Re: El mito de la verdad de Galileo (Baltasar Rodríguez-Salinas)
¿PUNTOS FIJOS EN EL FIRMAMENTO?
Todavía hay algunos que, siguiendo a Galileo, afirman hoy día que el Sol ocupa un lugar fijo o que, al menos, piensan que existe algún punto fijo en el Universo. Pero esto está en contradicción con los más elementales conocimientos de Mecánica Celeste, pues, es sabido que si un punto está en reposo respecto de un sistema inercial, se mueve con movimiento rectilíneo y uniforme respecto de otros muchos sistemas inerciales.
No hay nada en todo el Universo que no sea movimiento. Si existiese un "centro", hasta ese mismo punto giraría sobre sí mismo ya que actuaría como un eje. Por tanto, si la Tierra fuese ese centro, como mínimo tendría el movimiento de rotación. Por supuesto, Galileo se equivocó al pasar el centro estático de la Tierra al Sol. Lo que parece inusual es que en la actualidad haya "heliocentristas", yo, desde luego, no conozco ninguno, lo que no significa nada.
Pero no se puede establecer matemática o físicamente, ningún centro del Universo. Como se ha dicho en este foro en repetidas ocasiones, no se conocen ni la forma, ni las dimensiones del Universo. Como, además, para comprobarlo habría que recurrirse a un imposible, es decir, salir de él para observarlo desde fuera, no se puede afirmar nada. Un geocentrista "literalista" (dicho sea de paso), podrá afirmar que filosóficamente y en base a los pasajes bíblicos del Libro de JOSUÉ y del Salmo, la Tierra es el centro de todo, fi-lo-só-fi-ca-men-te. Pero para un no geocentrista, y desde el mismo enfoque, pero apoyado en el Libro de JOB, y también desde el Salmo de David, puede sostener justamente lo contrario.
Mientras, desde la geometría euclidiana, la Tierra gira alrededor del Sol y éste, con toda su cohorte planetaria incluida la Tierra, lo hace alrededor del centro de la galaxia en una revolución cada 210 millones de años.
Aunque para los astrónomos de los siglos XVII y XVIII el Sol constituía el centro inamovible del Universo, W. Herschel (1738 – 1822) descubrió que el Sol, efectivamente se mueve y que lo hace en dirección a cierto punto de la constelación de Hércules. Estimación que se ha comprobado no era nada mala. Según las observaciones más precisas de que se dispone en la actualidad, dicho punto ápex de la esfera celeste hacia el cual parece dirigirse el Sol en su movimiento, junto con todos los astros que forman el sistema solar, se halla situado hacia la estrella «Xi» de la constelación de Hércules, cerca de la constelación de Lira, a unas 18 h. de ascensión recta y 30º de declinación N. El Sol se mueve hacia el
ápex a una velocidad (en relación con las estrellas más cercanas) de unos 19 km/s. En todo esto, los astrónomos se refieren a las posiciones relativas de unos astros respecto de otros.
Recuérdese lo que afirmé en el anterior mensaje, y en el último comentario al anterior párrafo. El Sol con toda su cohorte planetaria. Pero geométricamente ¿qué es el ÁPEX SOLAR? Pues un punto sólo aparente, o sea, podríamos decir que imaginario, que demuestra que el Sistema Solar se desplaza en una determinada dirección respecto a un conjunto de estrellas aparentemente en estado de reposo. Su posición es aproximadamente la que comenta el autor del artículo. Y tiene por resultado, que las estrellas parecen estar convergiendo hacia otro punto opuesto conocido como antiápex solar. Es una prueba del movimiento del Sol y de todo el Sistema.
Así como en la Mecánica de Newton los sistemas inerciales se distinguen y se comportan de manera diferente que los demás sistemas de referencia, en la Relatividad General de Einstein (1879 – 1955) todos los sistemas de referencia de espacio-tiempo desempeñan un papel análogo y no se pueden distinguir unos de otros: las ecuaciones del movimiento dependen sólo del campo gravitatorio asociado al sistema. Es claro que estas ecuaciones pueden ser en algunos casos más sencillas, pero esto no es suficiente para tomar un sistema de referencia como «absoluto». Por tanto, desde el punto de vista de la Relatividad General se puede decir igualmente que «la Tierra se mueve alrededor del Sol», como que «el Sol se mueve alrededor de la Tierra», todo depende del sistema de referencia que se tome.
Aquí, como en otras ocasiones el Sr. Martín Ant ata las moscas por el rabo. Da la impresión de que nada menos que todo un catedrático de matemáticas -y no es el único, sino hasta el propio Einstein-, le da la razón para sostener que el geocentrismo es posible hasta para la Teoría de la Relatividad. Pues si y no, o sea, ya estamos con las paradojas. Y es que no porque la Teoría de la Relatividad NO se ocupa de esa cuestión, eso lo hace la FÍSICA NEWTONIANA, mientras que la Relatividad se ocupa de la GRAVEDAD y la MASA, o sea, es FÍSICA DE PARTÍCULAS. Y los intentos para sumar ambas, es lo que se conoce como TEORÍAS DEL TODO. En resumen, el geocentrismo es totalmente intranscendente para la Teoría de la Relatividad. Esto es similar al autoconsuelo que se hacen los conductores sancionados, cuando piensan que los demás también cometen infracciones. Si, pero el infractor "cazado" es el que paga. Y es que para la Relatividad no hay posiciones fijas, o sistemas de referencia concretos, sólo la POSICIÓN DEL OBSERVADOR.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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