¿Para asistir debes formar parte de la CTC o grupos afínes?
Cena de Cristo Rey 2006
Convocatoria: Tradicional cena de Cristo Rey, Madrid, sábado 28 de octubre. Reserva de cubiertos e información:
cenacristorey@carlismo.es
Convoca:
Círculo Cultural Antonio Molle Lazo.
Comunión Tradicionalista.
Juventudes Tradicionalistas.
¿Para asistir debes formar parte de la CTC o grupos afínes?
"La raza, la hispanidad, es algo espiritual que transciende sobre las diferencias biológicas y psicológicas y los conceptos de nación y patria."Cardenal Gomá
La Cena-acto de "Cristo Rey" (a los postres hay discursos políticos), esta abierta a todo carlista, tradicionalista, hispanista,católico,patriota que le interese asistir y coincida con el espíritu de la convocatoria: la defensa política-doctrinal del concepto de "Cristo Rey", tal como establece la encíclica Quas Primas que establece la festividad litúrgica y explicita la doctrina pontificia sobre el asunto. Por tanto es un acto político de defensa de estos pilares esenciales del pensamiento católico.
La cena la organiza el Círculo Cultural Antonio Molle Lazo que es el Círculo carlista de Madrid de la COMUNION TRADICIONALISTA http://www.carlismo.es
Con el apoyo de las Juventudes Tradicionalistas.
Otros años han asistido amigos de variadas asociaciones catolicas y patrioticas, así como sacerdotes de diversos institutos...la cena se esta conviertiendo en un punto de encuentro de la defensa de la Unidad Católica. De hecho uno de los oradores ha sido don Manuel de Santa Cruz presidente de la Junta Nacional por la reconquista de la Unidad Católica de España. Otro orador ha sido por ejemplo el Secretario Político de S.A.R Don Sixto Enrique de Borbón, don Miguel Ayuso.
domingo, noviembre 21, 2004
Manuel de Santa Cruz, Miguel Ayuso y Luis Latasa
lunes, noviembre 08, 2004
Intervención del Presidente del Círculo en la Cena de Cristo Rey
A continuación transcribimos la intervención de Luis Latasa en la Cena de Cristo Rey:
"Mi exposición quiere ser breve, lo suficiente para presentaros el círculo y sus actividades y a los ponentes que hoy nos acompañan. Quizá sea yo el menos apropiado para hacer una presentación del Círculo existiendo como hay entre los presentes voces muchos más autorizadas que la mía para hablar de lo que ha sido la recuperación del Círculo, que ya existió hace unos años, y de las vicisitudes que ha atravesado hasta su pleno reconocimiento por la administración pública.
Bien, para encontar los origenes del Círculo en esta nueva etapa tenemos que remontarnos al primer trimestre del 2003. En ese momento un grupo de tradicionalistas madrileños sentimos la necesidad de reorganizarnos y de empezar a dar una respuesta a los problemas actuales de nuestra patria. Sentimos el deseo de tener una actividad más intensa y sumarnos a las inicitativas que en otras sedes, ya han tenido éxito, como son, la Santa Causa o la Agencia de Noticias Faro. Así pues, finalmente el pasado 8 de mayo se constituyó el Círculo Cultural Antonio Molle Lazo como organización local del tradicionalismo y plenamente integrado en la Comunión Tradicionalista.
Sin embargo, ni siquiera en la forma de asociación cultural ha pasado desapercibido nuestra organización para las autoridades, que han tratado de poner trabas a nuestro legalización. Finalmente, la propia administración ha reconocido lo infundado de su pretensión formulada fuera del plazo legal para hacerlo y ha acabado por reconocer nuestra absoluta legalidad con fecha de 7 de octubre pasado. Día, como saben, de la Victoria de Lepanto y de Nuestra Señora del Rosario que por su directa intervención en la victoria se ganó el título de "Auxilio de los Cristianos".
En cuanto al nombre del Círculo se ha escogido el del martir de la guerra de liberación el jerezano Antonio Molle Lazo y ello a pesar de que a Dios gracias no faltaban nombres de ilustres tradicionalistas que hubieran honrado prestando su nombre a esta asociación, algunos de ellos de reciente perdida. Sin embargo, fue la vida y sobretodo la martirial muerte de Antonio Molle Lazo -actualmente en proceso de beatificación-, la que nos decidió definitivamente a ponernos bajo su protección y a señalarlo como referente de nuestra acción, pues quien mejor que él, que vivió la aprobación oficial por el Papa Pio XI de la festividad de Cristo Rey y que murió asesinado respondiendo con Vivas a Cristo Rey y a España.
En cuanto a los fines y objetivos que persigue el Círculo Cultural Antonio Molle Lazo, éste nace con una doble vocación si se me permite. Por un lado, como organización local integrada en la Comunión Tradicionalista y al servicio por tanto de la Causa de Dios, Patria, Fueros y Rey y de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto de Borbón de Parma como abanderado de la tradición y autoridad legítima. Pero el Círculo además, quiere ser también un centro de difusión de la Doctrina Tradicionalista y de la Doctrina Social de la Iglesia y un lugar de encuentro de católicos militantes y de recta intención, mediante la promoción de actividades que sin ser estrictamente carlistas, si combatan con espíritu firme las consecuencias antinaturales de un Sistema corrompido.
Ello es el resultado de una reflexión personal de los promotores de que el tradicionalismo se enfrenta a un fenómeno social nuevo que es el de la completa secularización de la sociedad española que vive en un ateismo práctico y donde no existe terreno propicio para que una propaganda exclusivamente política pueda obtener los frutos deseados. La mayoría de quienes componemos actualmente el Círculo y los allegados -a quienes pronto integraremos- procedemos de ambientes poco o nada tradicionalistas. Han sido otras personas que llegaron antes que nosotros las que nos han abierto su mente y nos han cedido su tiempo y los que nos han aproximado a las posturas tradicionalistas. Es por ello, que nos planteamos la acción política como una acción principalmente formativa mediante actividades que den a conocer a la masa católica española la doctrina tradicionalista.
Y ello, en un momento dramático para la historia de España. En el plano social, los gobiernos del PP y del PSOE han conducido a la mayor ruindad moral de España de toda su historia. 80.000 seres humanos mueren todos los años en el seno de sus madres, convirtíendo lo que debiera ser el templo del amor de una madre por su hijo, en el cadalso de su muerte. Además la pildora abortiva auspiciada por el PP aumenta hasta lo desconocido a las víctimas de este crimen. El PSOE y algunos destacados miembros del PP amenazan ahora con dispensar de manera gratuita la funesta píldora y, lo hacen, engañando sobre sus verdaderas dimensiones abortivas.El pasado viernes muchos de los que estábamos aquí, nos manifestábamos junto a la sede del partido gobernante que incluso amenaza con ampliar los supuestos quirúrjuicos, convirtiéndose España en poco tiempo si Dios no lo remedia, en un paraiso legal para las prácticas abortivas. Y lo hacíamos de manera aconfesional y apolítica, prescindiendo del don más grande que Dios nos ha dado, el de la Fe.
La legalización de las uniones contra natura y la posibilidad de que adopten niños es otra medida que este gobierno progresista nos quiere malmeter a los españoles. Nuestros obispos que en muchos casos se limitaban a negar la equiparación con el Matrimonio, se olvidan de que aun incluso llamándose de otra manera son contrarios al orden natural y no pueden ser legalizados ni favorecidos de forma alguna.
La amenaza de suprimir la financiación de la iglesia por parte del Estado en claro incumplimiento de los compromisos asumidos por la desamortización es un acto más de hipocresía y falsificación, ya que el Estado es incapaz de asumir toda la labor social que realiza no solo la Iglesia sino las organizaciones promovidas por la Iglesia para paliar el sufrimiento y la pobreza y reconfortar espiritualmente en las dificultades. No obstante, la financiación del Estado aunque de justicia, actua en la práctica como atadura y armazón de la Iglesia que suaviza sus denuncias por el temor que sus palabras puedan suponer una retirada de la ayuda.
Por otro lado, el aviso de referendum de aprobación de la Constitución Europea, ha despertado un debate sobre las raices cristianas de la misma, en donde muchos católicos han pedido el reconocimiento creo que equivocadamente en el preámbulo, de esta mención. Digo que creo que equivocadamente, porque esa mención meramente nominal no supondría ni mucho menos un referente a la Ley Natural ni mucho aún un reconocimiento a su soberanía, sino más bien una utilización insultante del cristianismo y del nombre de Cristo para políticas contrarias precisamente a la moral y doctrina social cristiana. De haberse aprobado esta mención, muchos católicos habrían aprobado esta constitución en el referendum en señal de gratitud. Esperamos que en coherencia se opongan a la citada constitución europea y a la española donde aún resulta más sangrante esa omisión, pues fue la Fe católica la que fraguó su unidad política, ininterrumpida salvo contadísimas excepciones hasta el año de aprobación de esa constitución.
En los últimos meses, observamos como la sociedad católica e incluso la propia jerarquía comienzan a reaccionar frente los achaques virulentos del gobierno socialistas y empiezan a protestar frente las consecuencias antinaturales de un sistema político que no puede ser conforme con ese derecho natural. Sin embargo, creemos que si bien nos alegran esas reacciones de la masa católica, el fin último que perseguimos es el del Reinado Social de Cristo y, en consecuencia, el de la confesionalidad católica del Estado, un bien que la Iglesia sigue deseando auque algunos obispos silencien o nieguen esta verdad perenne tanto por exigencia de la Fe y deber de todas las naciones como por ser propio al ser de España. En este sentido, no contemplamos la renuncia política a este fin ni tan siquiera por motivos estratégicos, porque como demuestra la historia en la política terreno cedido terreno perdido.
