Todos los niños nacen vascos
Efectivamente, todos los niños del mundo nacen vascos. Sí, todos: los chinos, los húngaros, los lapones…da igual, incluso los catalanes nacen vascos. Usted también, porque el hombre nace vasco desde el principio de los tiempos, como le demostraremos en este libro. No se asuste, sabemos que al principio suena fuerte, pero poco a poco uno se va haciendo a la idea. Sólo le pedimos que sea paciente y nos deje explicárselo.
Podríamos argumentarlo con sofisticadas teorías científicas y metafísicas, pero no queremos aburrirle, que por algo ha echado usted mano de este libro en la sección de humor y se ha decidido por éste porque trae dibujos, que aquí nos conocemos todos. También le podríamos explicar que todos nacemos vascos basándonos en el mapa del genoma humano, pero como seguro que no lo tiene a la vista, partiremos de un nivel más básico, aunque no por ello carente de rigor.
Miren, seamos prácticos: a todos los niños del mundo les gusta jugar a la pelota, sin excepción. Incluso hay casos extremos de niños que cuando son mayores siguen prefiriendo las pelotas, como los futbolistas, los baloncestistas o Michael Jackson. Y la pelota es a lo vasco como la guitarra a lo andaluz, o la gaita a lo gallego.
Absolutamente todos los niños del mundo se sienten atraídos por una pelota. Haga la prueba: bote un balón al lado de un niño, dejará lo que esté haciendo y se dirigirá hacia él. No ocurre lo mismo si dejamos una guitarra cerca de un bebé, y no digamos nada si lo que dejamos a su lado es una gaita.
Lo más lógico es que estos instrumentos pasen desapercibidos, sobre todo la gaita, que no hay Dios que entienda su funcionamiento.
Hay quien puede pensar que los gatos o las focas de los circos también son vascos, porque se vuelven locos con las pelotas. Pues sí, también son vascos, lo que ocurre es que a ellos ser vascos no les influye en sus vidas y a usted, sí. Pero si todos nacemos vascos, ¿por qué nos llaman españoles, italianos, brasileños, senegaleses, etc.? Es muy sencillo: en un momento de la vida, la mayoría de los niños dejan de ser vascos.
A algunos les ocurre nada más asomar la cabeza por el vientre materno y ver a su padre, instantáneamente adoptan las características regionales de su progenitor. Otros, aguantan unas semanas siendo vascos, pero al final, entre la presión del entorno familiar y que las papillas aún no traen una ramita de perejil, el niño no mantiene su vasquitud y empieza a asumir una identidad ficticia.
Eso explica que haya gente noruega, por ejemplo, algo completamente absurdo. Incluso dicen que hay gente monegasca, aunque a esto haya que echarle narices para creérselo. ¡Si supieran que ellos también fueron vascos el día que nacieron!
En cambio, aquellos que crecen entre vascos adultos pueden vivir como tales y morir comiéndose una cuajada. Esto sólo es posible en algunas zonas muy concretas donde abunden los vascos, como Argentina, Idaho, Azpeitia, Reno y Gernika.
Los demás niños nacidos vascos están condenados a llenar el mundo de gentilicios variados, aunque deben saber que sus raíces, como las de todos los seres humanos, vienen de la tierra del sirimiri y la soka-tira.
Posiblemente, muchos de ustedes se estarán rebelando contra lo que acaban de leer, es lógico, es nuestro carácter. A los vascos nos gusta llevar la contraria.
Todos los niños nacen vascos El rincón de la tontuna
Marcadores