¿A CUÁNTOS ETARRAS ADIESTRO EL EJÉRCITO?

WILLY, mano derecha del máximo dirigente de ETA, Mikel Antza, dicen que hizo la mili en las COE, un cuerpo especial donde se aprendía a manejar explosivos. Hubo otros. Algunos, incluso, llegaron a cabo

ILDEFONSO OLMEDO

Los alias del navarro Vicente Goikoetxea Barandiarán, uno de los últimos dirigentes etarras detenido en el sur de Francia, han ido aumentando con el paso de los años. El último era Willy.Y como tal fue identificado no como Fredy o Rizos, que ésos ya entonces eran historia cuando los agentes de la lucha antiterrorista acertaron a entrever su rostro tras la capucha con la que compareció ante la BBC para explicar, el 24 de octubre de 1998, la tregua de ETA. Ni las gafas con las que aquel encapuchado compareció ante las cámaras de la televisión británica le sirvieron para confundir su identidad. Era Willy, el brazo derecho del ahora todopoderoso Antza, supuesto número uno de la organización terrorista.

Tiempo atrás, en 1990, el mismo año en que cruzó los Pirineos pasando definitivamente a la clandestinidad, se cuenta que Vicente Goikoetxea engañó a la policía que le detuvo en Pamplona. Ante los interrogatorios, se hizo literalmente el tonto. Parecía no saber de qué le hablaban. Y lo hizo tan bien que fue puesto en libertad. ¿De dónde sacó tantos arrestos, tanta sangre fría? Quizá había sido preparado para superar las pruebas que sólo un soldado (gudari, que dicen los abertzales) adiestrado en condiciones extremas puede soportar. Quizá, como alguien llegó a decir en una emisora de radio tras su captura en Francia, Willy había sido formado como guerrillero por el mismísimo Ejército español. ¿Un boina verde miembro de las Compañías de Operaciones Especiales, las COE? Ni el Ministerio de Defensa ni el de Interior han querido confirmar si el navarro de Alsasua, pueblo próximo a Guipúzcoa donde nació el 15 de febrero de 1959, hizo su servicio militar entre la elite del Ejército de Tierra. En cualquier caso, no habría sido el único infiltrado.

Hubo un tiempo, mucho antes de que ellos y sus cachorros abanderaran la insumisión, en el que la banda terrorista vasca enviaba a sus simpatizantes a formarse entre uniformes castrenses. Nadie que no hubiera hecho la mili era aceptado como gudari de la causa independentista. Y en las compañías de operaciones especiales, que desde su nacimiento en 1962 (tres años antes se había alumbrado ETA) formaban a los guerrilleros del Ejército de Tierra, podían aprender además el manejo de explosivos, sabotajes y técnicas de guerra subversiva. El hecho de que la mili fuera obligatoria y los cuerpos de operaciones especiales se nutrieran de voluntarios facilitó la infiltración. Sólo tenían que camuflarse y aprender: submarinismo, lucha cuerpo a cuerpo, paracaidismo, escalada, uso de fusil y arma corta. Explosivo.

«Las COE», no duda un veterano Boina Verde, «fueron durante años un campo de entrenamiento gratuito para ETA». Fue un proceso sigiloso que las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia no detectaron hasta después de muchos años, cuando empezaron a capturar etarras en cuya cartilla militar se podía leer un destino de escalofrío: COE. O sea, el enemigo formado en casa.Y como el mejor de los soldados.

«Hemos detectado», admitía mucho después, en 1984, el teniente de Operaciones Especiales Manuel González en el transcurso de unos ejercicios de supervivencia, «que ETA manda a sus simpatizantes a formarse con nosotros durante la mili. Desde entonces (aunque él no precisa cuándo, se refiere a principios de los 80) las enseñanzas que impartimos de explosivos son mínimas y sólo unos cuantos guerrilleros aprenden con cierta profundidad esta materia...».Añadía algo más: «Los aspirantes a boinas verdes con apellidos o raíces vascas tienen menos probabilidad de ingreso en las COE».

