra, la que se identificó como española de Bilbao y dijo que Jesús Gallo es un buen español, bilbaíno por adopción, ya que reside allí desde los tres años. Citó su labor periodística en “Hierro” y en Radio Bilbao y afirmó con emoción, subrayada de grandes aplausos, que ella, el conferenciante y los bilbaínos se sentían ante todo españoles porque Vizcaya es España. (…) *** Acto seguido, Jesús Gallo afirmó la intangibilidad de España, contra la que atenta la bandera separatista creada por un resentido procedente del carlismo, que no supo tener resignación ante el triunfo isabelino y buscó como evasión “un país vasco”. “La persecución de Sabino Arana -dijo- no fue iniciada por Franco”. Alcalá Zamora, en su primera visita a la región, encarceló a una buena porción de separatistas; la República detuvo, cuando los sucesos de Asturias (1934), a treinta y cinco alcaldes vascos. Y esto venía ya de 1906, en que un Real Decreto reprimía el separatismo y perseguía a los insultos a la bandera y al Ejército (*), de tal modo que en 1923 se prohibía expresamente en España toda bandera que no fuera la nacional, con la única excepción de las Embajadas debidamente acreditadas. Tres años más tarde, se especificaba que estas cuestiones competían al fuero militar y cuando el propio Berenguer abolió algunas de dichas medidas, lo hizo mediante Real Decreto y no a través de un escrito de régimen interno. Con tan rotundas afirmaciones históricas e incontrovertibles, se adentró Jesús Gallo en el tema de la implantación de la bandera del partido separatista vasco y en la querencia que siempre tuvo el separatismo sobre Navarra, que se mantuvo, con Álava, fiel a la Patria en 1936. A mayor abundamiento, citó recientes sentencias del Supremo que establecen que los colores de “la purrusalda” constituyen un ataque a la unidad de la Nación”. *** La emoción y el dolor del auditorio en tan candente tema subieron de tono cuando llegamos en la exposición, al momento actual, de claudicación, de inoperancia de solemnes peticiones elevadas al Rey, que tiene afirmado que “no habría privilegios para nadie”, cuando resulta que los únicos privilegios son ahora para los enemigos de España. Jesús Gallo testificó cómo en tantos municipios se ha izado la bandera separatista bajo el chaqueteo de los alcaldes o cuando estos ediles soportaban una metralleta a los riñones. “Yo mismo he escrito al ministro del Ejército -dijo- denunciando los ultrajes a la bandera nacional, pero la contestación ha sido el silencio”. “Sabemos que Martín Villa (ministro de la Gobernación) ha confesado estar gobernando de rodillas. Sabemos que cuando la charlotada de Echarri-Aranaz, el señor ministro acordó en Vitoria, a puerta cerrada, tolerar el uso particular de la bandera en cuestión, pero nunca esta explosión oficial que en casos como el de Galdácano se ha hecho con amenazas y coacciones de unos cuántos, amañadas luego por la prensa”. “La vergüenza llena nuestra alma”, terminó Jesús Gallo. “El país más salvaje del mundo no tolera que alguien queme o ultraje su bandera nacional y ese cerdo se pasea impunemente al día siguiente. El pueblo que tal consiguiente es un pueblo sin dignidad”. El público, que había aplaudido varios párrafos, se puso en pie largamente para ovacionar al orador, quien denunció que una radio vasca había declarado bandera nacional la separatista llamada “bicrucífera”, al tiempo que se había quitado la auténtica de muchas escuelas, terminando con la invocación a la carta que José Antonio dirigió al Generalísimo Franco y que, por desgracia, tiene hoy palpitante actualidad después de cuarenta años. (…)

(*) La ley de Jurisdicciones (Año 1906-Alfonso XIII) ponía bajo jurisdicción militar las ofensas orales o escritas a la unidad de la patria, la bandera y el honor del ejército:

Artículo 2º. Los que de palabra, por escrito, por medio de la imprenta, grabados, estampas, alegorías, caricaturas, signos, gritos o alusiones ultrajasen a la nación, a su bandera, himno nacional u otro emblema de su representación, serán castigados con la pena de prisión correccional.

En la misma pena incurrirán los que cometan iguales delitos contra las regiones, provincias, ciudades y pueblos de España, y sus banderas y escudos.

