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Tema: Nacional-sindicalismo: doctrina y estructura que fueron boicoteadas

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    Re: Nacional-sindicalismo: doctrina y estructura que fueron boicoteadas

    … las primeras reformas laborales a través del dictatorial y omnímodo "decreto-ley" del presidente Suárez

    Revista FUERZA NUEVA, nº 533, 26-Mar-1977

    Decreto-ley sobre relaciones laborales

    UN SALTO MORTAL

    (…) Nos parece, en algunos de sus pasajes, un salto mortal hacia atrás, el célebre Decreto-ley de cuatro de marzo sobre Relaciones Laborales. Una exégesis detallada de su contenido resultaría más propia de una revista profesional: la huelga, los conflictos, los convenios, la renuncia del Estado a velar por grandes aspectos de las condiciones de trabajo, el despido, las plantillas… Nos referiremos tan sólo a algunos de estos temas y de soslayo, pues el Decreto-ley -esto que viene no es jurídico- lleva mucha miga.

    ***
    Si José Antonio dijo, en un octubre de 1933: “Queremos que no se canten derechos individuales en casa de los famélicos”, y en un noviembre de 1934 dijo: “El Estado nacionalsindicalista no se inhibirá cruelmente de las luchas económicas… ni asistirá impasible a la dominación de la clase más débil por la más fuerte…”

    Si Franco dijo, y además lo firmó un 13 de marzo de 1938, en plena Cruzada: “El Estado se compromete a ejercer una acción constante y eficaz en defensa del trabajador… y fijará las bases para la regulación del trabajo… y velará por la seguridad y continuidad en el trabajo…”, y si otro día Franco, siendo ministro de Trabajo Girón, afirmó en un 16 de octubre de 1942: “Toda la materia relacionada con la reglamentación del trabajo… condiciones mínimas a que han de justarse las relaciones laborales…, será función privativa del Estado que se ejercitará sin delegación posible por el Departamento Ministerial de Trabajo…”

    No lo fue porque uno y otro tuvieran sendos caprichos de decir todo aquello: el ruidoso fracaso del liberalismo económico, hijo legítimo del liberalismo político, imponía una reacción eficaz, lo menos parecida posible a las ampulosas declaraciones de derechos, epidemia del ochocientos. Así, lo que José Antonio dice, precedido de la palabra “queremos”, pasa a ser prosa eficiente en el Boletín Oficial del Estado y en la realidad práctica. Ejemplo, los avances en política social conseguidos en cuarenta años, pese a que España partía de una economía triturada.

    ***
    Por el Real Decreto ley del día 4 de marzo, el Estado renuncia, en parte, a “ejercer esa acción constante en defensa del trabajador”, según se desprende del título IV de la Exposición de Motivos, confirmado por el título IV de su parte dispositiva, en relación con el artículo primero de la Ley de 16 de octubre de 1942 que arriba transcribimos.

    Nos liberalizamos; al renunciar el Estado a algunas de las funciones de tutela al trabajador, hacemos más fácil la lucha de clases y posiblemente “la explotación del hombre por el hombre”, tan repetida desde los saintsimonianos, 1825, hasta Lenin, 1924, y desde Lenin hasta hoy.

    Hemos dado un salto mortal, pero hacia atrás, ¡oh los “corssi e ricorssi” de Vico! ¡Qué chascos produce la historia, sobre todo para tantas gentes sencillas que piensan que el progreso se da siempre, o para las que piensan que cuando de verdad progresamos es ahora!

    Nada hemos dicho del llamado derecho a la huelga. Nos apuntamos a una sociedad que tuviera en su Ley Fundamental una declaración así: los trabajadores tienen derecho a que no haya huelgas.

    ***
    Nada hemos dicho del despido que, conforme al mencionado Decreto-ley, en algunos casos resulta más permisivo de lo que lo fuera en el texto refundido de 26 de enero de 1944, firmado por Girón. Muy poco se separó éste de la Ley de 21 de noviembre de 1931, y, en lo que lo hace, lo es en otorgar mayores garantías a los derechos del trabajador. Algo tendría la ley de 1931, que, promulgada siendo ministro de Trabajo Largo Caballero, ha sido respetada cerca de medio siglo y todo el tiempo que duró la “dictadura” de Franco con escasas modificaciones, que precisamente fueron introducidas en beneficio del trabajador.

