LA IGLESIA OCUPADA – CAPITULO XII
¿LEON XIII DEMOCRATA?
“Los que hoy dicen que todo poder viene del pueblo siguen las huellas de los impíos que, en el pasado siglo, se adornaron con el título de filósofos”...
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"La Iglesia Ocupada" es un libro de Jacques Ploncard d’Assac, publicado por capítulos en Santa Iglesia Militante por Cecilia Margarita de María Thorsoe Osiadacz. Para ver la totalidad de los capítulos publicados puede clickear en LA IGLESIA OCUPADA.
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Un joven prelado italiano en 1830 — El juicio de Gambetta — Algunos textos de León XIII — El Doctor y el diplomático.
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León XIII ha sido uno de los papas más discutidos de la historia contemporánea. Unos y otros han querido tenerle de su parte. ¿De dónde venía esta ambigüedad? ¿Era aparente o real?
Para Maurras, la explicación estaba en la edad del Pontífice:
“Cuanto más pienso en ello —escribía— más necesario me parece tener en cuenta las ideas personales de León XIII, su inclinación por Francia, sin olvidar tampoco la edad del Pontífice con el fin de comprender bien lo que esto significa. No es nada decir que había nacido en 1810 si, al mismo tiempo, no se pone atención en que pertenecía a la generación de Alfred de Musset y de Montalembert, nacidos como él en 1810, de M. de Falloux, nacido en 1811, de Proudhon, nacido en 1809, y que el momento decisivo de su vida intelectual debió ser el año 1848.
Charles Maurras
“Tenía 38 años, todas sus ideas estaban maduras. Discípulo, pero discípulo ortodoxo de Lamennais, condiscípulo de Lacordaire y de Gerbet, necesariamente debía informarse con avidez de todo lo que hacía Francia en ese momento. Ahora bien, la Segunda República se caracterizaba por dos acontecimientos: el carácter ampliamente religioso del primer movimiento republicano y la intervención romana en 1849; al lado de los cuales, las jornadas de junio, la anarquía y el levantamiento, palidecían extraordinariamente para quien la miraba desde Roma.
“Al joven prelado italiano le debieron impresionar estos dos hechos, consecuencia uno del otro: desaparición de un gobierno disgustado con la Iglesia, advenimiento de una numerosa Asamblea que sintetizaba el espíritu católico de Francia. Habría sido necesario estar en Francia y además seguir los acontecimientos de muy cerca, para descubrir que las Asambleas de la Segunda República fueron muy superficialmente republicanas o no lo fueron en absoluto (los legitimistas habían tomado mucha parte en la Revolución de febrero). El espíritu monárquico dominó la Asamblea legislativa; hacía falta un sentido más vivo todavía de nuestras realidades francesas para observar que este sentimiento católico estaba profundamente impregnado de toda clase de sentimientos, de ideas, de costumbres, de gustos que se llamaban ya conservadores y que se habrían podido llamar nacionalistas”
Veamos, del otro lado, el testimonio de Gambetta. Escribe el 21 de febrero de 1878:
Léon Michel Gambetta, político francés. “Hoy será un gran día. De Berlín llega la paz y acaso la conciliación con el Vaticano. Se ha nombrado al nuevo Papa. Es ese elegante y refinado cardenal Pecci, obispo de Perugia, a quien Pío IX había intentado quitar la tiara nombrándole camarlengo. Este italiano, aún más diplomático que sacerdote, ha pasado por todas las intrigas de los jesuitas y de los cleros exóticos. Es Papa, y el nombre de León XIII que ha tomado me parece de buen augurio.
“Saludo este acontecimiento lleno de promesas. El nuevo Papa no romperá abiertamente con las tradiciones y los declaraciones de su predecesor, pero su conducta, sus actos, sus relaciones, valdrán más que los discursos y, si no muere demasiado pronto, podemos esperar un matrimonio de razón con la Iglesia”.