Ello no es óbice para que el Círculo Cultural Antonio Molle Lazo proteste ante las políticas actuales que conducen a España sin remedio hacia su desaparición. Sin embargo creemos que no solo hay que hacer una política de trinchera o de retaguardia, el tradicionalismo lleva muchos años en el frente y mucha sangre derramada en defensa de sus principios como para nuevos cantos de sirena del posibilismo, nos conduzcan a una renuncia políticia del confesionalismo, verdadero pilar de nuestro credo. No solo queremos católicos políticos sino también una política católica que como manda el catecismos ilumine las instituciones y todas las realidades temporales. Sin embargo, tampoco esta actitud debe llevarnos al inmovilismo y menos aún a despreciar a personas honestas de recta intención que sacrifican generosamente su vida en defensa de una doctrina moral y social católica y ello aunque no aciertan a disparar a las causas de esas consecuencias. Nuestros objetivos no son los de dificultar las legítimas protestas que pueden surgir en modo de partidos o asociaciones e incluso, cuando sea preciso, contarán con nuestro apoyo siempre que ello no comprometa a la Causa a la que pertenecemos y que no perdemos la esperanza de que finalmente triunfe, porque la desesperanza es el paso para la tibieza.
Entre las actividades que el círculo pretende llevar a cabo y antes de dar paso a nuestros invitados, queremos realizar tertulias y debates periódicos (mensuales o bimensuales) con una temática variadas: aspectos de actualidad, doctrinales, históricos, etc. El Círculo Antonio Molle Lazo comienza su actividad recuperando las Cenas de Cristo Rey, porque es en la firme creencia de la soberanía de Nuestro Señor lo que es causa y fin de nuestra acción. Confiamos en que esta tradición particular que hoy recupera el Círculo Cultural Antonio Mollle Lazo, sea el precedente de la recuperación para España de la Tradición con mayúsculas.
Finalmente, quiero terminar mi breve exposición presentándoles a los dos oradores que hablarán hoy en esta recuperación de la Cena de Cristo Rey. Dos oradores que no necesitan presentación, dos gigantes del tradicionalismo que nos honran hoy con su presencia entre nosotros.
Manuel de Santa Cruz, carlista de dilatada trayectoria, es un historiador y publicista fecundo. Es autor, de una parte, de los "Apuntes y documentos para la historia del tradicionalismo español (1939-1966)", en 28 tomos, alguno con varios volúmenes. Por otro lado ha escrito varios miles de artículos breves y combativos en revistas de toda clase, entre las que destacan "Qué pasa", en los sesenta y setenta, y "Siempre p´alante" de los ochenta hasta el presente. Presidente de la Junta Nacional para la Reconquista de la Unidad Católica fue el impulsor durante muchos años de las cenas de Cristo Rey.
Por otro lado, Miguel Ayuso es profesor de Universidad y autor de una docena de libros y varios centenares de artículos, en revistas españolas, europeas y americanas. Singularmente en "Verbo", cuya redacción dirige desde 1990. Es también el Secretario del Patronato de la Fundación Francisco Elías de Tejada y, tras el fallecimiento del inolvidable profesor Rafael Gambra, es el Secretario Político de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón. En los años ochenta tomó el relevo a Manuel de Santa Cruz en la organización de las cenas de Cristo Rey.
Hoy, pues, nadie mejor que ambos, por lo que representan para el tradicionalismo en general y para el carlismo en particular, pero también por su consagración a la causa de la unidad católica de España y a la celebración de la festividad de Cristo Rey, para hablar en esta ocasión en que el Círculo Antonio Molle recupera esta tradición."
miércoles, noviembre 03, 2004
Cena de Cristo Rey
CENA DE CRISTO REY. CRÓNICA.
Madrid, 31 de octubre.- El Círculo Cultural Antonio Molle Lazo, de Madrid, que lleva el nombre del heroico requeté martirizado en 1936 y en cuyo proceso de beatificación trabajan los carlistas andaluces, ha recuperado la tradición de celebrar la festividad litúrgica de Cristo Rey con una cena de hermandad. Celebración impulsada siempre por carlistas, pues en los años sesenta y setenta el organizador fue Manuel de Santa Cruz, tomando el relevo en los ochenta Miguel Ayuso. Precisamente durante la segunda época acudió a presidirla en una ocasión S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón. Ahora es la Comunión Tradicionalista de Madrid la que institucionalmente ha asumido la organización, además en la fecha en que originalmente fue instituida por Pío XI en 1925, esto es, el último domingo de octubre, que evita la confusión que el nuevo calendario litúrgico ha contribuido a afirmar, al situar la fiesta en el último domingo del año litúrgico, de indudable sentido escatológico.
Previa a la cena, se reunió en el mismo hotel la Junta Directiva Nacional de la Comunión Tradicionalista, con asistencia de los delegados regionales, así como el jefe de las Juventudes Tradicionalistas de España, bajo la presidencia del Jefe de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón. Pasaron revista a la reorganización de la Comunión Tradicionalista y señalaron los objetivos del futuro próximo.
Más de un centenar de amigos y correligionarios, jóvenes en su mayoría, llenaron las mesas del Hotel NH-Alberto Aguilera. Vimos a los sacerdotes Francisco Suárez, Juan María Montagut y Raúl Olazábal. Destacó la presencia de la profesora Alexandra Wilhelmsen, de la Universidad de Dallas, y de Miguel Navarro, de la Universidad Autónoma de Guadalajara. También se hallaban presentes –entre otros muchos– el jefe nacional de las J.T.E. Víctor Ibáñez, Lorena Serrano, María Cervera, Paula Gambra, al frente de sus hermanos, Ignasi Mora, Jaume Samit –en representación del portal L´Esclat digital–, los hermanos Jiménez París, Román García-Serrano, Rafael Echanove, Pablo Victoria y la familia Rizo. Igualmente vimos al historiador J. A. Gallego, el abogado Santiago Milans del Bosch, los profesores Andrés y José Miguel Gambra, el editor Luis Valiente y su mujer la profesora Consuelo Martínez-Sicluna, Francisco José Fernández de la Cigoña, Jaime Vives, María del Carmen Palomares, Javier Sáenz, Juan Cayón, José Díaz Nieva, José Joaquín Jerez, Antonio Sánchez, Gustavo Blanco o Javier Tarín.
A los postres, Luis Latasa, presidente del Círculo Antonio Molle, tomó la palabra para presentar las actividades próximas del Círculo, así como a los oradores siguientes, Manuel de Santa Cruz y Miguel Ayuso. El primero, con lenguaje claro y directo, dijo que la fiesta de Cristo Rey es la fiesta de la confesionalidad católica del Estado, pues es el reinado social de Jesucristo y no un simple reinado espiritual el que evoca. En tal sentido recordó cómo en el siglo XIX el grito de realistas y carlistas era "Viva la Religión", que los cristeros mejicanos convirtieron en "Viva Cristo Rey", prolongado luego en la Cruzada española por los requetés. A continuación destacó algunos hitos de la historia religioso-política del carlismo para concluir que es preciso salir de la trampa católico-liberal de que las circunstancias impiden la implantación del Estado confesional. Miguel Ayuso, por su parte, aprovechó sus primeras palabras para homenajear a Manuel de Santa Cruz, quien –dijo– "siempre ha logrado desactivar todos los intentos en tal sentido de amigos y discípulos". Hoy, en cambio, siguió diciendo, "aprovecho que por razones institucionales soy el último en hablar, y por tanto él no puede hacerme callar, para decirle en nombre de todos que le vemos como el ejemplo viviente de caballero cristiano y carlista". Palabras que fueron rubricadas por un prolongado aplauso de la nutrida asistencia puesta en pie. A continuación señaló que pese a que superficialmente la fiesta de Cristo Rey pueda verse como un anacronismo político, eclesial e intelectual, la consideración profunda nos desvela unas razones que lejos de verse disminuidas con las "circunstancias" presentes, por el contrario se hallan reforzadas, sea porque –desde el ángulo político– se evidencia la necesidad de una invariable moral del orden político, lo que los inolvidables profesores Wilhelmsen y Rafael Gambra llamaron "ortodoxia pública" –recuerdo igualmente recibido entre ovaciones– como porque, ahora desde el ángulo religioso, el signo de la doctrina social de la Iglesia no ha sido otro que el de alzar una verdadera "contestación" cristiana del mundo moderno.
Así pues, con ambiente cordial y entusiasta, gracias a la Comunión Tradicionalista, y su reconstituido Círculo madrileño Antonio Molle Lazo, algunos de cuyos antiguos directivos se encontraban presentes, se ha contribuido a recuperar una tradición que milita en pro de la política católica, más de allá de los reclamos explícitos a "los católicos en la vida pública" y de las omisiones elusivas a las "raíces cristianas", en todo caso de idéntica matriz democristiana.
Cena de Cristo Rey 2006
Madrid
Sábado 28 de octubre
21:00
Hotel Tryp Atocha
Cubierto 30 €
Reservas:
cenacristorey@carlismo.es
Teléfono 658 798 743
Organiza: CIRCULO CULTURAL ANTONIO MOLLE LAZO.
Mucha de su sangre derramada, mucho sufrimiento padecido, llevaban los carlistas en lucha contra el laicismo, para cuando Pío XI instituyó la festividad de Cristo Rey como "eficaz medicina" contra esa enfermedad de nuestro tiempo. Nada de extraño tiene que los tradicionalistas se sintieran desde el principio identificados con esta fiesta y que, fieles al Magisterio eterno de la Iglesia, procuraran celebrarla, año tras año, de la manera más pública y universal que en su mano estuvo.
Hoy, todos los poderes de este mundo parecen confabularse para que se confine el gobierno de Jesucristo al fuero de la conciencia, y dejar todo lo demás bajo la tiranía del Maligno. Y con tan buena maña lo hacen que, incluso muchos católicos, se sienten ajenos y como avergonzados ante cualquier manifestación pública del sometimiento que a Nuestro Señor debe toda sociedad y autoridad, empezando por eso que llaman Estado.