Artículo 3º. Los que de palabra o por escrito, por medio de la imprenta, grabado u otro medio mecánico de publicación, en estampas, alegorías, caricaturas, emblemas o alusiones injurien u ofendan clara o encubiertamente al Ejército o a la Armada o a instituciones, armas, clases o cuerpos determinados del mismo, serán castigados con la pena de prisión correccional. Y con el arresto mayor en sus grados medio y máximo a prisión correccional en su grado mínimo, los que de palabra, por escrito, por la imprenta, el grabado y otro medio de publicación instigaran directamente a la insubordinación en Institutos armados o a apartarse del cumplimiento de sus deberes militares a personas que sirvan o estén llamadas a servir en las fuerzas nacionales de tierra o mar.

Ley de Jurisdicciones - Wikisource



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"Lágrimas de un patriota"

Revista FUERZA NUEVA, nº 527, 12-Feb-1977 Lágrimas de un patriota Que un hombre, todo un hombre, al frente de un importante y representativo cargo oficial en una región donde abunda el sanguinario terrorismo separatista -amparado desde el extranjero-, derrame lágrimas, en un gesto de incontenible dolor y profundo sentimiento, al negarse a que la bandera separatista del Partido Nacionalista Vasco de Sabino Arana ondee al lado de la gloriosa enseña nacional, demuestra, indica que en España, en medio de tanto chaqueteo cobarde y oportunista, aún hay hombres en los que el sentimiento patriótico, el valor y el concepto del honor alcanzan alturas insospechadas, propias del genio de nuestra raza, como los que hicieron posible las gestas insuperables del pueblo hispano que un día asombraron al mundo. Con hombres así, que hacen de su vida un culto al honor en vez de al servilismo, pese a todos sus riesgos, como hizo no hace muchos días el presidente de la Diputación de Vizcaya; como hizo, aún no hace mucho el presidente de la Diputación de Guipúzcoa (Sr. Araluce), que le costó la propia vida; como han hecho tantos héroes anónimos que han antepuesto el abnegado servicio a España al de su propia conveniencia, no hay peligro de que nuestra Patria se esclavice y someta al yugo extranjero, ya que el valor, como el patriotismo, sin duda, es contagioso. Estoy seguro de que no sólo en los veteranos, sino en lo mejor de la ardorosa y noble juventud española, esas lágrimas llegaron hasta el fondo de sus corazones, haciéndolos revivir con la savia de una nueva fe y esperanza. *** Yo, señor presidente de la Diputación Provincial de Vizcaya -que leí conmovido cómo no pudo contener tales lágrimas al defender con coraje, pundonor y vergüenza, al mismo tiempo que los fueros de su querida tierra, a la madre Patria-, desde este corazón de España que es Madrid, donde confluimos tantos y tantos españoles que continuamos amando con pasión a nuestras queridas regiones, sin dejar de amar a la Patria común -yo he nacido en la meiga y añorada Galicia-, le envío mi saludo emocionado. El pendón del señorío de Vizcaya, cuajado de glorias, es, sin duda alguna, el que mejor refleja el sentir de esa noble provincia vasca, con sus costumbres y tradiciones, que, como buen carlista -defensor de siempre de los Fueros, con sus peculiaridades propias, compatibles con el amor a la Patria grande-, estimo debe ser respetado, por encima de cualquier otra consideración, ya que, además ha sido la base de la grandeza de España. *** Ese inmenso amor a la provincia que representa, unido sólidamente al de España, que ha sabido defender con honor, poniendo en la defensa toda su alma, como hacían aquellos representantes de las antiguas Diputaciones Forales y Cortes Tradicionales españolas -con valor moral para decirle hasta al propio Rey, si era preciso, en el mayor ejemplo de auténtica democracia: “Nos somos tanto como Vos, y todos juntos, más que Vos”-, debe ser un timbre de dignidad y señorío para Vizcaya, todo el pueblo vizcaíno y el de Vascongadas, como ya lo es para el resto de España. Hermosa lección desde abajo, recogiendo el sentir palpitante del pueblo que, en medio de tanto y tanto vergonzoso chaqueteo ante los aberrantes enemigos de la Patria, debe ser aprendida y asimilada por tantos aprendices de gobernantes que nos han salido -y que parecen ignorar que gobernar no es transigir con el error- en esa retrógrada vuelta a la democracia liberal que durante largos años sufrió España y padecieron, de manera especialísima, las nobilísimas y españolísimas regiones vasconavarras. Miguel Ángel VIEITEZ PÉREZ