    Son los aspectos a que nos referimos en los dos párrafos anteriores de sumo interés, y a ellos, quizá otro día intentemos hincarles el diente.

    Aun cuando el Fuero del Trabajo declara en su preámbulo que la economía debe estar supeditada a la política, es cierto que en esta sociedad tan compleja que hemos construido, la economía presione sobre la política, la condiciona y somete, o dicho más claro, la economía manda. Si ésta es de vacas flacas, a todos nos ciñe y nos estruja; o a todos debe hacerlo. Pero que no nos doren la píldora diciéndonos que avanzamos en la llamada cuestión social con justicia y libertad, pues por algo tenemos democracia y somos “ya” europeos.

    Más veraces serían si se nos dijera que España, que en otros tiempos diera leyes a medio mundo (aquellas leyes entre 1500 y 1600 para evitar la explotación de las colonizados, Leyes de Indias, modelo de respeto al trabajador), ahora renuncia a ser precursora y ha de homologarse a una estructura cuya decadencia atisbara Spengler hace medio siglo, y hoy la tocamos con la mano.

    ADAINAC


    Última edición por ALACRAN; 08/06/2022 a las 13:14
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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    Re: Nacional-sindicalismo: doctrina y estructura que fueron boicoteadas

    “EL SERVICIO NACIONAL DEL TRIGO”
    Revista FUERZA NUEVA, nº 540, 14-May-1977

    Las batallas que ganó la “Oprobiosa”

    EL SERVICIO NACIONAL DEL TRIGO

    El 23 de agosto próximo (1977) se cumple el cuarenta aniversario de la creación, por Francisco Franco, del Servicio Nacional del Trigo (23 de agosto de 1937). Al año de iniciarse la Cruzada de Liberación, es decir, en plena guerra, se crea un organismo encargado de dar el primer paso para una reforma agraria. Dicha empresa se continuaría durante los años de paz, pero ya en aquellos momentos contribuyó, de una manera efectiva, a conseguir la victoria final el 1 de abril de 1939. Y eso porque en la zona nacional, a pesar de ser inicialmente la parte de España más pobre y reducida en extensión, no hubo, como en la zona roja, ni cartillas de racionamiento, ni hambre, ni se pasaron necesidades, porque nunca se dejó de trabajar en el campo.

    Como dijo Franco, “es la primera gran batalla de la retaguardia, digna de las que se riñen en la vanguardia, que estoy dispuesto a ganar; que ganaré sobre todo y por encima de todo”. Palabras que cumplió con hechos, ganando palmo a palmo la batalla de la demagogia, dando al campo español una solución a cada problema de los que tenía pendientes siglos atrás, y que los ministros de Fomento y Agricultura de los anteriores sistemas se vieron impotentes de resolver.

    Sería injusto olvidar aquella Comisión de Agricultura, dentro del seno de FE y de las JONS, integrada por técnicos universitarios y labradores, que elaboró el primer proyecto sometido a la consideración del Generalísimo y de la Junta Técnica del Estado, y que culminó con la promulgación del Decreto-Ley de Ordenación Triguera. Así se resolvía el problema campesino, con la realización de una política efectiva de revalorización, asegurando al trigo unos precios mínimos remuneradores y acelerando su producción y distribución.

    Una solución de política noble

    En estos momentos (1977) por los que atraviesa nuestra Patria, en el no resuelto ni explicado derrumbe de lo que llaman predemocracia, los falsos profetas, los logreros y aprovechados políticos del río revuelto, acuden al campo a soliviantar a los agricultores con fáciles demagogias. De esta forma se aprovechan de la problemática del sector, que siempre se encuentra sometido a la incertidumbre de si el año será bueno, de si los precios cubrirán los gastos, que hace que los labradores vivan en una constante angustia. Si lo pensamos un poco, nos damos cuenta de que es más una manera de vivir que de ser la agricultura.

    Cuando la guerra de los tractores, creo que fue Antonio Izquierdo en “El Alcázar”, quien dijo, y con razón, que esos campesinos habían salido con los tractores a las carreteras gracias a Franco; que, si no, hubieran tenido que ir con los primitivos carros tirados por mulas.