No podemos hacer que las calles y plazas se engalanen, que se celebren misas y procesiones bajo el tañido de las campanas, en honor de Aquél que, mal que pese, rige los destinos de nuestra Patria y del universo. Por eso, para celebrar lo más dignamente que nos es dado ese fausto día, cuya significación condensa los anhelos y desvelos de nuestra causa, os convocamos una vez más a la cena de Cristo Rey. No olvidemos que no está obligado a más el que hace lo que puede, pero que eso, ¡eso hay que hacerlo!
Jose Miguel Gambra
Presidente del Círculo Cultural Antonio Molle Lazo
No es necesario para nada. Es la fiesta de la política católica que animamos a conmemorar en la víspera de su celebración litúrgica en franca camaradería. Todo el que se sienta identificado con el significado de la fiesta de Cristo Rey (vamos, todo católico consecuente) es bienvenido.
Una fecha que no puede pasar desapercibida
Mucha de su sangre derramada, mucho sufrimiento padecido, llevaban los carlistas en lucha contra el laicismo, para cuando Pío XI instituyó la festividad de Cristo Rey como "eficaz medicina" contra esa enfermedad de nuestro tiempo. Nada de extraño tiene que los tradicionalistas se sintieran desde el principio identificados con esta fiesta y que, fieles al Magisterio eterno de la Iglesia, procuraran celebrarla, año tras año, de la manera más pública y universal que en su mano estuvo.
Hoy, todos los poderes de este mundo parecen confabularse para que se confine el gobierno de Jesucristo al fuero de la conciencia, y dejar todo lo demás bajo la tiranía del Maligno. Y con tan buena maña lo hacen que, incluso muchos católicos, se sienten ajenos y como avergonzados ante cualquier manifestación pública del sometimiento que a Nuestro Señor debe toda sociedad y autoridad, empezando por eso que llaman Estado.
No podemos hacer que las calles y plazas se engalanen, que se celebren misas y procesiones bajo el tañido de las campanas, en honor de Aquél que, mal que pese, rige los destinos de nuestra Patria y del universo. Por eso, para celebrar lo más dignamente que nos es dado ese fausto día, cuya significación condensa los anhelos y desvelos de nuestra causa, os convocamos una vez más a la cena de Cristo Rey. No olvidemos que no está obligado a más el que hace lo que puede, pero que eso, ¡eso hay que hacerlo!
Intervendrán:
José Miguel Gambra
Presidente del Círculo Cultural "Antonio Molle Lazo"
y
José Antonio Ullate
Hotel "Tryp Atocha" Sábado 28 de octubre
C/ Atocha 83 21 h.
Madrid 30 euros
Se ruega confirmen asistencia en el teléfono 658.798.743 (J.A.Gallego) o en las siguientes direcciones de correo electrónico:
amollelazo2000@yahoo.es o amollelazo@hotmail.com
Si lo desean, pueden ingresar antes del día 25 el importe del cubierto en la cuenta de Caja Madrid:
Círculo Cultural Antonio Molle Lazo
2038 1153 21 60001032574
Círculo Cultural Antonio Molle Lazo
Secretaría
http://mollelazo.blogspot.com
http://www.carlismo.es
http://montejurra.blogspot.com
ADHESIÓN DE LAS JUVENTUDES TRADICIONALISTAS A LA CENA DE CRISTO REY
S.S. Pío XI estableció la festividad de Cristo Rey el último domingo del mes de octubre como “remedio contra el laicismo”. Lejos de introducir una enseñanza nueva la Encíclica Quas Primas venia a codificar una enseñanza multisecular de la Iglesia: el sometimiento de los poderes temporales a la realeza de Nuestro Señor Jesucristo, además de la realeza en lo espiritual y en los individuos y en la sociedad. Una situación de hecho y de derecho que en las Españas se conoció como Unidad Católica y que además supone restricciones para el culto de sectas y falsas religiones. No se trataba sólo de afirmar un principio escatológico, que Jesucristo es Rey del Universo y de todo lo creado, sino en una época de convulsiones y vacilaciones se recordaba los deberes de las sociedades para con el Creador. Además junto a la fundamentación genérica o esencial había razones pragmáticas para apoyar la realeza social de Ntro. Señor Jesucristo: los beneficios que aporta para la salvación de las almas la creación de un ambiente favorable, que forma parte del bien común, objeto de la política. Y así el grito de las resistencias populares contra la Revolución impía pasaba del “¡Viva la Religión!” a “¡Viva Cristo Rey!”. Primero por los cristeros mejicanos, aunque antes se había pronunciado en otros hechos contrarrevolucionarios del continente americano, y después por los carlistas. El grito, además de devoto tenia una alcance totalmente político, vinculado a la restauración de la realeza social de Jesucristo, al igual que en las luchas de la Vendée lo fue la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
En el año 1931, el último domingo de octubre de 1931, fiesta de Cristo Rey se celebró en el Hotel Londres de San Sebastián una gran cena para sellar la vuelta a la disciplina de la Comunión Tradicionalista de la llamada “escisión integrista”. Eran tiempos oscuros y sangrientos para la Iglesia que hoy se encargan de exaltar y desearían repetir. La cena fue un gran éxito, que certificó el avance imparable de la Comunión Tradicionalista que se reorganizaba con paso firme para salvar a la Iglesia y a España. Años después, en medio de la confusión subsiguiente al Concilio Vaticano II el insigne historiador don Manuel de Santa Cruz promovió la recuperación de dichas cenas en los años 60, de las que también salieron los núcleos principales de la resistencia española al progresismo y al modernismo. En los años 80 tomó el relevo de su organización el profesor Miguel Ayuso, presidiendo S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón en una ocasión el evento. Desde el año 2004 el renacido Círculo Antonio Molle Lazo ha tomado la determinación de seguir conmemorando la fecha en una cena la víspera de la fiesta, este año el sábado día 28, que además de recordar las implicaciones políticas de la festividad litúrgica de Cristo Rey sirve para retomar la actividad del curso político e iniciar los trabajos del Círculo. Este año las intervenciones correrán a cargo de José Antonio Ullate Fabo, periodista y licenciado en Derecho. Ha sido redactor jefe del semanario de información religiosa Alfa y Omega y coordinador del suplemento semanal Fe y Razón. Columnista de opinión, se dedica también a la información institucional y publicitaria y ha escrito “La Verdad sobre el Código da Vinci” (Libros Libres 2004), el principal trabajo desmitificador sobre la novela de Dam Brown. Y de José Miguel Gambra, presidente del Círculo Antonio Molle Lazo, profesor de lógica en la facultad de filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid y prolífico escritor y articulista carlista.
Desde las Juventudes Tradicionalistas nos adherimos un año más a tan gozosa celebración, con la intención de que de este primer encuentro del año salgan buenos frutos para seguir organizando la lucha contra el liberalismo. Ven a celebrar en hermandad la festividad de la política católica.
Cena de Cristo Rey. Hotel Tryp Atocha, Calle Atocha 83. Sábado 28 de octubre de 2006 a las 21:00 horas. Confirmación cenadecristorey@carlismo.es Tlf. 658 798 743
http://mollelazo.blogspot.com/
CARTA ENCÍCLICA
QUAS PRIMAS
DEL SUMO PONTÍFICE
PÍO XI
SOBRE LA FIESTA DE CRISTO REY
En la primera encíclica, que al comenzar nuestro Pontificado enviamos a todos los obispos del orbe católico, analizábamos las causas supremas de las calamidades que veíamos abrumar y afligir al género humano.
Y en ella proclamamos Nos claramente no sólo que este cúmulo de males había invadido la tierra, porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también que nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de nuestro Salvador.
La «paz de Cristo en el reino de Cristo»
1. Por lo cual, no sólo exhortamos entonces a buscar la paz de Cristo en el reino de Cristo, sino que, además, prometimos que para dicho fin haríamos todo cuanto posible nos fuese. En el reino de Cristo, dijimos: pues estábamos persuadidos de que no hay medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz que procurar la restauración del reinado de Jesucristo.
2. Entre tanto, no dejó de infundirnos sólida, esperanza de tiempos mejores la favorable actitud de los pueblos hacia Cristo y su Iglesia, única que puede salvarlos; actitud nueva en unos, reavivada en otros, de donde podía colegirse que muchos que hasta entonces habían estado como desterrados del reino del Redentor, por haber despreciado su soberanía, se preparaban felizmente y hasta se daban prisa en volver a sus deberes de obediencia.
Y todo cuanto ha acontecido en el transcurso del Año Santo, digno todo de perpetua memoria y recordación, ¿acaso no ha redundado en indecible honra y gloria del Fundador de la Iglesia, Señor y Rey Supremo?
«Año Santo»
3. Porque maravilla es cuánto ha conmovido a las almas la Exposición Misional, que ofreció a todos el conocer bien ora el infatigable esfuerzo de la Iglesia en dilatar cada vez más el reino de su Esposo por todos los continentes e islas —aun, de éstas, las de mares los más remotos—, ora el crecido número de regiones conquistadas para la fe católica por la sangre y los sudores de esforzadísimos e invictos misioneros, ora también las vastas regiones que todavía quedan por someter a la suave y salvadora soberanía de nuestro Rey.
Además, cuantos —en tan grandes multitudes— durante el Año Santo han venido de todas partes a Roma guiados por sus obispos y sacerdotes, ¿qué otro propósito han traído sino postrarse, con sus almas purificadas, ante el sepulcro de los apóstoles y visitarnos a Nos para proclamar que viven y vivirán sujetos a la soberanía de Jesucristo?
4. Como una nueva luz ha parecido también resplandecer este reinado de nuestro Salvador cuando Nos mismo, después de comprobar los extraordinarios méritos y virtudes de seis vírgenes y confesores, los hemos elevado al honor de los altares, ¡Oh, cuánto gozo y cuánto consuelo embargó nuestra alma cuando, después de promulgados por Nos los decretos de canonización, una inmensa muchedumbre de fieles, henchida de gratitud, cantó el Tu, Rex gloriae Christe en el majestuoso templo de San Pedro!
