"¿Y qué diremos del que a sabiendas vomita contra Dios un insulto o una blasfemia? Este tal comete un pecado gravísimo, más aún: el más grave de todos los pecados, puesto que su blasfemia procede del odio que profesa a Dios. La blasfemia degrada al hombre y lo pone bajo el nivel de los irracionales. El perro no muerde al amo que le pega.- Se ha dicho que la blasfemia es el lenguaje del Infierno; esto es poco, ya que en el Infierno los condenados blasfeman acuciados en cierto modo por los castigos de Dios, al paso que en la tierra los hombres blasfeman rodeados por doquiera de beneficios divinos. La blasfemia es, además, una falta de educación, por cuanto hiere los sentimientos ajenos."

Religión y Moral Julio Bonatto, Canónigo. Edit. LITÚRGICA ESPAÑOLA. Barcelona 1934. Libro II, La Moral, Cap., V Segundo Mandamiento, pág., 171