    El organismo creado era una solución nacionalsindicalista para el presente entonces (1937) y para el futuro después de la victoria. Mientras en los frentes de combate, en la vanguardia, moría en las trincheras lo mejor de la juventud de España, en la retaguardia se ganaba la batalla al campo con lo mejor de nuestros campesinos.

    23 de agosto de 1937. Fecha memorable para el campo español. A partir de ese momento se empezaron a llenar las “paneras” improvisadas por la geografía española liberada, donde se acumulaban las cosechas de cereales para distribuirlos y proporcionar semillas para los nuevos cultivos. Franco fue ganando la paz, mientras sus tropas avanzaban victoriosas por los campos de España. Se los encontraba baldíos, pero al mes estaban ya roturados y preparados por la siembra. En la zona victoriosa no se perdía el tiempo con demagogias; se trabajaba activamente para ganar la guerra y la paz.

    El Servicio Nacional del Trigo, como toda obra humana, habrá tenido defectos. Pero es innegable que la labor desarrollada sido ingente y ha dado lugar a elevar el nivel del campesinado no solamente asegurando el precio de su trigo, sino intensificando su cultivo, distribuyendo semillas seleccionadas de sus centros, aconsejando fórmulas de abonado, dando créditos…; consiguiendo, en suma, producir el cereal necesario sobradamente, para cubrir nuestras necesidades, a la vez que se elevaban los rendimientos, de 900 kg/ha en 1936, a más de 1.200 kg/ha, aumentando los beneficios de los productores.

    No cabe duda de que esta organización, iniciada el 23 de agosto de 1937 (…) fue decisiva para la victoria final y para iniciar un desarrollo que, partiendo de cero llegó a alcanzar las cimas más altas que jamás España había soñado conseguir. El hambre vino a partir del 1 de abril de 1939, cuando hubo que repartir entre todos los españoles las cosechas conseguidas en la zona nacional. La situación caótica en la que se encontró el agro en las zonas ocupadas -las zonas, por otra parte, más ricas de España, que durante los tres años de guerra nadie se preocupó de trabajar- así lo exigió, pues a los derrotados se les consideró españoles de la misma categoría que la de los vencedores. Esto es, histórica y moralmente, innegable.

    Pero en la España de Franco el carro nunca se paraba. Y, sucesivamente, se fueron creando otros servicios que cumplieron en su momento y siguen cumpliendo en la actualidad (1977). Unos servicios a la agricultura y al campo en general que, si se es honrado, por muy antifranquista que se sea, nadie podrá negar y echar abajo, a no ser que los gobiernos que vengan, o incluso el Gobierno actual, se dediquen a destruirlo con el sólo fin de borrar del mapa histórico y político toda la ingente obra de la era de Franco. Que todo podría ocurrir.

    Hechos cantan

    El Ministerio de Agricultura no dejó nunca de proteger la riqueza agrícola, ganadera y forestal. Y para ello fue creando una serie de organismos y servicios nacionales que, gracias a ellos, han ido conformando la mecanización y racionalización del trabajo en el campo -cosechadoras, tractores, etc.-, suprimiendo la mano de obra que, al trasvasarla a la industria, ha permitido que ésta, y con ella España, alcanzara el décimo lugar en el concierto industrial del mundo. Pero pregunto yo: ¿En qué lugar estamos en la actualidad, después de unos meses de gobiernos liberales?

    Pero como queremos manejar realidades conseguidas en el campo, vamos a enumerar servicios creados durante la jefatura nacional de Franco, que, a través de ministros como Rafael Cavestany Anduaga, hicieron realidad la promoción de la agricultura y del campo español.

    1. Servicio Nacional del Trigo.

    2. Servicio Nacional de Crédito Agrícola.

    3. Servicio Nacional del Cultivo y Fermentación del Tabaco.

    4. Federación de Industriales Elaboradores de Arroz en España.

    5. Federación Sindical de Agricultores Arroceros de España.

    6. Fondos Especiales de la Junta Coordinadora de Mejora Ganadera.

    7. Servicio de Extensión Agraria, con más de 750 oficinas comarcales, provinciales y nacionales.

    8. Instituto de Fomento de Producción de Fibras Textiles.

    9. Instituto de Estudios Agrosociales.

    10. Patrimonio Forestal del Estado.

    11. Servicio de Concentración Parcelaria.

    12. Instituto Nacional de Producción de Semillas Selectas y Plantas de Vivero.

    13. Patronato de Biología Animal.

    14. Servicios Pecuarios de Galicia.

    15. Plan Agrícola de Galicia.

    16. Instituto Nacional de Colonización.

    17 Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas.