Y así, mientras los hombres y las naciones, alejados de Dios, corren a la ruina y a la muerte por entre incendios de odios y luchas fratricidas, la Iglesia de Dios, sin dejar nunca de ofrecer a los hombres el sustento espiritual, engendra y forma nuevas generaciones de santos y de santas para Cristo, el cual no cesa de levantar hasta la eterna bienaventuranza del reino celestial a cuantos le obedecieron y sirvieron fidelísimamente en el reino de la tierra.
5. Asimismo, al cumplirse en el Año Jubilar el XVI Centenario del concilio de Nicea, con tanto mayor gusto mandamos celebrar esta fiesta, y la celebramos Nos mismo en la Basílica Vaticana, cuanto que aquel sagrado concilio definió y proclamó como dogma de fe católica la consustancialidad del Hijo Unigénito con el Padre, además de que, al incluir las palabras cuyo reino no tendrá fin en su Símbolo o fórmula de fe, promulgaba la real dignidad de Jesucristo.
Habiendo, pues, concurrido en este Año Santo tan oportunas circunstancias para realzar el reinado de Jesucristo, nos parece que cumpliremos un acto muy conforme a nuestro deber apostólico si, atendiendo a las súplicas elevadas a Nos, individualmente y en común, por muchos cardenales, obispos y fieles católicos, ponemos digno fin a este Año Jubilar introduciendo en la sagrada liturgia una festividad especialmente dedicada a Nuestro Señor Jesucristo Rey. Y ello de tal modo nos complace, que deseamos, venerables hermanos, deciros algo acerca del asunto. A vosotros toca acomodar después a la inteligencia del pueblo cuanto os vamos a decir sobre el culto de Cristo Rey; de esta suerte, la solemnidad nuevamente instituida producirá en adelante, y ya desde el primer momento, los más variados frutos.
I. LA REALEZA DE CRISTO
6. Ha sido costumbre muy general y antigua llamar Rey a Jesucristo, en sentido metafórico, a causa del supremo grado de excelencia que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas. Así, se dice que reina en las inteligencias de los hombres, no tanto por el sublime y altísimo grado de su ciencia cuanto porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de El y recibir obedientemente la verdad. Se dice también que reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en El la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobilísimos propósitos. Finalmente, se dice con verdad que Cristo reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad(1) y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús. Mas, entrando ahora de lleno en el asunto, es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de El que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino(2); porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas.
a) En el Antiguo Testamento
7. Que Cristo es Rey, lo dicen a cada paso las Sagradas Escrituras.
Así, le llaman el dominador que ha de nacer de la estirpe de Jacob(3); el que por el Padre ha sido constituido Rey sobre el monte santo de Sión y recibirá las gentes en herencia y en posesión los confines de la tierra(4). El salmo nupcial, donde bajo la imagen y representación de un Rey muy opulento y muy poderoso se celebraba al que había de ser verdadero Rey de Israel, contiene estas frases: El trono tuyo, ¡oh Dios!, permanece por los siglos de los siglos; el cetro de su reino es cetro de rectitud(5). Y omitiendo otros muchos textos semejantes, en otro lugar, como para dibujar mejor los caracteres de Cristo, se predice que su reino no tendrá límites y estará enriquecido con los dones de la justicia y de la paz: Florecerá en sus días la justicia y la abundancia de paz... y dominará de un mar a otro, y desde el uno hasta el otro extrema del orbe de la tierra(6).
8. A este testimonio se añaden otros, aún más copiosos, de los profetas, y principalmente el conocidísimo de Isaías: Nos ha nacido un Párvulo y se nos ha dado un Hijo, el cual lleva sobre sus hombros el principado; y tendrá por nombre el Admirable, el Consejero, Dios, el Fuerte, el Padre del siglo venidero, el Príncipe de Paz. Su imperio será amplificado y la paz no tendrá fin; se sentará sobre el solio de David, y poseerá su reino para afianzarlo y consolidarlo haciendo reinar la equidad y la justicia desde ahora y para siempre(7). Lo mismo que Isaías vaticinan los demás profetas. Así Jeremías, cuando predice que de la estirpe de David nacerá el vástago justo, que cual hijo de David reinará como Rey y será sabio y juzgará en la tierra(8). Así Daniel, al anunciar que el Dios del cielo fundará un reino, el cual no será jamás destruido..., permanecerá eternamente(9); y poco después añade: Yo estaba observando durante la visión nocturna, y he aquí que venía entre las nubes del cielo un personaje que parecía el Hijo del Hombre; quien se adelantó hacia el Anciano de muchos días y le presentaron ante El. Y diole éste la potestad, el honor y el reino: Y todos los pueblos, tribus y lenguas le servirán: la potestad suya es potestad eterna, que no le será quitada, y su reino es indestructible(10). Aquellas palabras de Zacarías donde predice al Rey manso que, subiendo sobre una asna y su pollino, había de entrar en Jerusalén, como Justo y como Salvador, entre las aclamaciones de las turbas(11), ¿acaso no las vieron realizadas y comprobadas los santos evangelistas?
b) En el Nuevo Testamento
9. Por otra parte, esta misma doctrina sobre Cristo Rey que hemos entresacado de los libros del Antiguo Testamento, tan lejos está de faltar en los del Nuevo que, por lo contrario, se halla magnífica y luminosamente confirmada.
En este punto, y pasando por alto el mensaje del arcángel, por el cual fue advertida la Virgen que daría a luz un niño a quien Dios había de dar el trono de David su padre y que reinaría eternamente en la casa de Jacob, sin que su reino tuviera jamás fin(12), es el mismo Cristo el que da testimonio de su realeza, pues ora en su último discurso al pueblo, al hablar del premio y de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los réprobos; ora al responder al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era Rey; ora, finalmente, después de su resurrección, al encomendar a los apóstoles el encargo de enseñar y bautizar a todas las gentes, siempre y en toda ocasión oportuna se atribuyó el título de Rey(13) y públicamente confirmó que es Rey(14), y solemnemente declaró que le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra(15). Con las cuales palabras, ¿qué otra cosa se significa sino la grandeza de su poder y la extensión infinita de su reino? Por lo tanto, no es de maravillar que San Juan le llame Príncipe de los reyes de la tierra(16), y que El mismo, conforme a la visión apocalíptica, lleve escrito en su vestido y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de los que dominan(17). Puesto que el Padre constituyó a Cristo heredero universal de todas las cosas(18), menester es que reine Cristo hasta que, al fin de los siglos, ponga bajo los pies del trono de Dios a todos sus enemigos(19).
c) En la Liturgia
10. De esta doctrina común a los Sagrados Libros, se siguió necesariamente que la Iglesia, reino de Cristo sobre la tierra, destinada a extenderse a todos los hombres y a todas las naciones, celebrase y glorificase con multiplicadas muestras de veneración, durante el ciclo anual de la liturgia, a su Autor y Fundador como a Soberano Señor y Rey de los reyes.
Y así como en la antigua salmodia y en los antiguos Sacramentarios usó de estos títulos honoríficos que con maravillosa variedad de palabra expresan el mismo concepto, así también los emplea actualmente en los diarios actos de oración y culto a la Divina Majestad y en el Santo Sacrificio de la Misa. En esta perpetua alabanza a Cristo Rey descúbrese fácilmente la armonía tan hermosa entre nuestro rito y el rito oriental, de modo que se ha manifestado también en este caso que la ley de la oración constituye la ley de la creencia.
d) Fundada en la unión hipostática
11. Para mostrar ahora en qué consiste el fundamento de esta dignidad y de este poder de Jesucristo, he aquí lo que escribe muy bien San Cirilo de Alejandría: Posee Cristo soberanía sobre todas las criaturas, no arrancada por fuerza ni quitada a nadie, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza(20). Es decir, que la soberanía o principado de Cristo se funda en la maravillosa unión llamada hipostática. De donde se sigue que Cristo no sólo debe ser adorado en cuanto Dios por los ángeles y por los hombres, sino que, además, los unos y los otros están sujetos a su imperio y le deben obedecer también en cuanto hombre; de manera que por el solo hecho de la unión hipostática, Cristo tiene potestad sobre todas las criaturas.
e) Y en la redención
12. Pero, además, ¿qué cosa habrá para nosotros más dulce y suave que el pensamiento de que Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista, adquirido a costa de la redención? Ojalá que todos los hombres, harto olvidadizos, recordasen cuánto le hemos costado a nuestro Salvador. Fuisteis rescatados no con oro o plata, que son cosas perecederas, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un Cordero Inmaculado y sin tacha(21). No somos, pues, ya nuestros, puesto que Cristo nos ha comprado por precio grande(22); hasta nuestros mismos cuerpos son miembros de Jesucristo(23).
a) Triple potestadII. CARÁCTER DE LA REALEZA DE CRISTO
13. Viniendo ahora a explicar la fuerza y naturaleza de este principado y soberanía de Jesucristo, indicaremos brevemente que contiene una triple potestad, sin la cual apenas se concibe un verdadero y propio principado. Los testimonios, aducidos de las Sagradas Escrituras, acerca del imperio universal de nuestro Redentor, prueban más que suficientemente cuanto hemos dicho; y es dogma, además, de fe católica, que Jesucristo fue dado a los hombres como Redentor, en quien deben confiar, y como legislador a quien deben obedecer(24). Los santos Evangelios no sólo narran que Cristo legisló, sino que nos lo presentan legislando. En diferentes circunstancias y con diversas expresiones dice el Divino Maestro que quienes guarden sus preceptos demostrarán que le aman y permanecerán en su caridad(25). El mismo Jesús, al responder a los judíos, que le acusaban de haber violado el sábado con la maravillosa curación del paralítico, afirma que el Padre le había dado la potestad judicial, porque el Padre no juzga a nadie, sino que todo el poder de juzgar se lo dio al Hijo(26). En lo cual se comprende también su derecho de premiar y castigar a los hombres, aun durante su vida mortal, porque esto no puede separarse de una forma de juicio. Además, debe atribuirse a Jesucristo la potestad llamada ejecutiva, puesto que es necesario que todos obedezcan a su mandato, potestad que a los rebeldes inflige castigos, a los que nadie puede sustraerse.