El navarro Willy, el supuesto COE, tenía sólo 11 años cuando un fornido guipuzcoano de Lezo se granjeaba el respeto de todos en la COE-51, en Zaragoza. «Le llamábamos El Borde, pero era un excelente compañero, de los mejores. Entonces había más vascos en la compañía, pero a Juan María Labordeta Vergara le teníamos mucho afecto. Como guerrillero era un entusiasta», recuerda Luis Meseguer, presidente de la federación de asociaciones de Veteranos Boinas Verdes. Habla de 1971. Tres años después Meseguer volvió a ver el rostro de Labordeta, pero ya en televisión. El retrato del fornido navarro, el guerrillero que llegó a lucir galones de cabo y recibió un diploma de la compañía en reconocimiento por su coraje y entrega, ocupaba toda la pantalla del televisor.«Hicieron, él y otros cuantos etarras más, un atraco a lo bandolero en la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles de Beasain, en Guipúzcoa.Él se quedó con todas las armas, cubriendo la retirada de los que huían con el botín, y fue el único detenido», hace memoria Luis Meseguer. Aún lo recuerda también el coronel en la reserva Julio Ferrer, entonces capitán de la compañía: «Con nosotros tuvo siempre un excelente comportamiento; destacado diría yo...Después supe que le cogieron en el cerco de Beasain».

Aquel 31 de mayo de 1974, el comando etarra liderado por Labordeta Vergara (Lezo) se llevó de botín 14 millones de pesetas de la nómina de los trabajadores. Lo tuvieron que abandonar en la huida al ser descubiertos por una pareja de la Guardia Civil. Un sexto miembro de la banda, y que según diversas fuentes también habría podido haber hecho la mili en Operaciones Especiales (al parecer, en la COE-62, de Bilbao), Angel Apalategui Ayerbe, fue quien les había administrado la información que hizo posible el atraco.Hasta ese día, Apala trabajó discretamente en la compañía ferroviaria.Luego su historia aparece en el libro Los jefes de ETA, de Carmen Gurruchaga huyó a Francia, llegó a dirigir el grupo especial armado de ETA político militar, Bereziak, y estuvo relacionado con la desaparición nunca esclarecida del compañero de militancia Eduardo Moreno Bergaretxe, Petur. Un periódico publicó que mediados los 80, con los sandinistas en el poder en Nicaragua, Apala fue asesor del jefe de la Policía de Managua.

Entretanto, el ex cabo Boina Verde Labordeta Vergara, que logró escapar a Francia años después de su detención, era devuelto a España por el Gobierno galo en junio de 1987. Nunca trascendió su condición de ex boina verde.

SERVICIOS SECRETOS

La presencia de etarras entre las COE (llegaron a existir 22 compañías en toda España que hoy, aglutinadas en tres grupos o GOES y con sólo militares profesionales, responden a un único mando, con sede en Alicante) nunca ha sido reconocida por el Ministerio de Defensa. Ahora tampoco, si bien fuentes próximas a los servicios secretos de aquellos años (70 y 80) admiten que no se trató de uno ni de dos casos. Los rumores eran constantes entre los propios guerrilleros boinas verdes, que manejaban para su formación manuales donde se especifica la cantidad de explosivo necesaria para hacer saltar un puente o volar un vehículo. Nadie se llevaba las manos a la cabeza, en ese contexto, cuando un mando explicaba, sin alzar mucho la voz, que el artífice del atentado contra el almirante Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973, había sido un etarra adiestrado como boina verde.
Ya entonces ETA estaba más que dispuesta a la guerra y el terror.Y algunos de sus gudaris aprendían, silenciosamente, en las mejores escuelas de guerrilleros. Sin chapela, con el pelo al cero y una boina verde calada entre ceja y ceja.