    18. Servicio Nacional de Seguros del Campo.

    19. Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias.

    20. Servicios de Plagas Forestales.

    21. Servicio Nacional de Pesca y Caza, con guarderías de pesca continental en Asturias, Cuenca, Santander, 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª, 6ª y 7ª Región.

    22. Junta Central de Fomento Pecuario, con 50 juntas provinciales.

    23. Consejos Reguladores de Nominación de Origen de vinos de Jerez-Xerez-Sherry, Málaga, Montilla-Moriles, Priorato, Rioja, Tarragona, Alella, Valdeorras, Panadés, Cariñena, Utiel-Requena- Cheste, Alicante, Rivero.

    24. Gestión Técnico Facultativa de los Servicios Agronómicos.

    25. Servicios de Desinfección del Transporte de Ganado.

    26. Producciones Pecuarias.

    27. Mecanización Agrícola.

    28. Intensificación de Siembras.

    29. Arbitrajes Agrícolas.

    30. Servicios Técnicos Ganaderos.

    31. Cortes de Montes Particulares.

    32. Remanentes de Aprovechamientos Forestales.

    33. Instituto Central de Inseminación Artificial.

    34. Fincas Mejorables.

    35. Mejoras de Pastizales.

    36. Juntas Administrativas de los Servicios Agrícolas Oficiales.

    37. Servicio de Explotación y Mejora de las Zonas Áridas del Sudeste Español.

    38. Servicio Nacional de Conservación del Suelo.

    39. Plan Badajoz, Monegros, Las Bardenas, Jaén, Cáceres, Tierra de Campos, etc.

    40. Plan General de Regadíos (pantanos, canales, etc.)

    41. Trasvase Tajo-Segura, etc.

    Todo esto y más es lo que se ha encontrado la nueva democracia y que, por arte de birlibirloque se ha inaugurado a partir del 15 de noviembre de 1975. Lo que tenemos que pedir a Dios es que ilumine a los hombres que nos han de resolver los problemas del campo español para que, con imaginación creadora como la de Francisco Franco, encuentren soluciones tan eficaces como las de estos últimos cuarenta años en la promoción del campesinado.

    César CASANOVA GONZÁLEZ-MATEO

    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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    Re: Nacional-sindicalismo: doctrina y estructura que fueron boicoteadas

    El centrista presidente Suárez regaló todos los bienes del sindicalismo estatal de Franco a las centrales sindicales (la comunista CCOO y socialista UGT especialmente) oficialmente como devolución de bienes suyos incautados tras la guerra; pero, básicamente se trataba de caerles bien y evitarse problemas de huelgas, atentados y alborotos, que bastantes había ya por entonces.

    Eso sin contar con cuantiosísimas subvenciones anuales a cargo de los Presupuestos del Estado.

    Lo más sangrante era que la afiliación a esas centrales sindicales marxistas era ridícula



    Revista FUERZA NUEVA, nº 576, 21-Ene-1978

    Patrimonio sindical

    Nuevamente, las centrales sindicales marxistas están, en estos días (1978), sacando a la palestra el tema del patrimonio sindical y el de la devolución de los bienes que estas organizaciones tenían antes de 1936 y que les fueron incautados con la victoria del 1º de abril de 1939.

    La pretensión de estas centrales es absurda y queda totalmente fuera de lugar. Habría que preguntarles en qué base legal y lógica ellas, que solo, en el mejor de los casos, cuentan en sus filas con más de un 8 por 100 del censo de trabajadores españoles, se van a alzar con los bienes sindicales del desaparecido sindicalismo vertical constituido con las cuotas, aportaciones y esfuerzos personales del 100 por 100 de los trabajadores. Sería injusta esa entrega a una minoría del esfuerzo y propiedad de la mayoría.

