Celibato sacerdotal

JESÚS HIGUERAS


A los enemigos de la Iglesia siempre les ha molestado uno de los dones más grandes que Dios le ha concedido: el celibato sacerdotal, y por ello de vez en cuando surgen campañas vidriosas que pretenden desprestigiar esta realidad sobrenatural: que Cristo célibe invita a otras personas a vivir el celibato por el Reino de los Cielos.Frente a una inmensa minoría que no lo ha vivido bien, hay una mayoría silenciosa y fiel que sigue viviendo el celibato como un regalo del Padre, que por medio del Espíritu Santo ayuda a identificarse con Cristo.
No olvidemos que las personas célibes son enamoradas del Amor y han decidido libremente abrazar este modo de vida sin ninguna imposición, porque comprenden que es posible un amor completo a Dios que no sepa de reservas personales.
Pero nuestra sociedad está enferma y todo lo juzga bajo el prisma del hedonismo y de la incapacidad de vivir la renuncia a un placer inmediato por un bien superior. Por tanto muchos quieren pensar que el celibato es un modo de reprimir al ser humano, no saben lo que es un corazón limpio y el gozo que supone estar disponible siempre a toda la humanidad porque en ella encuentra siempre a Cristo.
Por eso frente a tanta campaña de desprestigio es bueno que se escuche de vez en cuando alguna voz que afirme que el celibato sacerdotal es un verdadero camino de felicidad, sacrificado, como todo lo bello en la vida, pero sin duda ninguna un tesoro que algunas personas no nos cansaremos de agradecer a Dios como un regalo que inmerecidamente se nos ha concedido. Y el Espírtu Santo seguirá suscitando vocaciones sacerdotales en su Iglesia que abracen libremente este estado de vida que Cristo eligió para anunciar el Reino de los Cielos y que a la vez tantos santos en la historia de la Iglesia han vivido como una gozosa afirmación del amor de Dios en la Tierra.