b) Campo de la realeza de Cristo
a) En Lo espiritual
14. Sin embargo, los textos que hemos citado de la Escritura demuestran evidentísimamente, y el mismo Jesucristo lo confirma con su modo de obrar, que este reino es principalrnente espiritual y se refiere a las cosas espirituales. En efeeto, en varias ocasiones, cuando los judíos, y aun los mismos apóstoles, imaginaron erróneamente que el Mesías devolvería la libertad al pueblo y restablecería el reino de Israel, Cristo les quitó y arrancó esta vana imaginación y esperanza. Asimisrno, cuando iba a ser proclamado Rey por la muchedumbre, que, llena de admiración, le rodeaba, El rehusó tal títuto de honor huyendo y escondiéndose en la soledad. Finalmente, en presencia del gobernador romano manifestó que su reino no era de este mundo. Este reino se nos muestra en los evangelios con tales caracteres, que los hombres, para entrar en él, deben prepararse haciendo penitencia y no pueden entrar sino por la fe y el bautismo, el cual, aunque sea un rito externo, significa y produce la regeneración interior. Este reino únicamente se opone al reino de Satanás y a la potestad de las tinieblas; y exige de sus súbditos no sólo que, despegadas sus almas de las cosas y riquezas terrenas, guarden ordenadas costumbres y tengan hambre y sed de justicia, sino también que se nieguen a sí mismos y tomen su cruz. Habiendo Cristo, como Redentor, rescatado a la Iglesia con su Sangre y ofreciéndose a sí mismo, como Sacerdote y como Víctima, por los pecados del mundo, ofrecimiento que se renueva cada día perpetuamente, ¿quién no ve que la dignidad real del Salvador se reviste y participa de la naturaleza espiritual de ambos oficios?
b) En lo temporal
15. Por otra parte, erraría gravemente el que negase a Cristo-Hombre el poder sobre todas las cosas humanas y temporales, puesto que el Padre le confiríó un derecho absolutísimo sobre las cosas creadas, de tal suerte que todas están sometidas a su arbitrio. Sin embargo de ello, mientras vivió sobre la tierra se abstuvo enteramente de ejercitar este poder, y así como entonces despreció la posesión y el cuidado de las cosas humanas, así también permitió, y sigue permitiendo, que los poseedores de ellas las utilicen.
Acerca de lo cual dice bien aquella frase: No quita los reinos mortales el que da los celestiales(27). Por tanto, a todos los hombres se extiende el dominio de nuestro Redentor, como lo afirman estas palabras de nuestro predecesor, de feliz memoria, León XIII, las cuales hacemos con gusto nuestras: El imperio de Cristo se extiende no sólo sobre los pueblos católicos y sobre aquellos que habiendo recibido el bautismo pertenecen de derecho a la Iglesia, aunque el error los tenga extraviados o el cisma los separe de la caridad, sino que comprende también a cuantos no participan de la fe cristiana, de suerte que bajo la potestad de Jesús se halla todo el género humano(28).
c) En los individuos y en la sociedad
16. El es, en efecto, la fuente del bien público y privado. Fuera de El no hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos(29).
El es sólo quien da la prosperidad y la felicidad verdadera, así a los individuos como a las naciones: porque la felicidad de la nación no procede de distinta fuente que la felicidad de los ciudadanos, pues la nación no es otra cosa que el conjunto concorde de ciudadanos(30). No se nieguen, pues, los gobernantes de las naciones a dar por sí mismos y por el pueblo públicas muestras de veneración y de obediencia al imperio de Cristo si quieren conservar incólume su autoridad y hacer la felicidad y la fortuna de su patria. Lo que al comenzar nuestro pontificado escribíamos sobre el gran menoscabo que padecen la autoridad y el poder legítimos, no es menos oportuno y necesario en los presentes tiempos, a saber: «Desterrados Dios y Jesucristo —lamentábamos— de las leyes y de la gobernación de los pueblos, y derivada la autoridad, no de Dios, sino de los hombres, ha sucedido que... hasta los mismos fundamentos de autoridad han quedado arrancados, una vez suprimida la causa principal de que unos tengan el derecho de mandar y otros la obligación de obedecer. De lo cual no ha podido menos de seguirse una violenta conmoción de toda la humana sociedad privada de todo apoyo y fundamento sólido»(31).
17. En cambio, si los hombres, pública y privadamente, reconocen la regia potestad de Cristo, necesariamente vendrán a toda la sociedad civil increíbles beneficios, como justa libertad, tranquilidad y disciplina, paz y concordia. La regia dignidad de Nuestro Señor, así como hace sacra en cierto modo la autoridad humana de los jefes y gobernantes del Estado, así también ennoblece los deberes y la obediencia de los súbditos. Por eso el apóstol San Pablo, aunque ordenó a las casadas y a los siervos que reverenciasen a Cristo en la persona de sus maridos y señores, mas también les advirtió que no obedeciesen a éstos como a simples hombres, sino sólo como a representantes de Cristo, porque es indigno de hombres redimidos por Cristo servir a otros hombres: Rescatados habéis sido a gran costa; no queráis haceros siervos de los hombres(32).
18. Y si los príncípes y los gobernantes legítimamente elegidos se persuaden de que ellos mandan, más que por derecho propio por mandato y en representación del Rey divino, a nadie se le ocultará cuán santa y sabiamente habrán de usar de su autoridad y cuán gran cuenta deberán tener, al dar las leyes y exigir su cumplimiento, con el bien común y con la dignidad humana de sus inferiores. De aquí se seguirá, sin duda, el florecimiento estable de la tranquilidad y del orden, suprimida toda causa de sedición; pues aunque el ciudadano vea en el gobernante o en las demás autoridades públicas a hombres de naturaleza igual a la suya y aun indignos y vituperables por cualquier cosa, no por eso rehusará obedecerles cuando en ellos contemple la imagen y la autoridad de Jesucristo, Dios y hombre verdadero.
19. En lo que se refiere a la concordia y a la paz, es evidente que, cuanto más vasto es el reino y con mayor amplitud abraza al género humano, tanto más se arraiga en la conciencia de los hombres el vínculo de fraternidad que los une. Esta convicción, así como aleja y disipa los conflictos frecuentes, así también endulza y disminuye sus amarguras. Y si el reino de Cristo abrazase de hecho a todos los hombres, como los abraza de derecho, ¿por qué no habríamos de esperar aquella paz que el Rey pacífico trajo a la tierra, aquel Rey que vino para reconciliar todas las cosas; que no vino a que le sirviesen, sino a servir; que siendo el Señor de todos, se hizo a sí mismo ejemplo de humildad y estableció como ley principal esta virtud, unida con el mandato de la caridad; que, finalmente dijo: Mi yugo es suave y mi carga es ligera.
¡Oh, qué felicidad podríamos gozar si los individuos, las familias y las sociedades se dejaran gobernar por Cristo! Entonces verdaderamente —diremos con las mismas palabras de nuestro predecesor León XIII dirigió hace veinticinco años a todos los obispos del orbe católico—, entonces se podrán curar tantas heridas, todo derecho recobrará su vigor antiguo, volverán los bienes de la paz, caerán de las manos las espadas y las armas, cuando todos acepten de buena voluntad el imperio de Cristo, cuando le obedezcan, cuando toda lengua proclame que Nuestro Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre(33).
20. Ahora bien: para que estos inapreciables provechos se recojan más abundantes y vivan estables en la sociedad cristiana, necesario es que se propague lo más posible el conocimiento de la regia dignidad de nuestro Salvador, para lo cual nada será más dtcaz que instituir la festividad propia y peculiar de Cristo Rey.III. LA FIESTA DE JESUCRISTO REY
Las fiestas de la Iglesia
Porque para instruir al pueblo en las cosas de la fe y atraerle por medio de ellas a los íntimos goces del espíritu, mucho más eficacia tienen las fiestas anuales de los sagrados misterios que cualesquiera enseñanzas, por autorizadas que sean, del eclesiástico magisterio.
Estas sólo son conocidas, las más veces, por unos pocos fieles, más instruidos que los demás; aquéllas impresionan e instruyen a todos los fieles; éstas —digámoslo así— hablan una sola vez, aquéllas cada año y perpetuamente; éstas penetran en las inteligencias, a los corazones, al hombre entero. Además, como el hombre consta de alma y cuerpo, de tal manera le habrán de conmover necesariamente las solemnidades externas de los días festivos, que por la variedad y hermosura de los actos litúrgicos aprenderá mejor las divinas doctrinas, y convirtiéndolas en su propio jugo y sangre, aprovechará mucho más en la vida espiritual.
En el momento oportuno
21. Por otra parte, los documentos históricos demuestran que estas festividades fueron instituidas una tras otra en el transcurso de los siglos, conforme lo iban pidiendo la necesidad y utilidad del pueblo cristiano, esto es, cuando hacía falta robustecerlo contra un peligro común, o defenderlo contra los insidiosos errores de la herejía, o animarlo y encenderlo con mayor frecuencia para que conociese y venerase con mayor devoción algún misterio de la fe, o algún beneficio de la divina bondad. Así, desde los primeros siglos del cristianismo, cuando los fieles eran acerbísimamente perseguidos, empezó la liturgia a conmemorar a los mártires para que, como dice San Agustín, las festividades de los mártires fuesen otras tantas exhortaciones al martirio(34). Más tarde, los honores litúrgicos concedidos a los santos confesores, vírgenes y viudas sirvieron maravillosamente para reavivar en los fieles el amor a las virtudes, tan necesario aun en tiempos pacíficos. Sobre todo, las festividades instituidas en honor a la Santísima Virgen contribuyeron, sin duda, a que el pueblco cristiano no sólo enfervorizase su culto a la Madre de Dios, su poderosísima protectora, sino también a que se encendiese en más fuerte amor hacia la Madre celestial que el Redentor le había legado como herencia. Además, entre los beneficios que produce el público y legítimo culto de la Virgen y de los Santos, no debe ser pasado en silencio el que la Iglesia haya podido en todo tiempo rechazar victoriosamente la peste de los errores y herejías.
