En los tiempos de las persecuciones romanas, la Iglesia siempre fue compasiva con los lapsi, y la postura de quienes los consideraban perdidos para siempre fue condenada por herética (no sé qué habrían hecho con San Pedro). Ahora bien, una cosa es la compasión con el pecador, al que siempre se ha absuelto cuando está sinceramente arrepentido, y otra muy diferente hacer apología de las debilidades humanas. La gente está muy necesitada de modelos, y sobre todo hoy en día en que hay tantísima persecución, hacen más falta que nunca ejemplos de mártires y héroes. No se trata de juzgar a nadie, y es cierto que los métodos empleados en Japón para obligar a apostatar eran terribles y es comprensible que muchos cayeran; pero hoy en día que vivimos en una sociedad comodona y son tan pocos los que se arriesgan a dar la cara, esta película puede desde luego ser perjudicial para muchas personas, aunque haya otras mejor formadas y con más convicción que puedan digerirla sin problemas. Si aquí en Occidente, donde (al menos por el momento) no nos están matando a los cristianos como en otros lugares, ya hay tanta cobardía por parte de muchos católicos que no dan la cara, o que adoptan posturas ambiguas o no se quieren comprometer en muchos sentidos, no ayudan mucho películas así. En general tiendo a estar de acuerdo con Prada, y sabéis que he posteado muchos artículos suyos en Hispanismo, pero aunque entiendo lo que quiere decir, en este caso disiento. Amicus Plato, sed majus amica Veritas. Necesitamos estímulos que nos ayuden a ser consecuentes con nuestra fe y dar la vida por ella, cosa que en últimas sólo podremos hacer por la gracia de Dios, claro.
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