    En cuanto a lo que podríamos denominar “bienes propios”, es decir, los que poseían antes de la Cruzada y les fueron incautados, estaríamos de acuerdo en su devolución si estas organizaciones sindicales marxistas y los partidos políticos, de los cuales son simples correas de transmisión, devolviesen todo lo que expoliaron, incautaron, robaron y destruyeron, propiedad de los que ellos denominan genéricamente “fascistas”.

    Ramón de Tolosa


    Última edición por ALACRAN; 30/05/2024 a las 12:56
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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    Re: Nacional-sindicalismo: doctrina y estructura que fueron boicoteadas

    “A finales de 1919, una legión de círculos Tradicionalistas de Barcelona y su provincia, cuyo mayor contingente era obrero, fundaron los Sindicatos Libres de España, cuya doctrina procedía del ideario tradicionalista, explicitado y puesto al día por Vázquez de Mella…”


    Revista FUERZA NUEVA, nº 161, 7-Feb-1970

    SINDICALISMO NACIONAL: AYER HOY Y MAÑANA

    José Antonio Primo de Rivera: “El capital es un instrumento económico, y no debe servir al bienestar personal de nadie… porque concebimos a España en el trabajo, como un gigantesco sindicato de productores”.

    La revolución industrial y las leyes antigremiales alteraron económicamente la vida social. La concentración del capital y el desamparo legal y asociativo de los trabajadores bifurcaron las clases sociales con la creación de un creciente proletariado –“yo no pago que soy noble, que pague la canalla…”, pone en la boca de uno de sus personajes Anatole France- y la concentración del capital en pocas manos, desposeyendo de propiedad a grandes muchedumbres. El liberalismo, con todas sus facetas, dejó desarmada la sociedad. La descristianización y las injusticias sociales provocaron la creciente lucha de clases.

    Decía José Antonio: “Si se tiene la seria voluntad de impedir que lleguen los resultados previstos en el vaticinio marxista, no hay más remedio que desmontar el armatoste cuyo funcionamiento lleva implacablemente a esas consecuencias: desmontar el armatoste capitalista que conduce a la… dictadura comunista”.

    El sindicalismo en España ha tenido varias versiones: la UGT, dirigida por el Partido Socialista; la CNT bajo la influencia de la Federación Anarquista Ibérica, y el sindicalismo doctrinalmente católico. Los “Círculos Católicos” del padre Vicent, la “Unión Profesional de Dependientes y Empleados del Comercio”, del padre Palau en Barcelona, la “Confederación Nacional Católico -Agraria”, notablemente extendida por el norte de España y en Castilla, y los Sindicatos Católicos Libres.

    ***
    La lucha social durante muchos años fue agria, sanguinaria, debatiéndose entre el egoísmo de unos y las violencias ácratas por otra parte. Hay que reconocer, a pesar de que algunos movimientos sindicales católicos agruparan a millares de obreros y campesinos, principalmente en el ambiente agrario, que el tono y la iniciativa de lucha social estaban en manos subversivas.

    Hasta que, a finales de 1919, una legión de círculos Tradicionalistas de Barcelona y su provincia, cuyo mayor contingente era obrero, fundaron los Sindicatos Libres de España, cuya doctrina procedía del ideario tradicionalista, explicitado y puesto al día por Vázquez de Mella. El presidente de los Sindicatos Libres fue Ramón Sales Amenós, mártir de nuestra Cruzada, y a cuya vida, lucha y gesta, como a la de sus compañeros asesinados o caídos en los frentes de batalla, todavía no se ha hecho no tan sólo justicia, sino que faltan los más elementales reconocimientos, a pesar de ser la única fuerza obrera que, como tal, se sublevó en Cataluña el 19 de julio de 1936.

    Así como los sindicatos católicos en general tuvieron muy poco arraigo y fueron muchas veces inculpados y, quizás no siempre injustificadamente, de amarillismo, de señoritismo, o de cobrar de fondos patronales, los Sindicatos Libres, que estaban inspirados en la doctrina católica, como dice el actual obispo auxiliar de Sevilla, doctor Antonio Montero, se distinguieron por la “plena independencia de los elementos patronales y absoluta libertad de los asociados en lo referente a prácticas religiosas”.