22. En este punto debemos admirar los designios de la divina Providencia, la cual, así como suele sacar bien del mal, así también permitió que se enfriase a veces la fe y piedad de los fieles, o que amenazasen a la verdad católica falsas doctrinas, aunque al cabo volvió ella a resplandecer con nuevo fulgor, y volvieron los fieles, despertados de su letargo, a enfervorizarse en la virtud y en la santidad. Asimismo, las festividades incluidas en el año litúrgico durante los tiempos modernos han tenido también el mismo origen y han producido idénticos frutos. Así, cuando se entibió la reverencia y culto al Santísimo Sacramento, entonces se instituyó la fiesta del Corpus Christi, y se mandó celebrarla de tal modo que la solemnidad y magnificencia litúrgicas durasen por toda la octava, para atraer a los fieles a que veneraran públicamente al Señor. Así también, la festividad del Sacratísimo Corazón de Jesús fue instituida cuando las almas, debilitadas y abatidas por la triste y helada severidad de los jansenistas, habíanse enfriado y alejado del amor de Dios y de la confianza de su eterna salvación.
Contra el moderno laicismo
23. Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad. Juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos; y vosotros sabéis, venerables hermanos, que tal impiedad no maduró en un solo día, sino que se incubaba desde mucho antes en las entrañas de la sociedad. Se comenzó por negar el imperío de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, esto es, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad. Después, poco a poco, la religión cristiana fue igualada con las demás religiones falsas y rebajada indecorosamente al nivel de éstas. Se la sometió luego al poder civil y a la arbitraria permisión de los gobernantes y magistrados. Y se avanzó más: hubo algunos de éstos que imaginaron sustituir la religión de Cristo con cierta religión natural, con ciertos sentimientos puramente humanos. No faltaron Estados que creyeron poder pasarse sin Dios, y pusieron su religión en la impiedad y en el desprecio de Dios.
24. Los amarguísimos frutos que este alejarse de Cristo por parte de los individuos y de las naciones ha producido con tanta frecuencia y durante tanto tiempo, los hemos lamentado ya en nuestra encíclica Ubi arcano, y los volvemos hoy a lamentar, al ver el germen de la discordia sembrado por todas partes; encendidos entre los pueblos los odios y rivalidades que tanto retardan, todavía, el restablecimiento de la paz; las codicias desenfrenadas, que con frecuencia se esconden bajo las apariencias del bien público y del amor patrio; y, brotando de todo esto, las discordias civiles, junto con un ciego y desatado egoísmo, sólo atento a sus particulares provechos y comodidades y midiéndolo todo por ellas; destruida de raíz la paz doméstica por el olvido y la relajación de los deberes familiares; rota la unión y la estabilidad de las familias; y, en fin, sacudida y empujada a la muerte la humana sociedad.
La fiesta de Cristo Rey
25. Nos anima, sin embargo, la dulce esperanza de que la fiesta anual de Cristo Rey, que se celebrará en seguida, impulse felizmente a la sociedad a volverse a nuestro amadísimo Salvador. Preparar y acelerar esta vuelta con la acción y con la obra sería ciertamente deber de los católicos; pero muchos de ellos parece que no tienen en la llamada convivencia social ni el puesto ni la autoridad que es indigno les falten a los que llevan delante de sí la antorcha de la verdad. Estas desventajas quizá procedan de la apatía y timidez de los buenos, que se abstienen de luchar o resisten débilmente; con lo cual es fuerza que los adversarios de la Iglesia cobren mayor temeridad y audacia. Pero si los fieles todos comprenden que deben militar con infatigable esfuerzo bajo la bandera de Cristo Rey, entonces, inflamándose en el fuego del apostolado, se dedicarán a llevar a Dios de nuevo los rebeldes e ignorantes, y trabajarán animosos por mantener incólumes los derechos del Señor.
Además, para condenar y reparar de alguna manera esta pública apostasía, producida, con tanto daño de la sociedad, por el laicismo, ¿no parece que debe ayudar grandemente la celebración anual de la fiesta de Cristo Rey entre todas las gentes? En verdad: cuanto más se oprime con indigno silencio el nombre suavísimo de nuestro Redentor, en las reuniones internacionales y en los Parlamentos, tanto más alto hay que gritarlo y con mayor publicidad hay que afirmar los derechos de su real dignidad y potestad.
Continúa una tradición
26. ¿Y quién no echa de ver que ya desde fines del siglo pasado se preparaba maravillosamente el camino a la institución de esta festividad? Nadie ignora cuán sabia y elocuentemente fue defendido este culto en numerosos libros publicados en gran variedad de lenguas y por todas partes del mundo; y asimismo que el imperio y soberanía de Cristo fue reconocido con la piadosa práctica de dedicar y consagrar casi innumerables familias al Sacratísimo Corazón de Jesús. Y no solamente se consagraron las familias, sino también ciudades y naciones. Más aún: por iniciativa y deseo de León XIII fue consagrado al Divino Corazón todo el género humano durante el Año Santo de 1900.
27. No se debe pasar en silencio que, para confirmar solemnemente esta soberanía de Cristo sobre la sociedad humana, sirvieron de maravillosa manera los frecuentísimos Congresos eucarísticos que suelen celebrarse en nuestros tiempos, y cuyo fin es convocar a los fieles de cada una de las diócesis, regiones, naciones y aun del mundo todo, para venerar y adorar a Cristo Rey, escondido bajo los velos eucarísticos; y por medio de discursos en las asambleas y en los templos, de la adoración, en común, del augusto Sacramento públicamente expuesto y de solemnísimas procesiones, proclamar a Cristo como Rey que nos ha sido dado por el cielo. Bien y con razón podría decirse que el pueblo cristiano, movido como por una inspiración divina, sacando del silencio y como escondrijo de los templos a aquel mismo Jesús a quien los impíos, cuando vino al mundo, no quisieron recibir, y llevándole como a un triunfador por las vías públicas, quiere restablecerlo en todos sus reales derechos.
Coronada en el Año Santo
28. Ahora bien: para realizar nuestra idea que acabamos de exponer, el Año Santo, que toca a su fin, nos ofrece tal oportunidad que no habrá otra mejor; puesto que Dios, habiendo benignísimamente levantado la mente y el corazón de los fieles a la consideración de los bienes celestiales que sobrepasan el sentido, les ha devuelto el don de su gracia, o los ha confirmado en el camino recto, dándoles nuevos estímulos para emular mejores carismas. Ora, pues, atendamos a tantas súplicas como los han sido hechas, ora consideremos los acontecimientos del Año Santo, en verdad que sobran motivos para convencernos de que por fin ha llegado el día, tan vehementemente deseado, en que anunciemos que se debe honrar con fiesta propia y especial a Cristo como Rey de todo el género humano.
29. Porque en este año, como dijimos al principio, el Rey divino, verdaderamente admirable en sus santos, ha sido gloriosamente magnificado con la elevación de un nuevo grupo de sus fieles soldados al honor de los altares. Asimismo, en este año, por medio de una inusitada Exposición Misional, han podido todos admirar los triunfos que han ganado para Cristo sus obreros evangélicos al extender su reino. Finalmente, en este año, con la celebración del centenario del concilio de Nicea, hemos conmemorado la vindicación del dogma de la consustancialidad del Verbo encarnado con el Padre, sobre la cual se apoya como en su propio fundamento la soberanía del mismo Cristo sobre todos los pueblos.
Condición litúrgica de la fiesta
30. Por tanto, con nuestra autoridad apostólica, instituimos la fiesta de nuestro Señor Jesucristo Rey, y decretamos que se celebre en todas las partes de la tierra el último domingo de octubre, esto es, el domingo que inmediatamente antecede a la festividad de Todos los Santos. Asimismo ordenamos que en ese día se renueve todos los años la consagración de todo el género humano al Sacratísimo Corazón de Jesús, con la misma fórmula que nuestro predecesor, de santa memoria, Pío X, mandó recitar anualmente.
Este año, sin embargo, queremos que se renueve el día 31 de diciembre, en el que Nos mismo oficiaremos un solemne pontifical en honor de Cristo Rey, u ordenaremos que dicha consagración se haga en nuestra presencia. Creemos que no podemos cerrar mejor ni más convenientemente el Año Santo, ni dar a Cristo, Rey inmortal de los siglos, más amplio testimonio de nuestra gratitud —con lo cual interpretamos la de todos los católicos— por los beneficios que durante este Año Santo hemos recibido Nos, la Iglesia y todo el orbe católico.
31. No es menester, venerables hermanos, que os expliquemos detenidamente los motivos por los cuales hemos decretado que la festividad de Cristo Rey se celebre separadamente de aquellas otras en las cuales parece ya indicada e implícitamente solemnizada esta misma dignidad real. Basta advertir que, aunque en todas las fiestas de nuestro Señor el objeto material de ellas es Cristo, pero su objeto formal es enteramente distinto del título y de la potestad real de Jesucristo. La razón por la cual hemos querido establecer esta festividad en día de domingo es para que no tan sólo el clero honre a Cristo Rey con la celebración de la misa y el rezo del oficio divino, sino para que también el pueblo, libre de las preocupaciones y con espíritu de santa alegría, rinda a Cristo preclaro testimonio de su obediencia y devoción. Nos pareció también el último domingo de octubre mucho más acomodado para esta festividad que todos los demás, porque en él casi finaliza el año litúrgico; pues así sucederá que los misterios de la vida de Cristo, conmemorados en el transcurso del año, terminen y reciban coronamiento en esta solemnidad de Cristo Rey, y antes de celebrar la gloria de Todos los Santos, se celebrará y se exaltará la gloria de aquel que triunfa en todos los santos y elegidos. Sea, pues, vuestro deber y vuestro oficio, venerables hermanos, hacer de modo que a la celebración de esta fiesta anual preceda, en días determinados, un curso de predicación al pueblo en todas las parroquias, de manera que, instruidos cuidadosamente los fieles sobre la naturaleza, la significación e importancia de esta festividad, emprendan y ordenen un género de vida que sea verdaderamente digno de los que anhelan servir amorosa y fielmente a su Rey, Jesucristo.
