Lo de las inmersiones lingüísticas siempre han dado malos resultados, o más frecuentemente pésimos. La lengua es un hecho natural cargado de connotaciones culturales entorno a la construcción de una identidad grupal. Y lo vemos en los términos intraducibles que existen en todas y cada una de las lenguas y que requieren una plena identidad del sujeto hablante para comprender toda la dimensión, incluida la carga emocional, que encierra cada uno de ellos. Además, ¿qué se pretende, acaso una identidad "nacional" inexistente a través de un vehículo como una lengua común? Pues para presuntas ucronías futuras ("qué pasará si...", en lugar de "qué hubiera pasado si...") ya tenemos las realidades cotidianas.