Por cierto que en honor a la verdad, en el Perú se puede debatir más y mejor de todo que en España, donde la cerrazón, un orgullo mal entendido (infantil diría yo) y el sabelotodismo, aliñado con la mentalidad ultraprogre de que todo es un derecho, acaba haciendo imposible cualquier conversación, y el construir algo medio positivo por lo mismo. Asimismo, en los colegios no cultivamos la tradición de la oratoria o el debate, y así nos va.
Marcadores