LAS MISIONES JESUÍTICAS Y LOS INDÍGENAS MISIONEROS EN LA
HISTORIOGRAFÍA DEL URUGUAY- 1
Lic. Oscar Padrón Favre Museo Histórico “Casa de Rivera” Durazno-Uruguay
El nacimiento del Estado Oriental coincidió con la emigración hacia su territorio de varios miles de indígenas misioneros que siguieron al Gral. Rivera y su ejército al abandonar las Misiones Orientales. Esta presencia dio lugar a fuertes debates que se ventilaron en la Asamblea Legislativa de la época y también en la prensa, enfrentándose quienes aprobaban y quienes desaprobaban esa masiva presencia de indígenas en una Colonia fundada en el extremo del territorio y la formación de un ejército de línea integrado mayoritariamente también por los misioneros. Sin duda esta discusión se basaba en razones de interés político pero en ella se dejaban traslucir, también, inocultables razones de prejuicio racial. Esta polémica, que tuvo su punto más candente en 1830, puso de relieve también la valoración histórica que de la obra de las Misiones y del pueblo misionero existía en algunos sectores de la sociedad y por eso hacemos mención a ella. Los opositores a su establecimiento afirmaban que “sin autorización se ha establecido un pueblo extraño en nuestras fronteras ... Los indígenas son miserables advenedizos ...que nada tienen ...y que nada trajeron sino miseria y santitos” (1), agregando otras expresiones despectivas hacia la religiosidad de los misioneros. Los partidarios de dicha presencia indígena realizaban la defensa de esa población con sólidos argumentos de carácter histórico que merecen recordarse:
“¿Tendremos la impudencia de llamar una colonia de advenedizos miserables? Desde el Río Negro al Yí (empecemos por ilustrarnos con la propia historia del país que pisamos) en donde quiera que el indígena de las Misiones clave un horcón para construir la casa que ha de abrigarlo, aquella es su patria , aquella es la heredad que la naturaleza consignó a sus padres y que explotada por ellos, es para sus hijos una propiedad menos cuestionable que la nuestra sobre lo que hoy se llama el Estado Oriental .... Al derecho de primer ocupante, reúne el guaraní otro más respetable. Él limpió esta tierra de fieras, él fue el primero que pidió a su seno la yuca, la caña dulce, el algodón, los cereales todos y poblándola de ganados derramó sobre ella el germen de nuestra riqueza actual ... Las Misiones eran ricas cuando el resto del país (la Banda Oriental) gemía en la miseria de los pueblos nómades !!” (2).
Y continuaba con consideraciones realmente muy precisas sobre la importancia que habían tenido las misiones y sus indígenas en la formación y adelanto de esta región de América. Si nos detuvimos en este texto de 1830 es porque revela una visión histórica de la formación de estas tierras y una valoración del papel jugado por las Misiones que luego prácticamente desapareció de la conciencia colectiva uruguaya y de su historiografía, que recién viene siendo recuperada en las últimas décadas. Sabemos que, por el contrario, terminó imponiéndose durante mucho tiempo la tesis de los que rechazaban el legado de las misiones y los misioneros.
No muchos años después, se produjo un hito de real valor historiográfico como lo fue la colección de documentos sobre el Río de la Plata y América que editó en su célebre Biblioteca el periódico “El Comercio del Plata”, en cuya dirección se destacó hasta su asesinato el Dr. Florencio Varela. Especial consideración debe merecer este aporte si tenemos en cuenta que estas ediciones, en su mayoría a partir de originales o copias manuscritas, se realizaba en una ciudad de Montevideo que sufría los efectos de la prolongada y sangrienta Guerra Grande. Pueden mencionarse, como ejemplos, la publicación de valiosos textos para el tema que tratamos de la autoría de Félix de Azara, Miguel de Lastarria y el Marqués de Grimaldi (3).
Es evidente que la preocupación mayor que por entonces acercaba a los hombres públicos y de estudio a la historia de las misiones era el interés por la lucha entre los imperios ibéricos y la definición de los límites entre ambas coronas. Precisamente la definición espacial de los nacientes estados sudamericanos era uno de los temas principales que estaban en juego en tan tremendo período de luchas y de ahí el interés por fundamentar en fuentes históricas los reclamos que se hacían entre los países. Reside allí, también, el interés especial en publicar descripciones geográficas que permitieran conocer mejor un vasto territorio americano, que para muchos de los que estaban en la dirección de la cosa pública, especialmente en el caso de hombres de gabinete, les era totalmente desconocido. Es claro, pues, el interés que desde esa perspectiva despertaron tanto obras clásicas de los cronistas de la Compañía de Jesús como de los integrantes de las partidas demarcadoras de los imperios español y portugués. La obra evangelizadora de los jesuitas, la organización y funcionamiento de las misiones y la peripecia histórica del pueblo indígena misionero, por el contrario, no generó interés por muchísimo tiempo.
Por esos años difíciles pero especialmente fermentales de la Guerra Grande, también realizó un aporte importante a la naciente historiografía nacional de la República Oriental otro argentino, Juan Manuel de la Sota, quien radicado en Montevideo como tantos miles de emigrados políticos, publicó en 1841 “Historia del territorio oriental del Uruguay” (4). Título ajustado por tratar especialmente del período hispánico, al menos más preciso que aquellos que aquejados de un fuerte nacionalismo pretendieron señalar, décadas después, que ya en los tiempos indígenas o coloniales de alguna manera preexistía la entidad político-estatal conocida como Uruguay. Contaba con un estrecho corpus de fuentes basado en la recopilación de Pedro de Angelis y de textos de Ruiz de Montoya, Lozano y otros autores.
Interesado en reafirmar el nacionalismo de las nacientes Repúblicas sudamericanas y los legítimos límites frente al avance de Portugal y Brasil, De la Sota brindó especial atención al tema de la lucha de Imperios en esta región rioplatense y al rol jugado por los jesuitas y los indígenas en la defensa de los derechos de España, desde los tiempos de los bandeirantes hasta las luchas frente a los muros de Colonia del Sacramento. Tema que trató también con mayor extensión en una obra titulada “Cuadros Históricos” que, en su mayor parte, permanece inédita.
En el año 1857 editó Juan de la Sota en Montevideo, un opúsculo titulado “Errores que contiene la Memoria sobre la decadencia de las Misiones Jesuíticas, que ha publicado en la ciudad del Paraná el Dr. Martín de Moussy en el presente año 1857”, en el cual refuta varias afirmaciones del escritor francés, incluyendo en algún caso documentación inédita respecto a la historia del pueblo misionero (5).
También por esos años de mediados del siglo XIX, el destacado escritor Alejandro Magariños Cervantes publicaba en España -con carácter ensayístico y no de investigación histórica - una serie de trabajos en los cuales registró interesantes apreciaciones sobre los fundamentos étnicos del complejo acontecer político de América. Buscaba explicar a los europeos cuales eran las causas profundas que habían sumergido a las tierras del ex imperio español en tamaña inestabilidad luego de obtenida la independencia y para ello buscaba, con acierto, comprender la compleja trama social que caracterizaba a América. Expresaba al respecto: “En todo el continente americano, en una escala más o menos grande, la reunión de las tres razas, americana, europea y
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