Con los mejores frutos
32. Antes de terminar esta carta, nos place, venerables hermanos, indicar brevemente las utilidades que en bien, ya de la Iglesia y de la sociedad civil, ya de cada uno de los fieles esperamos y Nos prometemos de este público homenaje de culto a Cristo Rey.
a) Para la Iglesia
En efecto: tríbutando estos honores a la soberanía real de Jesucristo, recordarán necesariamente los hombres que la Iglesia, como sociedad perfecta instituida por Cristo, exige —por derecho propio e imposible de renuncíar— plena libertad e independencia del poder civil; y que en el cumplimiento del oficio encomendado a ella por Dios, de enseñar, regir y conducir a la eterna felicidad a cuantos pertenecen al Reino de Cristo, no pueden depender del arbitrio de nadie.
Más aún: el Estado debe también conceder la misma libertad a las órdenes y congregaciones religiosas de ambos sexos, las cuales, siendo como son valiosísimos auxiliares de los pastores de la Iglesia, cooperan grandemente al establecimiento y propagación del reino de Cristo, ya combatiendo con la observación de los tres votos la triple concupiscencia del mundo, ya profesando una vida más perfecta, merced a la cual aquella santidad que el divino Fundador de la Iglesia quiso dar a ésta como nota característica de ella, resplandece y alumbra, cada día con perpetuo y más vivo esplendor, delante de los ojos de todos.
b) Para la sociedad civil
33. La celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes.
A éstos les traerá a la memoria el pensamiento del juicio final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado cuanto también aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectítud de costumbres. Es, además, maravillosa la fuerza y la virtud que de la meditación de estas cosas podrán sacar los fieles para modelar su espíritu según las verdaderas normas de la vida cristiana.
c) Para los fieles
34. Porque si a Cristo nuestro Señor le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; si los hombres, por haber sido redimidos con su sangre, están sujetos por un nuevo título a su autoridad; si, en fin, esta potestad abraza a toda la naturaleza humana, claramente se ve que no hay en nosotros ninguna facultad que se sustraiga a tan alta soberanía. Es, pues, necesario que Cristo reine en la inteligencia del hombre, la cual, con perfecto acatamiento, ha de asentir firme y constantemente a las verdades reveladas y a la doctrina de Cristo; es necesario que reine en la voluntad, la cual ha de obedecer a las leyes y preceptos divinos; es necesario que reine en el corazón, el cual, posponiendo los efectos naturales, ha de amar a Dios sobre todas las cosas, y sólo a El estar unido; es necesario que reine en el cuerpo y en sus miembros, que como instrumentos, o en frase del apóstol San Pablo, como armas de justicia para Dios(35), deben servir para la interna santificación del alma. Todo lo cual, si se propone a la meditación y profunda consideración de los fieles, no hay duda que éstos se inclinarán más fácilmente a la perfección.
35. Haga el Señor, venerables hermanos, que todos cuantos se hallan fuera de su reino deseen y reciban el suave yugo de Cristo; que todos cuantos por su misericordia somos ya sus súbditos e hijos llevemos este yugo no de mala gana, sino con gusto, con amor y santidad, y que nuestra vida, conformada siempre a las leyes del reino divino, sea rica en hermosos y abundantes frutos; para que, siendo considerados por Cristo como siervos buenos y fieles, lleguemos a ser con El participantes del reino celestial, de su eterna felicidad y gloria.
Estos deseos que Nos formulamos para la fiesta de la Navidad de nuestro Señor Jesucristo, sean para vosotros, venerables hermanos, prueba de nuestro paternal afecto; y recibid la bendición apostólica, que en prenda de los divinos favores os damos de todo corazón, a vosotros, venerables hermanos, y a todo vuestro clero y pueblo.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 11 de diciembre de 1925, año cuarto de nuestro pontificado.
Notas
1. Ef 3,19.
2. Dan 7,13-14.
3. Núm 24,19.
4. Sal 2.
5. Sal 44.
6. Sal 71.
7. Is 9,6-7.
8. Jer 23,5.
9. Dan 2,44.
10. Dan 7 13-14.
11. Zac 9,9.
12. Lc 1,32-33.
13. Mt 25,31-40.
14. Jn 18,37.
15. Mt 28,18.
16. Ap 1,5.
17. Ibíd., 19,16.
18. Heb 1,1.
19. 1 Cor 15,25.
20. In Luc. 10.
21. 1 Pt 1,18-19.
22. 1 Cor 6,20.
23. Ibíd., 6,15.
24. Conc. Trid., ses.6 c.21.
25. Jn 14,15; 15,10.
26. Jn 5,22.
27. Himno Crudelis Herodes, en el of. de Epif.
28. Enc. Annum sacrum, 25 mayo 1899.
29. Hech 4,12.
30. S. Agustín, Ep. ad Macedonium c.3
31. Enc. Ubi arcano.
32. 1 Cor 7,23.
33. Enc. Annum sacrum, 25 mayo 1899.
34. Sermón 47: De sanctis.
35. Rom 6,13.
Sección de ametralladoras del Tercio Cristo Rey durante nuestra Cruzada de Liberación Nacional.
Confirmada la presencia en la Cena de Cristo Rey,de Madrid, del eurodiputado de la LIGA DE FAMILIAS POLACAS, que defendio el Alzamiento Nacional del 18 de Julio en el Parlamento europeo
Además habrá una Videoconferencia con la Cena de Cristo Rey en Mejico, con la intervención del Jefe Delegado de la C.T don Miguel Ayuso.
Dada la diferencia horaria de Castilla con la Nueva Galicia, la conexión en videoconferencia será más bien con el almuerzo o la comida de Cristo Rey en Guadalajara, Jalisco...
El eurodiputado de la Liga de Familias Polacas que viene a la cena de Cristo Rey es el profesor Maciej Giertych, hijo de un corresponsal de guerra en la España nacional durante la Cruzada de Liberación, que luchó después contra nazis y soviéticos. El hijo del profesor Giertych, también de la Liga, es actualmente el Ministro de Educación del gobierno polaco.
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Tradicional CENA DE CRISTO REY
Con la presencia del eurodiputado polaco Maciej Giertych
Madrid, octubre 2006. El sábado 28 (D.m.), a las nueve de la noche, se celebrará en el Hotel Tryp Atocha (C/. Atocha, 83) la tradicional cena de Cristo Rey.
El Círculo Cultural Antonio Molle Lazo, que corre con la organización para la Comunión Tradicionalista, ha difundido la siguiente convocatoria:Mucha de su sangre derramada, mucho sufrimiento padecido, llevaban los carlistas en lucha contra el laicismo, para cuando Pío XI instituyó la festividad de Cristo Rey como "eficaz medicina" contra esa enfermedad de nuestro tiempo. Nada de extraño tiene que los tradicionalistas se sintieran desde el principio identificados con esta fiesta y que, fieles al Magisterio eterno de la Iglesia, procuraran celebrarla, año tras año, de la manera más pública y universal que en su mano estuvo.A los postres intervendrán el profesor José Miguel Gambra y el periodista y escritor José Antonio Ullate.
Hoy, todos los poderes de este mundo parecen confabularse para que se confine el gobierno de Jesucristo al fuero de la conciencia, y dejar todo lo demás bajo la tiranía del Maligno. Y con tan buena maña lo hacen que, incluso muchos católicos, se sienten ajenos y como avergonzados ante cualquier manifestación pública del sometimiento que a Nuestro Señor debe toda sociedad y autoridad, empezando por eso que llaman Estado.
No podemos hacer que las calles y plazas se engalanen, que se celebren misas y procesiones bajo el tañido de las campanas, en honor de Aquél que, mal que pese, rige los destinos de nuestra Patria y del universo. Por eso, para celebrar lo más dignamente que nos es dado ese fausto día, cuya significación condensa los anhelos y desvelos de nuestra causa, os convocamos una vez más a la cena de Cristo Rey. No olvidemos que no está obligado a más el que hace lo que puede, pero que eso, ¡eso hay que hacerlo!
Como invitado de honor estará presente el profesor Maciej Giertych, representante en el Parlamento Europeo de la Liga de Familias Polacas; el único eurodiputado que defendió la legitimidad del Alzamiento Nacional de 1936 y de la Cruzada de Liberación, y que acaba de votar contra la moción socialista que se inmiscuye en asuntos españoles para apoyar la rendición ante ETA promovida por Rodríguez Zapatero.
Cubierto 30 €
Reservas: cenacristorey@carlismo.es o teléfono 658798743
¿Quiere conocer el menú de la cena? Véalo en la Agenda de las páginas para suscriptores de FARO.
MADRIDCENA DE CRISTO REYSÁBADO 28 DE OCTUBRE21:00HOTEL TRYP ATOCHAC/. Atocha, 83
(Metro Antón Martín, salida calle Atocha, impares)
__________________________________________Agencia FARO
- Se celebró en Madrid la tradicional cena de Cristo Rey
- Publicaciones:
- La Esperanza, nueva época, número 4
- Castilla Carlista, número 3
Madrid, 8 noviembre 2008. Como FARO había venido anunciando, se celebró en Madrid la anual cena de Cristo Rey, tradicional de los carlistas de la villa y ex corte; por necesidades organizativas trasladada este año al sábado 8 de noviembre.
