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Tema: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

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  1. #1
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    La Protección Especial a los derechos de los Indígenas en la Nueva España | Columna de Ricardo García López

    julio 3, 2018




    San Luis en su historia


    Los contratos que presentamos a continuación considero que son un botón de muestra de que los indígenas que ocupaban el territorio de la Nueva España, hoy México, no se encontraban totalmente desprotegidos de las leyes como pretenden hacer creer algunos demagogos.

    Siempre los seres más débiles de la Creación necesitan una especial protección por parte de aquellos a quienes la naturaleza o las circunstancias los han dotado de una mayor fuerza física, espiritual, social, política o moral.

    Así lo comprendió Isabel I de Castilla cuando Cristóbal Colón engarzó a su corona la preciosa piedra de América, por ello es que en su testamento, última y final voluntad, pretende brindar toda su protección a los indios del Nuevo Continente puesto que se trata de sus hermanos que la providencia ha puesto bajo su custodia.
    En una de las cláusulas del documento expresa lo siguiente:


    …Cuando nos fueron concedidos por la Santa Sede Apostólica las Islas y Tierra firme del mar océano, descubiertas y por descubrir, nuestra principal intención fue al tiempo que lo suplicamos al Papa Alejandro VI de buena memoria; que nos hizo la dicha concesión, de procurar inducir y traer los pueblos de ellas y convertir a nuestra Santa Fe Católica, y enviar a las dichas islas y tierra firme, prelados y religiosos, clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios, para instruir los vecinos y moradores de ellas a la Fe Católica y los doctrinar y enseñar buenas costumbres, y poner en ello la diligencia debida, según más largamente en las letras de la dicha concesión se contiene. Suplico al Rey mi Señor muy afectuosamente, y encargo y mando a la princesa mi hija y al príncipe su marido, que así lo hagan y cumplan y que ese sea su principal fin, y en ello pongan mucha diligencia y no consientan, ni den lugar a que los dichos indios vecinos y moradores de las dichas islas y tierra firme, ganados y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y bienes: mas manden, que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien y provean de manera, que no exceda cosa alguna lo que por letras Apostólicas de la dicha concesión nos han inyugido (Inyungido, palabra que proviene del verbo latino iniungere y que significa prevenir, mandar o imponer, en este caso como si dijera la frase: que nos fueron impuestos. En: Diccionario de la Lengua Española, edición electrónica, versión 21.2.0 año 1998. y mandado…)


    El cuerpo legislador comprendió que para que tuviera cabal cumplimiento la voluntad de la soberana no bastaba que se conservara como una simple recomendación de un testamento sino que era necesario elevar esas buenas intenciones a preceptos legales por lo que la Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias establece en su Libro Sexto una gran cantidad de leyes que protegen y amparan a los indios e incluyó en su título diez, Del buen tratamiento a los indios, la cláusula testamentaria transcrita, añadiendo el legislador al final de ella el párrafo siguiente:


    Y nos a imitación de su Católico y piadoso celo ordenamos y mandamos a los virreyes, presidentes, audiencias, gobernadores y justicias reales, encargamos a los arzobispos, obispos y prelados eclesiásticos, que tengan esta cláusula muy presente, y guarden lo dispuesto por las leyes que en orden a la conversión de los naturales y su cristiana y católica doctrina, enseñanza y buen tratamiento están dadas…


    Con esto no queremos afirmar que por tales disposiciones quedaron a salvo los derechos de los indios y que los conquistadores, encomenderos y soldados respetaron y observaron puntualmente las leyes pues esto no fue, no es y no será posible en las sociedades humanas mientras sea el propio hombre el encargado de promulgar las leyes, cumplirlas y hacerlas cumplir, porque en más de una ocasión sus pasiones están, han estado y estarán por encima de la ley; la historia nos da cuenta clara de ello pues recordemos las famosas capitulaciones de “Carbajal” mediante las cuales Luis Carbajal de la Cueva se comprometió con el rey a fundar villas, ranchos y descubrir minas, al norte de la Nueva España, pacificar la región chichimeca y aculturar sus habitantes. Es sabido cómo este hombre lejos de cumplir con el contenido y compromiso a que se obligó en dichas capitulaciones, éstas le sirvieron para transitar libremente en el norte de la entonces Nueva España y hoy México y Tejas en los EE.UU. y de un lugar a otro, con tales documentos, evitaba que los alcaldes mayores o cualquiera otras autoridades le impidieran el paso por los territorios que estaban bajo su jurisdicción o que le exigieran exhibir un salvoconducto especial. Así, lejos de fundar las pretendidas villas, ranchos, descubrir minas y cultivar a los hombres, tomó a éstos cautivos y los vendió como esclavos y a tanto llegó su furor que despertó gran pánico entre los grupos indígenas, de suerte que quienes los integraban optaron por no darse de paz sino antes bien huir a los montes y, llegado el caso, defenderse a sí mismos, a sus familias y territorios con tal denuedo que esa situación dio origen a la sangrienta guerra chichimeca que había de durar siglos enteros y no únicamente medio siglo como afirman algunos historiadores.