    Los Sindicatos Libres de España encontraron sus grandes dificultades en los titulares del Gobierno Civil de Barcelona de aquellos años. Los gobiernos liberales se pirraban para conectar con el socialismo y con los hijos de Santiago Carrillo y La Pasionaria. La autenticidad sindical de Ramón Sales y Amenós y de la que después fue Confederación Nacional de Sindicatos Libres de España, la glosó, con su prosa impoluta y batalladora Juan Laguía Lliteras en su libro “Sindicalismo Integral”, cuando escribe:

    El jesuita padre Palau emprendió una obra social de altos vuelos. Nadie como él tuvo elementos ni contó con tales ayudas económicas. Nació rápidamente un gran aparato de organización: una casa social espléndida, con ficheros y “bureau” a la americana, con gráficos comparativos de dimensiones imponentes sobre los grandes muros, con estadísticas y archivos impresionantes, con un periódico escrito por los mejores sociólogos teorizantes, con un anuario que era una cosa seria…¡ Todo vacío de obreros!... Tiempos después, los hombres que fundaron el sindicalismo libre, allá por el año 1919, bastante antes que hubiera nadie con valor para auxiliarlos, se metieron a trabajar en la masa hostil, apenas salidos del alfabetismo por un esfuerzo prodigioso de su voluntad, desde luego iletrados y desnudos de teorizaciones. Pero antes de 1921 tenían una organización con treinta y siete Sindicatos, once casas sociales y 165.000 cotizantes en sólo la ciudad de Barcelona”. Fundaron el semanario “Unión Obrera”, la revista “La Protesta”, adquirieron la propiedad del diario “La Razón” y pusieron en marcha el “Ateneo Sindicalista Libre”.

    La República del 14 de abril de 1931 disolvió la Confederación Nacional de Sindicatos Libres de España. Persiguió y encarceló a sus dirigentes, se incautó de sus bienes y cincuenta y seis trabajadores fueron vilmente asesinados por los agentes de la policía del gobernador civil Luis Companys.

    Los Sindicatos Libres colaboraron decisivamente en la implantación de los Jurados o Comisiones Mixtas y de los Comités Paritarios y bosquejaron un sistema de relaciones económico-sociales, que son el más verdadero, serio y real antecedente del sindicalismo nacional logrado con la victoria del Alzamiento Nacional de 1936.

    Desgraciadamente no se ha hecho justicia a los hombres de los Sindicatos Libres, y singularmente a la figura de su fundador y presidente Ramón Sales Amenós. Todavía en algunos discursos de ciertas personalidades hemos leído frases injustas, influidas por la leyenda negra que contra los Sindicatos Libres forjaron los pistoleros de la FAI, el comunismo indígena, periodistas venales y los intelectuales vendidos a la Antipatria. A estas horas (1970) sería de justicia se reconociera, se estudiara y se valorizara, con lealtad histórica, y con las debidas y consiguientes reivindicaciones, a Ramón Sales y sus hombres. Fueron los grandes precursores y adivinadores del Sindicalismo, que sólo tuvieron el inconveniente de anticiparse mucho antes al Movimiento Nacional, pero que merecen algo más que el olvido.

    El sindicalismo hoy

    José Antonio Primo de Rivera vislumbró lo que tenía que ser el sindicalismo con estas afirmaciones: “El trabajo es una función humana, como es un atributo humano la propiedad. Pero la propiedad no es el capital: el capital es un instrumento económico y, como instrumento, debe ponerse al servicio de la totalidad económica, no del bienestar personal de nadie… Concebimos a España, en lo económico, como un gigantesco Sindicato de Productores. Organizaremos corporativamente a la sociedad española mediante un sistema de sindicatos verticales, por ramas de la producción, al servicio de la integridad económica nacional… Esta solución… asignará la plusvalía, no al capitalista, no al Estado, sino al productor encuadrado en su sindicato”.

