El Partido Republicano se pega un batacazo electoral por la guerra de Irak y no pasa nada. Los mismos que predican aplastar el islamismo abren la puerta a sus troyanos en España.
A medida que pasa el tiempo se abre una brecha cada vez mayor entre la clase política, representante del poder y acaso instrumento del mismo, y el pueblo que los soporta y padece. El fenómeno es común a todo Occidente y no solo en España. Por ejemplo, ahora, en los EEUU, el pueblo ha votado en unas elecciones para echar a los republicanos de un senado que dominaron durante doce años ¿El motivo? La desastrosa guerra de Irak, que ha empantanado al Gobierno estadounidense, que drena todos los días cientos de millones de dólares de los contribuyentes y que es el mayor núcleo de terroristas del orbe, todo ello gracias a una política exterior equivocada. Fue una guerra impulsada por una secta de visionarios y alucinados izquierdistas, ultrasionistas y belicistas, en contra de la voluntad del pueblo americano.
Ahora los conspiradores reptan despavoridos hasta sus madrigueras ¿Todos? No. Una pequeña
troupe de belicistas tardíos resiste a los deseos del pueblo americano que piensa que la guerra fue un error y que está cansado de ver la enorme sangría diaria de vidas.
Y es que, frente a los visionarios
neocon, el pueblo norteamericano nunca ha tenido vocación de reformar la humanidad y de elevarla a una nueva era de paz y democracia. Es un mito que los Estados Unidos fueran a la guerra para derrotar al fascismo: fueron a la guerra porque Japón había bombardeado Pearl Harbour y veían amenazados intereses vitales; no porque el ejército alemán hubiera barrido a los ingleses de Europa y amenazara a los comunistas en la URSS.
Pero nada de esto importa y los conspiradores, esos que mentan al pueblo solo cuando les da la razón y en todo caso como coartada. Se están reagrupando en torno al senador demócrata
John McCain, uno de los pocos que quiere aumentar los efectivos en Irak. Resulta patético leer el artículo de
Rafael Bardají en
ABC (17.11.2006), sin el mínimo asomo de crítica, o los melifluos análisis de
Florentino Portero en Telemadrid, como si la debacle del Partido Republicano no tuviera nada que ver con el fiasco de una política exterior desastrosa para Occidente.
Por todo ello es muy posible que la doctrina Bush siga adelante tras haberse demostrado un gigantesco fracaso y tras haber sido rechazada en las urnas. Al fin y al cabo el cartel demócrata
Clinton-Kerry-Edwards-Biden-Reid-Daschle votó con
Bush en octubre de 2002 para que el Partido de la Guerra franqueara el camino hacia Bagdad. E igualmente al fin y al cabo, como escribe el gran pacifista israelí
Ury Avnery, "si el Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos propusiera una resolución para abolir los diez mandamientos, 80 senadores y 300 congresistas lo firmarían de inmediato". El aparato del poder y los intereses creados pesan mucho más que los deseos del pueblo.
En España
Gustavo de Arístegui, en
La Razón (15.11.2006) arremete contra el fanatismo islámico y dice que "hay que recordar que los derechos y libertades fundamentales son universales, irrenunciables, innegociables y atemporales. Ningún gobierno o dirigente del mundo tiene el menor derecho a decidir quiénes pueden gozar de los mismos y quiénes deben seguir sometidos a regímenes totalitarios y autoritarios, sin respeto, protección o garantía alguna de los derechos humanos". No está muy claro si esta equiparación de los "derechos fundamentales" con el Absoluto equivale a respaldar una cruzada universal militar; es decir, si es la versión elaborada del "guerra aquí, allí y en todas partes" de la política
neocon de siempre, cada vez más fracasada. En todo caso este apoyo acrítico del PP a las tesis
neocon pueden aislar al partido de la oposición en la formulación de políticas auténticamente alternativas a los delirios socialistas del tipo de la "alianza de las civilizaciones".
Si el Islam es tan radical y fanático ¿por qué el gobierno de
Aznar, como luego
Caldera,
regularizó a cientos de miles de marroquíes y otros islamistas, a fecha de hoy auténtico caballo de Troya en el seno de nuestro país? Pues porque la política del
lobby neocon no está hecha para salvaguardar la integridad de los países sino para modelar un Oriente Medio conforme a la visión de un puñado de fanáticos. Y lo que es seguro es que si, efectivamente, a medio plazo nuestros países fueran nuevamente enrolados en una "cruzada" por defender los "derechos fundamentales" de alguien que no los desea en absoluto –como ha podido verse en las elecciones en Irak-, estoy seguro de que ni los
Bardajíes, ni la plana mayor de FAES ni
Gustavo de Arístegui estarán en el frente. En definitiva, en Washington o en Madrid el pueblo puede ser sacrificado a las elucubraciones de los ideólogos.
Así, y para abundar más en la arbitrariedad y servilismo de nuestros políticos con los poderosos,
Miguel Sebastián asegura que "en España existe margen para aumentar población en un 50%. Es decir, pasar de los 44 millones actuales a unos 66 millones". De ello deduce
Sebastián que España podría admitir 200.000 extranjeros más al año, ya que la densidad de población española está en 83 habitantes por kilómetro cuadrado frente a los 117 de la UE. Es difícil calibrar la estupidez de este majadero. Está tan ciego en su nebulosa ideológica y es tan servil con los intereses de los que pagan que, ofuscado totalmente en su inteligencia, resulta incapaz de ver las consecuencias de convertir España en Manhattan, aún las económicas, que se supone que domina.
Y es que los políticos occidentales ni van a la guerra, ni les preocupa la integridad de una sociedad con referencias en un pasado y en una identidad, ni les molesta que la gente viva al día para garantizar el aumento de parámetros macroeconómicos que no reflejan en absoluto la prosperidad y la estabilidad de las clases trabajadoras. El poder actual ha quedado transmutado en una mera reformulación de la más primitiva vanidad humana. Nuestros dirigentes abren cada día más y más la gran brecha entre sus acomodadas vidas y las turbulencias de la gente de a pié. Por eso hoy lamentan la pérdida del rutilante
Milton Friedman –verdadero teorizante de la esclavitud - y mañana crean un nuevo
guetto en la puerta de algún barrio humilde de Madrid o Barcelona para que los vecinos "convivan". Ellos son así.
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Eduardo Arroyo
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