    ________________________

    Fuente:


    La Protección Especial a los derechos de los Indígenas en la Nueva España | Columna de*Ricardo García López - La Orquesta

  2. #2
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    El pueblo indígena con el que se encontró Colón aún tiene descendientes vivos

    Secuenciando el ADN de un diente de 1.000 años de antigüedad, los investigadores conseguido encontrar coincidencias genéticas entre las poblaciones vivas y antiguas del Caribe. Miércoles, 21 Febrero

    Por Sarah Gibbens - National Geographic




    Taínos de Puerto Rico y Estados Unidos se reúnen para un ritual de diez días de paz espiritual en lugares ceremoniales especiales en Puerto Rico. Esta foto muestra a jóvenes bailarinas taíno.

    foto por Maggie Steber, Redux



    Cuando Cristóbal Colón llegó al Caribe en el siglo XV, las comunidades indígenas conocidas como taínos se vieron gravemente afectadas, tanto que los historiadores dividen la historia de la región en la época anterior y posterior a su llegada.

    Una combinación de enfermedades, matanzas y esclavitud acabó con hasta 3 millones de personas en solo unas pocas generaciones, pero un nuevo estudio sugiere que el genocidio no provocó una extinción completa, como sospechaban algunas personas.

    En un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores afirman que el ADN de las poblaciones indígenas precolombinas todavía se encuentra en personas vivas.

    «Demuestra que la historia real es de asimilación, sin duda, pero no de extinción total», afirma Jorge Estevez, del Museo Nacional del Indio Americano, en un comunicado. Para Estevez, que trabajó como asesor en el estudio, el resultado es personal. Respalda una idea que para su abuela siempre había sido cierta pero para cuya confirmación nunca habían existido pruebas científicas: la cultura de los taínos todavía está presente.

    En investigaciones previas, Estevez había sugerido que, al tachar de «extinto» al pueblo de la región, apenas se ha investigado para entender las costumbres y el folclore actuales del Caribe. No hemos podido contactar con Estevez para más comentarios al respecto en el momento de la publicación de este artículo.


    Retrocediendo en el tiempo

    «Hay comunidades en el Caribe que siempre han defendido su continuidad, aunque les han dicho que sus ancestros se extinguieron», afirma Hannes Schroeder, autor del estudio que ha llevado a cabo investigaciones en la región durante más de una década.

    Para comprobar si quedaban miembros de las poblaciones de taínos, el equipo rastreó la presencia de material genético previo a la llegada de Colón en poblaciones vivas.

    La extinción de un grupo étnico tiene lugar cuando «todos los miembros de este grupo en particular mueren y son incapaces de transmitir su material genético», explica.


    Restos de 2.500 años ofrecen pistas sobre los primeros americanos


    Otros estudios anteriores sugerían la continuidad, pero el suyo fue el primero en emplear el ADN. Lo obtuvieron a partir de un diente descubierto en un esqueleto femenino de 1.000 años de antigüedad en las Bahamas. Las condiciones tropicales como las del Caribe impiden que los esqueletos se conserven de forma natural tan bien como lo harían en climas áridos y cálidos, por ello descubrir restos físicos que secuenciar es raro. Pero se cree que los restos descubiertos en una isla diminuta llamada Eleuthera, en las Bahamas, pertenecen a una mujer que vivió 500 años antes de la llegada de Colón.

    El equipo comparó la secuencia de su genoma con conjuntos de datos existentes de poblaciones indígenas modernas y descubrió que los orígenes del ADN antiguo eran más similares a los de los grupos hablantes de lenguas arahuacas del norte de Sudamérica. Determinaron que, en las poblaciones actuales, los genes de los taínos son más habituales en Puerto Rico.


    Antiguas migraciones

    Además de descubrir que los taínos habían sobrevivido a la colonización europea, Schroeder también fue capaz de recavar información sobre posibles migraciones antiguas.