    La Organización Sindical española, durante estos treinta años, ha hecho una labor inmensa. Recientemente (1970) el ministro García Ramal -cuya procedencia de Renovación Española, primeramente, y de la Falange Española de las JONS joseantoniana hemos vivido tan de cerca- ha recordado los 1.000 Convenios Colectivos Sindicales concertados en Barcelona entre 1959 a 1969. (…)

    Nuestro futuro sindical

    Nuestro sindicalismo actual (1970), que es sindicalismo de participación, no ha alcanzado, ni mucho menos, sus metas y soluciones. El ideal joseantoniano, que sintetiza muy concretamente un cristianismo social sin beaterías ni al servicio de clanes capitalistas muy disimulados por tecnocracias o tinglados demócratas cristianos, va mucho más allá.

    Un paso más en este avance es el proyecto de la Ley Sindical. Para ello hay que mesurar, con buen pulso, lo que nos jugamos en ella. La unidad sindical y su enlace jurídico y político con las Leyes Fundamentales y el Estado, tiene que ser salvado a todo precio. Suscribimos totalmente las palabras de Enrique García-Ramal pronunciadas en Barcelona: “Deseamos llevar la representatividad y la electividad a donde la llevan los demás sistemas sindicales del mundo occidental que, en nuestro caso, son los Consejos de Trabajadores y de Empresarios, las Secciones, las Asociaciones, los Grupos, las Federaciones… Lo que no es permisible es que se exija que la electividad se lleve también a los titulares de los órganos interclase y de composición y avenencia entre los trabajadores y empresarios, y esto porque el Estado mismo no podría hacer dejación de las funciones de composición, arbitraje y vigilancia que le corresponde como intérprete del bien común y gerente de los intereses comunitarios”.

    No podemos volver ni al sindicalismo ácrata, con el que pactan ciertos sacristanes mientras ellos no se recatan de proclamar su ateísmo, ni con las “Comisiones Obreras” bien amamantadas en las ubres del Partido Comunista que las financia y dirige totalmente, ni con ciertas ingenuidades que con música de fondo de documentos respetables nos quisieran endilgar maravillosas plataformas para renovar enfrentamientos sangrientos y organizar paros obreros a millares, como los teníamos extendidos por toda la geografía española durante todos los bienios de la II República.

    Don José Ortega y Gasset había registrado que “toda política, inspírela uno u otro temperamento, tendrá que ir, a la postre, inscrita dentro de ese formidable flujo… que es el magnífico movimiento ascensional de las clases obreras. Con menos énfasis, nuestro Ramiro de Maeztu enseñaba que “todos los hombres estamos obligados moralmente a cooperar en la obra de abolir el proletariado”. Para ello, en el porvenir,es necesario que nuestra futura Ley Sindical cumpla lo que vaticinaba José Antonio Primo de Rivera: “Los sindicatos… serían órganos vivos e imprescindibles… en los que el Estado se descarga de mil menesteres que ahora, innecesariamente, desempeña…Y el Estado puede ceñirse al cumplimiento de las funciones esenciales del Poder…El Estado debe tener autoridad e independencia para coordinar los intereses, casi siempre divergentes, de los cuerpos económicos y sociales (sindicatos, regiones), de arbitrar sus diferencias. Asegurar una disciplina, a la vez larga y estricta, con vistas a orientar las actividades particulares hacia el sentido del interés general”.

    Con el apasionado teórico de los Sindicatos Libres, Juan Laguía Lliteras, votamos para la próxima Ley Sindical de España esta aspiración que él supo formular gráficamente y que concreta, como en un testamento y una consigna para los tiempos venideros, lo que era la entraña, la sustancia y el ideal de cuantos nos honramos en haber militado y seguido a los Sindicatos Libres acaudillados por Ramón Sales: “No hay corporaciones orgánicas sin sindicatos profesionales puros, sindicatos libres de sectarismos, cohesionados, grandes, ¡gozosos tanto en la defensa de sus derechos peculiares, como en la decisión de responsabilidad de colaboración social y de servidumbre noble el interés común!”. Y esto no sería posible sin un sindicalismo nacional estructurado de tal forma que su participación llegue hasta el mismo Gobierno de la Nación. Porque como decía García-Ramal en Barcelona: “nos conviene, porque supone disponer de un cauce directísimo y eficaz para el diálogo cotidiano entre la Organización Sindical y el Poder”. Con este futuro, a ritmo infalible, se asegurará la justicia social y la paz y la convivencia nacional en España.

    Jaime TARRAGÓ




    Última edición por ALACRAN; Hace 1 semana a las 13:19
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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