Alostorrea (XVI)
¡Alostorrea, sí, Torre de Alós!
¡Larga escalera
la de la Torre de Alós!
Hilando en Alostorrea
negro cuervo grazna cra, cra!
y en las almenas se queda.
En esta hermosa casa sin ventanas
no he entrado yo en estos siete años
y, luego,
en el octavo
por muerte de Beltrán, mi señor padre,
para mi llanto.
Cuando mi señora madre
me libró de sus entrañas
mil gallinas se mataron
en la entrada,
se lidiaron siete toros
en la antecasa;
yo me mullía
en plumas blandas
y ella, la señora madre,
entre cortinas doradas.
Más tarde, en toda Bidania
hubo sólo un lelo y loco
y el señor, mi padre,
me dio a mí por esposo,
aunque no lo cambiaría,
ni en mejor, por otro.
En celemín
me dio la dote mi padre
y mi madre, en secreto,
también me legó su parte.
En la primera noche pudo el sueño
conciliar los ojos y corazón,
también, luego, en la segunda;
pero bien te alegré, Torre de Alós,
antes de que pasara la tercera
porque te traía un hijo yo.
¡Alostorrea, sí, Torre de Alós!
¡Larga escalera
la de la Torre de Alós!
Hilando en Alostorrea
negro cuervo grazna cra, cra!
y en las almenas se queda.
Me levanté
y le pegué con la dorada rueca,
pero pronto me abatió
la mala nueva.
—»¡Calla! - dice el caballerotorda,
nacida
de mala madre
que otra es ahora tu palabrería.»
—»¡Calla, calla más bien tú
bastardo de ruin nobleza,
que no te cabe, en derecho,
la entrada aquí en escena!
¡Ellas, mis bellas hermanas,
esbeltas y rozagantes,
sus finos dedos
bien surtidos de anulares,
sin desgarrones
en ningún traje
y, mucho menos,
lágrimas en sus semblantes!
También mi señora madre
vibra de satisfacción:
sólo queda para llanto
la herida de mi dolor.
Mientras mi padre
combatía en Castilla
en la Torre de Alós nació un hijo
a escondidas,
y con más sigilo,
hoy todavía,
por las costas de Zarautz
en paz lo crían.
¡Ay, esta negra angustia!
Esta vergüenza!
Llora la hija
y el padre yace sobre fría tierra.
¿Quién te manchó
Alostorrea?
¡Ay, mi padre querido! ¡Mi buen padre!
Bien hecho que en buena hora te mueras.
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