Referencias a la ikurriña extraídas de un discurso de Blas Piñar en Bilbao, que puede leerse aquí integramente: Discursos de Blas Piñar (durante y contra la "transición")

Revista FUERZA NUEVA, nº 542, 28-May-1977 (Del discurso pronunciado por Blas Piñar en el teatro Campos Elíseos, de Bilbao, el 24 de abril de 1977) (...) ¿Quién nos iba a decir que a los pocos meses se habría de cometer el mayor de los agravios, al legalizarse la “ikurriña” por el segundo Gobierno de la Corona (Adolfo Suárez)? • Se ha dicho que la “ikurriña” no es la bandera vasca, sino la bandera de un partido político, el PNV, y que Sabino Arana la ideó exclusivamente para Vizcaya. • En contra, se arguye que, siendo todo ello así, las cosas han variado: porque Sabino Arana no patentó esa bandera, y por tanto no es suya; porque el resto de las provincias o estados vascos la han adoptado libremente; y porque la representación genuina del pueblo vasco, a saber, el gobierno autónomo de 1936, a cuyo frente se hallaba el “lendakari” José Antonio Aguirre, a propuesta del ministro socialista de Industria, Santiago Aznar, la convirtió en bandera nacional. Si así se argumenta, la cosa se hace más difícil y, contra el intento oficialista de desdramatizar el tema, se hace mucho más dramática. A)- Porque el Estatuto que hizo posible el llamado Gobierno de Euzkadi, presidido por el “lendakari” José Antonio Aguirre, fue arrancado a un parlamento sin “quorum”, por la sencilla razón de que al mismo no pudieron acudir más diputados que los del Frente Popular. Los otros, incluyendo algunos diputados de las provincias vascongadas, estaban en la cárcel o habían sido asesinados. B)- Porque, aun partiendo de la legalidad del Estatuto, de la autonomía y del Gobierno al que uno y otro dieron origen, todo lo que significaban fue derrotado en una contienda civil, y sólo por la cobardía de los que hoy asumen la herencia de los vencedores, dilapidándola, se legaliza; y conste que esa guerra no fue de España contra el País Vasco, sino de unos españoles, vascos o no, contra otros. C)- Porque, si la bandera bicrucífera, como se ha escrito, tiene carácter nacional y representa a “Euzkadi” como Patria independiente, distinta y aun contrapuesta a la Patria española, y es, como dice José María Bereciartúa, “un retrato por el que se muere y se mata”, no se olvide que, al entenderlo así, la guerra, potencialmente, ha vuelto a declararse, ya que: 1) el pecado contra la unidad de la Patria, por ser un pecado contra su espíritu, no puede perdonarse jamás; 2) porque si es verdad que por la “ikurriña” se muere y se mata -se mata sobre todo- como lo proclaman los españoles asesinados -como Víctor Legorburu (el alcalde de Galdácano) o los policías cuyos cadáveres acaban de descubrirse en Francia- por quienes la enarbolan, no debe olvidarse que hay muchos vascos y muchos españoles de otras regiones españolas que sienten análogo amor por su Patria, España, y que por su bandera, quemada, ofendida y ultrajada, están dispuestos también -pues no faltaba más- a morir y, si es necesario, defendiéndola, a matar; 3) que los “expedientes judiciales” y la “bota militar”, a que agresivamente alude el señor Bereciartúa en su reciente libro, es una cuestión que afecta a los jueces y a los militares, a los que de forma tan brutal se alude, con menosprecio de unos y de otros; y ellos tienen, como es lógico, la palabra. A nosotros nos incumbe, simplemente, la protesta. 4) que “si en los picachos más altos suele haber una lápida recordando a los alpinistas que sucumbieron en la escalada, así en la cumbre espiritual de la “ikurriña” ha de conmemorarse el nomenclátor de sus héroes”, también en los picachos más altos y en la cumbre espiritual de nuestro pueblo habrá que conmemorar con lápida y nomenclátor a los héroes, hoy casi anónimos por falta de patriotismo español y de vergüenza, que murieron asesinados por arrancar lo que es un insulto y una ofensa a nuestra Patria; 5) que algún día, al Aberri Eguna, como sigan así las cosas, opondremos el día de España, aunque las calles se llenen de muertos y heridos. (...)