Bueno, creo que Marshall y Walras estarían muy orgullosos de tí.
En fín, hace diez años, en temas económicos, yo era un ultraliberal convencido, esto es, consideraba las leyes del mercado como leyes naturales que siempre se cumplían. Y supongo que a día de hoy, aún preservo buena parte de esa herencia.
Sí, en competencia perfecta, los modelos macroeconómicos nos señalan lo que nos apuntas. Pero, recuerda que eso es en competencia perfecta, lo que no es más que un "experimento de laboratorio", pues actualmente hay MUY pocos o más bien ningún mercado en régimen de competencia perfecta. Actualmente todos los mercados son en el mejor de los casos oligopolios más o menos encubiertos. Recuerda que en competencia perfecta "NO HAY BENEFICIOS".
Además, no siempre los mercados, de forma natural, alcanzan el punto de equilibrio. Pero esa es otra cuestión que no viene al caso.
Sí, esta es la clave. A esto me refiero con un ejercicio de renuncia, y a esto se refería Von Feuer cuando hablaba de "una sociedad cristiana regida por valores cristianos".
A mi entener, como dice Von Feuer y como creo que sugieres tú, el mecanismo de asignación de los recursos ya está inventado, es el MERCADO, el problema radica en la "virtud o rectitud moral" de quienes convergen en el mercado.
El problema es que como discutía en una ocasión con mi estimadísimo Tautalo, la ambición es lo que mueve al mercado, o como dice Von Feuer, "los miedos y la avaricia" y es ahí donde chocan Tradición y Librecambismo.
Obtenemos una enorme cantidad de beneficios de este sistema. Beneficios que se manifiestan en multitud de posibilidades de todo tipo que con el paso del tiempo tendemos a minusvalorar, pero que si reflexionamos sobre los mismos, no se trata en absoluto de beneficios intascendentes. Hagamos un repaso de esenciales:
a.) Agua potable en las casas.
b.) El "milagro" de la electricidad.
c.) El comer todos los días y de lo más variado. (En muchas ocasiones producido a miles de km de nuestros hogares).
c.) Los indudables avances médicos.
d.) Los avances en los medios de comunicaciones y transmisiones (teléfono, internet, ...), o de tranporte (aviones, coches, ...).
e.) Y así millones de cosas más...
Cuestiones todas que nos han llegado en los últimos 120 años o quizás 40 años en el caso español, creados fundamentalmente por el ingenio del hombre, pero cómo no, por la interacción de millones de individuos movidos por sus particulares ambiciones.
A ver, NO creo ni he creído nunca que la respuesta correcta sea la renuncia a todo esto. NO creo ni he creído nunca que la respuesta pueda ser convertirnos en una comunidad aislada "tipo Amish" que se estanque en el tiempo, o en la conversión de España en una "misión jesuítica".
La respuesta SÓLO puede venir de un triunfo de los VALORES, esos que bien por la necesidad de colaboración entre los vecinos o por el influjo de la iglesia, existían y aún existen en muchos seres humanos dentro de nuestra nación.
Si fuese posible sustituir en el seno de la interacción del mercado, LA AMBICIÓN EN EL SENTIDO DE AVARICIA, por la Ambición en el sentido de sentirse bien con la realización del Bien Común, ahí tendríamos la respuesta. Pero conseguir eso, supondría una auténtica revolución en la mentalidad de las gentes.
Ese equilibrio entre la consecución de las legítimas "ambiciones individuales" y "el respeto y amor a la comunidad" es lo que determinaría el éxito.
La TRADICIÓN, debe ser el movimiento portador de esos VALORES DE SIEMPRE, que se están desvaneciendo y por ende provocando el resquebrajamiento social e individual que estamos viendo día a día, y que se traduce en un egoismo y consumismo sin ningún tipo de límite, en la infelicidad generalizada, en la destrucción de nuestro entorno natural y en la corrupción de la vida en comunidad.
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