Y el 22 de febrero de 1878:
“Me congratulo infinitamente con este nuevo Papa por el nombre que se ha atrevido a tomar; es UN OPORTUNISTA SAGRADO. ¿Podremos tratar? ¡CHI LO SA!, como dicen los italianos”
Spuller, que estaba en la misma línea que Gambetta, hacía este razonamiento:
“¿Qué dice la historia? Dice que la evolución política y social del catolicismo romano, del cual el Papa León XIIT ha querido ser el iniciador, ha sido descripta y anunciada en sus términos generales, predicha y preconizada en su espíritu de renovación verdaderamente cristiano, saludada en sus sueños y en sus esperanzas por un hombre de genio que el Papa Gregorio XVI ha podido fulminar con sus condenaciones, pero que no deja de ser, a pesar de ello, un vidente y un profeta del futuro; por el gran y desafortunado Lamennais.
“(Pero ahora) no es por el camino de la herejía, no es fuera de la jerarquía.., cuando la transformación, por no decir la Reforma de la Iglesia. . . va a realizarse, puesto que es el mismo jefe de la Jerarquía quien toma la iniciativa del movimiento” .
León XIII, ¿se hizo estas ilusiones?
Se estaría tentado de responder que sí, mirando su política del Ralliement, pero hay que fijarse en que esta política no ha sido jamás, en el espíritu de León XIII, sino una COMBINAZZIONE. No hay que olvidar el resto de su comportamiento que estuvo perfectamente dentro de la Tradición de la Iglesia y hoy estaríamos contentos de encontrar en una pluma contemporánea las ideas sobre la democracia que El mantenía en sus encíclicas.
Lancemos una breve ojeada:
Encíclica Diuturnum Illud, de León XIII
En la encíclica
Diuturnum illud, León XIII ha indicado perfectamente como, en el siglo XVI, “tantos espíritus se extraviaron por una funesta corriente de nuevas ideas. Desde entonces, se vio a la multitud no solamente reivindicar una parte excesiva de libertad, sino intentar dar a la sociedad humana una base y una constitución arbitrarias con orígenes ficticios. Hoy se va más lejos; buen número de nuestros contemporáneos, siguiendo las huellas de los que en el pasado siglo se dieron el título de filósofos, pretenden que todo poder viene del pueblo; que en consecuencia. . . el pueblo puede siempre retirar a sus mandatarios el poder que les ha delegado”.
“Si la autoridad soberana dimana formalmente del consentimiento de la multitud y no de Dios, principio supremo y eterno de todo poder, pierde a los ojos de los súbditos su carácter más augusto y degenera en UNA SOBERANÍA ARTIFICIAL que tiene por asiento bases inestables y cambiantes, como la voluntad de los hombres de la que se la hace derivar. ¿No vemos también las consecuencias de este error en las leyes? Demasiado frecuentemente, en efecto, en lugar de ser la razón escrita, estas leyes no expresan más que el PODER DEL NÚMERO y la voluntad predominante de un partido político. Así es como se halaga los apetitos culpables de las multitudes y se sueltan las riendas de las pasiones populares, incluso cuando éstas perturban la laboriosa tranquilidad de los ciudadanos, salvo que se recurra después, en casos extremos, a represiones violentas donde se ve correr la sangre”.
“El hombre ha nacido para vivir en sociedad, pues no pudiendo vivir en el aislamiento, ni procurarse lo que es necesario y útil para la vida, ni adquirir la perfección del espíritu y del corazón, la Providencia le ha hecho unirse a sus semejantes en una sociedad tanto doméstica como civil, única capaz de proporcionar lo que hace falta para la perfección de la existencia. Pero como ninguna sociedad podría existir sin un jefe supremo y que imponga a cada uno un mismo impulso eficaz hacia el fin común, resulta de ello que para regir a los hombres constituidos en sociedad, es necesaria una autoridad que, tanto como la sociedad, PROCEDA DE LA NATURALEZA y, en consecuencia tenga a Dios por autor. También resulta de ello que el poder público no puede venir sino de Dios, Dios sólo en efecto, es el verdadero y soberano Dueño de las cosas y todas, cualesquiera que sean, deben necesariamente estarle sometidas y obedecerle; de tal manera que a cualquiera que tenga el derecho de mandar, no le viene este derecho sino de Dios, jefe supremo de todos.
