El ejemplo por excelencia:

Amakusa (o Masuda) Shiro (1622-1638) líder de la Rebelión Shimabara.

Nacido en Kami-Amakusa (Kumamoto). San Francisco Javier lo predestinó a dirigir la cristianización del Japón. Sucumbió en la defensa espartana del Castillo de Hara; decapitado, su cabeza fue expuesta en una pica en Nagasaki como advertencia a futuras nuevas rebeliones campesinas y cristianas.

Su padre Masuda Jinbei, fue el primer guerrero samurai que se negó a renunciar a su lealtad al cristianismo y a aceptar ciegamente al Shogun como su maestro. Fue un samurai que se atrevió a desafiar la ideología de la clase guerrera y siguió sus creencias personales, enfrentándose a lo que se consideraba en aquel entonces: un suicidio social).