Has expresado con otras palabras, y mejor, lo que quería decir. Ese racismo y agresividad verbal que si se rasca un poco no suele pasar de ahí pero que de entrada resulta chocante para los de allá.

Y sí, en España tenemos ese innegable problema. Una parte de nuestra sociedad se niega a sí misma, buscando Europa en la huida. A ese sector Hispanoamericana le recuerda lo que quiere dejar atrás por ser un reflejo de sí misma.

Luego se suma un orgullo indomable que nos ha llevado a darle la espalda a quien se ha secesionado. Si Cataluña un día se independizase estoy seguro de que la reacción sería la misma, darle la espalda e ignorarla como si no existiera.

Creo que Cuba es la única excepción, un caso digno de estudio.

Un saludo.

Cita Iniciado por Arcabuz Ver mensaje
Tranquilo, don Leolfredo. Lo que Ud. comenta no se compara con el racismo políticamente correcto que se siente en Estados Unidos. Pero ya que estamos hablando de esto, y aprovechándome del título del hilo, sean tan gentiles de permitirme una reflexión.

Por motivos profesionales me ha tocado viajar bastante, y a veces permanecer, en la mayoría de los países iberoamericanos y por España. Y, como simple observador, siempre me han llamado la atención dos cosas: primero, lo parecidos que somos los americanos, en las formas de actuar, de relacionarnos, de observar la realidad; y segundo, lo diferentes que parecen los españoles europeos. La pasión, lo extremo y una cierta agresividad en el trato de los españoles son características que saltan a primera vista del observador americano. (Por si acaso, no es necesario viajar a España para comprobarlo: es cosa de verlo en el devenir español de los últimos 150 años y, si no se gusta de la Historia, basta con leer los diarios españoles de cualquier día.) Ahora, si uno se acostumbra a ese choque inicial que parece agresivo, el problema no pasa más allá. Cada loco con su tema.

Pero coincido con que en España hay algo de racismo que se nota, especialmente hacia nosotros los sudamericanos. Pero eso es solo una consecuencia de algo más profundo.

Percibo –como simple observador, insisto- que en los últimos decenios, los americanos nos hemos acercado más entre nosotros, nos reconocemos mejor, nos aceptamos más. A pesar de los problemas que conllevan, la inmigración y la integración comercial han ido educándonos en esta especie de “re conocimiento”. Falta muchísimo, sin duda. Tenemos muchas dificultades que resolver, por su puesto. Pero estoy convencido de que estamos recorriendo ese largo camino. (¡Era que no, después de 200 años!). Sin embargo, eso se echa de menos allá en España, una cierta voluntad de unirse. Impresiona sentir el afán por separarse que muestran nuestros hermanos europeos, separarse de todo: entre ellos, de los hispanoamericanos, de la Iglesia, de las costumbres, …

Hay una frase que se le atribuye a Otto von Bismark que dice “Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido”. Lo haya dicho o no don Otto, tiene algo de cierto. A veces se me hace más difícil pensar en la unidad hispana, con ese afán por desintegrarse.