Cualquiera que sea la forma de gobierno, todos los jefes de Estado deben tener totalmente fija la mirada en Dios, soberano Moderador del mundo y en el cumplimiento de su mandato tomarle por modelo y regla”.
“Las teorías modernas sobre el poder político han causado ya grandes males y es de temer que estos males en el futuro lleguen a los últimos extremos (…)”.
Haciendo depender el poder público “de la voluntad del pueblo, se comete primero UN ERROR DE PRINCIPIO y además no se da a la autoridad más que un fundamento frágil y sin consistencia. Tales opiniones son como un estimulante de las pasiones populares que se verán crecer en audacia cada día y preparar la ruina pública abriendo el camino a las CONSPIRACIONES SECRETAS o a las sediciones abiertas. Ya en el pasado, el movimiento que se llama la REFORMA tuvo por auxiliares y por jefes, hombres que por su doctrina DERROCABAN DE ARRIBA A ABAJO LOS DOS PODERES, EL ESPIRITUAL Y EL TEMPORAL; disturbios repentinos, rebeliones audaces, principalmente en Alemania, fueron la consecuencia de estas novedades, y la guerra civil y el asesinato se desataron con tanta violencia que no hubo casi una sola región que no se entregase a las agitaciones y a las matanzas. FUE DE ESTA HEREJÍA de donde nacieron en el siglo pasado la falsa filosofía y lo que se llama el DERECHO MODERNO y la soberanía del pueblo, y esta licencia sin freno fuera de la cual muchos no saben ya ver verdadera libertad”.
El papa León XIII.
“Los que hacen proceder la sociedad civil de un libre contrato deben asignar a la autoridad el mismo origen; dicen entonces que cada particular ha cedido su derecho y que todos se han colocado voluntariamente bajo el poder de aquél en el que se han concentrado todos los derechos individuales. El gran error de estos filósofos consiste en no ver lo que sin embargo es evidente: que los hombres no constituyen una raza salvaje y solitaria; que antes de cualquier resolución de su voluntad, su condición natural es la de vivir en sociedad
“Esta convicción arraigada en el espíritu, de que nadie tiene autoridad sobre el hombre, trae como consecuencia que la causa eficiente de la comunidad civil y de la sociedad debe ser buscada, no en un principio exterior y superior al hombre, sino en la libre voluntad de cada uno, y que el poder público emana de la multitud como de su primera fuente; además, lo que la razón individual es para el individuo, (…) la razón colectiva debe serlo para la comunidad en el orden de los asuntos públicos, de ahí que el poder perteneciente al número y la mayoría crean solos el derecho y el deber” .
“A causa de una nueva impiedad, desconocida incluso de los paganos, los Estados se han constituido sin tener en cuenta, ni a Dios, ni al orden establecido por El; ha sido declarado que la autoridad pública no toma de Dios, ni su principio, ni su majestad, ni su fuerza de mando, sino que proviene más bien de la multitud que, estimándose libre de toda sanción divina, no ha soportado estar sometida sino a las solas leyes que ella misma habría traído siguiendo su capricho”.
“En cuanto a la soberanía del pueblo que sin tener en cuenta a Dios se dice que reside por derecho natural en el pueblo, aunque ella sea especialmente apropiada para halagar e inflamar un montón de pasiones, no descansa en ningún fundamento sólido y no podría tener bastante fuerza para garantizar la seguridad pública y el mantenimiento posible del orden”.
Pienso que todo ello es bastante para aclarar la cuestión de un León XIII “demócrata”.
La diplomacia ha podido arrastrarle al paso en falso de la COMBINAZZIONE del “Ralliement”, el Doctor no se ha desviado de la enseñanza tradicional. Esto sólo es lo que importa en la historia de las ideas.
SANTA IGLESIA MILITANTE
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