Un buen número de amigos y correligionarios se dieron cita en el restaurante La Galería. Entre ellos se encontraban los sacerdotes don Eduardo Montes, que bendijo la mesa; don Roberto López-Campillo; y el Padre Philippe Laguérie, superior del Instituto del Buen Pastor. Asimismo estaban los miembros de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón; los de la junta directiva del Círculo Cultural Antonio Molle Lazo; la profesora Dianella Gambini, de la Universidad de Perusa; carlistas venidos de Asturias, León y Aragón; muchos miembros de las Juventudes Tradicionalistas y de la AET; veteranos como Cruz Baleztena y Manuel de Santa Cruz; Manuel Dopico; los profesores Andrés y José Miguel Gambra, Miguel Ayuso, José Díaz Nieva; etc.
A los postres, Miguel Navarro, delegado de la Comunión Tradicionalista en la Nueva España, tras recordar el porqué de la celebración de Cristo Rey, presentó los números recién aparecidos de dos publicaciones tradicionalistas: el 4 de La Esperanza y el 3 de Castilla Carlista, de los que FARO da cuenta más abajo. A continuación fue dando paso a los oradores de la noche: Antonio Capellán, delegado nacional de Juventudes Tradicionalistas; Juan Manuel Rozas, abogado; y Luis Infante, presidente del Círculo Cultural Juan Vázquez de Mella.
Antonio Capellán recordó a los presentes cuáles deben ser nuestra disposición y nuestra conducta si queremos restaurar el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo, además de alcanzar la salvación. Con citas del Beato Rafael y recordándonos el ejemplo de Cristo, Dios hecho hombre, conmovió a los presentes.
Juan Manuel Rozas, en una intervención bien construida, pasó revista al abandono de la verdadera doctrina de la Realeza de Cristo, de su Reinado Social, y a sus consecuencias; constató también que los tradicionalistas, por el contrario, han mantenido esa misma doctrina por otros abandonada.
Luis Infante, en tono más coloquial, se refirió a la progresiva renuncia al régimen de Cristiandad por parte de la jerarquía eclesiástica, y a la defensa del mismo por los contrarrevolucionarios, cuyo máximo exponente y referencia son los carlistas, pequeño rebaño ahora, pero aún con voluntad de victoria.
Las grabaciones en audio de estas intervenciones estarán disponibles para descargarse de Internet en muy breve plazo.
Concluyó el acto con el canto del Oriamendi y los vivas a Cristo Rey, a España y al Rey legítimo.
Madrid, 8 noviembre 2008. En el transcurso de la Cena de Cristo Rey, se ha presentado el número 4 de la revista La Esperanza, Boletín de Orientación Tradicionalista, en esta nueva época órgano de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón. La edición se cerró el 4 de noviembre, festividad de San Carlos Borromeo, día de la Dinastía Legítima. Cuarenta y ocho páginas, con numerosas ilustraciones, de las que reproducimos el sumario:
El número 4 de La Esperanza puede solicitarse por correo postal, al precio de 7 (siete) euros ejemplar más gastos de envío (España 1 €, Europa 2 €, resto del mundo 3 €). Con el pedido debe adjuntarse fotocopia del resguardo de ingreso o transferencia del importe a la siguiente cuenta:
- Editorial
- Libros: La Esperanza carlista (1844-1874)
- El Abanderado de la Tradición
- El Duque de Aranjuez preside la Misa de clausura de la Peregrinación de Chartres
- Visita oficial al Perú
- En Colombia
- Una revisión de la tradición política hispánica: A los 175 años del Carlismo
- Secretaría Política
- Actividades en París
- Referéndum irlandés rechaza Tratado de Lisboa
- Reuniones y día a día
- Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II
- Bicentenario del Dos de Mayo
- Chile: Historia y teoría de la Hispanidad
- Gardone: The Roman Forum
- Hacia el Bicentenario: Los "otros" patriotas
- Una revisión de la tradición política hispánica: A los 175 años del Carlismo
- Polonia: Seminario internacional sobre "Acción Francesa" en Torun. Encuentros en Varsovia
- Más Carlismo, más Tradición
- Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas
- XXXVIII Encuentro Tradicionalista de Civitella del Tronto: La tradición más allá de la memoria
- Junta Carlista del Principado de Asturias: Declaración del Veinticinco de Mayo 2008
- Valencia: Homenaje al Palleter
- Por la memoria, contra el olvido: Los héroes del Volturno
- Convocatoria de premios del Centro de Estudios para la Defensa de la Unidad Católica
- Obituarios
Círculo Cultural Antonio Molle Lazo
C.C.C. 2038 1153 2 1 6001032574
Desde el extranjero:
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Caja Madrid
BIC CAHMESMMXXX
Haciendo constar en el ingreso "La Esperanza". También puede enviarse cheque (extendido a nombre del Círculo Cultural Antonio Molle Lazo).
La Esperanza. Número 4, noviembre 2008
48 páginas. D.L. B-7.916-2005. ISSN 1888-797X
Comunión Tradicionalista. Apartado de Correos 50.571. 28080 Madrid. España
Madrid, 8 noviembre 2008.También en la Cena de Cristo Rey fue presentado el número 3 del boletín Castilla Carlista, órgano de difusión del Círculo Cultural Antonio Molle Lazo y de las Juventudes Tradicionalistas de Madrid. Ocho páginas en formato A-4, en las que encontramos:
- Una visión particular del 175º aniversario del Carlismo, por Javier Martínez-Aedo
- Don Sixto Enrique a los contertulios de la cena de Cristo Rey 2005
- Actualidad
- Serie Mujeres Carlistas: Dª María Teresa de Braganza y de Borbón, Princesa de Beira, primera parte, por José Antonio Gallego
- ¿Sabías que...?
- Calendario de las Juventudes
- Beato Miguel Gómez Loza: modelo de amor integrista por la buena causa, por Ismael Flores Hernández y Salvador Echeagaray
- Anuncios clasificados: Tradicionalistas en el mundo
- Crítica Literaria
- Breves del mundo
- Debate entre carlistas
- El Decreto de Unificación y los carlistas, por José Antonio Gallego
Círculo Cultural Antonio Molle Lazo
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Juventudes Tradicionalistas de Madrid
Correo electrónico
Por correo postal:
Comunión Tradicionalista
A/a Círculo Molle Lazo
Apartado de Correos 50.571
28080 Madrid
El número 2 de Castilla Carlista se encuentra disponible en formato pdf en el área Archivos de las páginas para suscriptores de FARO
Reseñas de números anteriores de estas dos publicaciones en el área Mensajes de las páginas para suscriptores de FARO
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Agencia FARO
Mucha cena, muchos brindis, muchas carcajadas . La cosa está mal, pero por lo menos pasa uno un rato divertido con los camaradas. ¿no?
Así fue como acabó Fuerza Nueva, a base de comidas, brindis y discursos a los postres.
Si todo ese dinero se gastara a pie de calle y dando la cara, otro gallo le cantaría a España y al carlismo.
No sé qué apreciar más en el fino mensaje de este Jano Bifronte de andar por casa: si la mala leche, la avilantez o el desconocimiento.
La cena de Cristo Rey, una vieja costumbre de los carlistas madrileños; no es una frivolidad de "camaradas", como las que le suenan a "el cura y el barbero", sino un acto serio y austero, como son los del Carlismo. En el cual cada comensal paga lo suyo, por supuesto. Comensales, todos, acostumbrados a dar la cara y a militar día a día.
Qué buena ocasión para callarse ha perdido, oiga.
De jano bifronte, nada de nada señor mío. Y puestos a mencionar nombres y avatares, usted parece gordito y yo flaco, como que de usted pueden sacarse dos janos y frontales, pero de un servidor poquita cosa.
Y eso vale para lo de las cenas, que usted parece rebosar de ellas.
Última edición por el cura y el barbero; 12/11/2008 a las 20:10
Por favor, señor cura y barbero, parece ud un niño las acotaciones que hace a este evento. Que más le da a ud si se juntan los carlistas a celebrar la fiesta de Cristo Rey. Gracias a Dios, es una fiesta que se debe festejar y es una fiesta de alta categoría. O es que ud es un protestante puritano??
El noble es aquel:
que tiene alma para sí y para otros.
Son los nacidos para mandar.
Son los capaces de castigarse y castigar.
Son los que en su conducta han puesto estilo.
Son los que no piden libertad sino jerarquía.
Son los que sienten el honor como la vida.
Son los capaces de dar cosas que nadie obliga y abstenerse de cosas que nadie prohíbe. Son los...
("El nuevo gobierno de Sancho" Leonardo Castellani)
Más cierto seria decir que FN se acabó por decisión unilateral de su fundador después de una comida, brindis y discursos a los postres el 20-N del 82. Otros miles de españoles que de buena fe militaban en FN también hacian comidas, brindis y discursos y se dejaban y se siguieron dejando la piel en las calles por una España Católica, muchos de ellos en el Carlismo.
La cena bien poco es, pero la culpa no es de los sufridos organizadores que le roban tiempo a su familia y a sus responsabilidades para organizar tan poca cosa. El problema es de los que no responden a un acto en el que se proclama la Realeza Social de Ntro. Señor y la Unidad Católica de España (y que si los Obispos hiciesen caso al Papa se podría completar con una Misa fuera de los restringido horarios y lugares a los que la misma se proscribe en Madrid) ni proponen alternativas.
Si hubiese tenido la decencia de leer un poco sobre esta cena sabria que se remonta a 1930, en San Sebastián. Los carlistas de ahora como los de entonces tenemos sobrados ejemplos de que se pueden compatibilizar estas actividades con otras más "comprometidas". Lo que pasa es que a la hora de la verdad los que tanto critican no están ni en unas ni en otras.
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