    Sus vínculos con Sudamérica sugieren una antigua migración desde allí. El Caribe fue una de las últimas regiones de las Américas donde se establecieron asentamientos, hace unos 8.000 años. Cuando migaron, los pueblos antiguos habrían transportado con ellos sus vínculos sociales.
    «No tenemos pruebas de endogamia», afirma Schroeder, un hallazgo sorprendente en un esqueleto descubierto en una isla tan pequeña como Eleuthera.

    Esto respalda las pruebas arqueológicas de que las culturas indígenas de la región estaban muy interconectadas.

    Si cuentan con mejores capacidades para secuenciar el ADN antiguo, Schroeder dice que los investigadores podrán rastrear otras alegaciones de continuidad de otros grupos indígenas.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.nationalgeographic.es/hi...ndientes-vivos

  3. #3
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    QUITO - 1566

    Cèdula Real del emperador Carlos I de España y V de Alemania Donde se ordena a la Real Audiencia de Quito el tratamiento a los indios como hombres libres y vasallos de su majestad

    Lo que la leyenda negra intenta ocultar.






    https://www.facebook.com/23052595029...732615/?type=3
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  4. #4
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    Traducido del castellano antiguo

    Francisco Pacheco, a vos mando que tengáis mucho cuidado de enseñar e instruir a nuestra Santa Fe Católica a los indios naturales de esa tierra y de que sean bien tratados, no consintiendo que los dichos indios vayan a las minas ni trabajen en ellas.

    Carta de la Reina Doña Juana de Castilla al Capitán Francisco Pacheco, Fundador de la Villa de Villa Nueva de Puerto Viejo. (Portoviejo - actual Ecuador)




    https://www.facebook.com/23052595029...type=3&theater
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  5. #5
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    LOS FALSOS MITOS

    José Javier Esparza:


    Nunca hubo un genocidio español en América



    Opinión José Javier Esparza / 06 septiembre, 2017

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    El 12 de octubre de 2005, la agencia oficial argentina Télam emitía un texto donde aseguraba que “con la llegada de los conquistadores se inició un exterminio que arrasó con 90 millones de pobladores de la región y quebró el desarrollo cultural de este lado del Atlántico (…) El mayor genocidio de la historia”.

    ¿En qué se basa esta acusación? Se basa en datos que proceden de la propia época. Uno, muy concreto, son los censos de población india realizados por los españoles en el siglo XVI, que reflejan una reducción brutal del número de nativos. Por ejemplo, los taínos de Santo Domingo pasaron de 1.100.000 en 1492 a apenas 10.000 en 1517. Es decir, en un cuarto de siglo había prácticamente desaparecido la población precolombina de Santo Domingo y las Antillas. ¡Un millón noventa mil muertos en sólo veinticinco años! Esas cifras se extrapolaron después al resto del continente. Sorprende que un número exiguo de españoles fuera capaz de matar a tanta gente en tan poco tiempo, pero, al fin y al cabo, hay un testimonio de la época que lo afirma con toda claridad: el del dominico Fray Bartolomé de las Casas, que contrapone la mansedumbre de los indios a la crueldad de los españoles. Los españoles, en una generación, han matado a más de quince millones de indios, dice fray Bartolomé. Unas líneas más adelante, en ese mismo texto, el buen dominico multiplica esa cifra por dos. Irrefutable, ¿no? Pues no.


    El genocidio imposible

    Primero, las cifras del genocidio son imposibles: ¿Noventa millones de muertos en un siglo y pico a manos de sólo 200.000 españoles, que más no fueron los que pasaron a América? Eso cuadra mal. ¿Un millón de muertos en poco más de veinte años, en un solo sitio, las Antillas, y en el siglo XVI, a base de ballesta y arcabuz? Es impracticable, sobre todo si tenemos en cuenta que, al mismo tiempo, los Reyes Católicos habían dado órdenes muy estrictas de tratar bien a los indígenas. Por otro lado, ¿quién hizo el censo? ¿Son fiables esas cifras? Respecto a Las Casas, ¿por qué denuncia tantos crímenes y, sin embargo, nunca dice dónde ni cuándo se produjeron, como tampoco da el nombre del criminal? ¿Y por qué da unas cifras y después, a medida que se va calentando, va subiendo el número de muertos sin temor a la contradicción?

    Y además, si esto pasó en América, ¿por qué no pasó en Filipinas, donde no hay noticia de genocidio alguno (no, al menos, hasta el que perpetraron los norteamericanos a principios del siglo XX)? Aún peor: Las Casas logró su objetivo y en 1547 la Corona prohibió el sistema de encomiendas, que según fray Bartolomé era la causa de las muertes, pero los indios siguieron muriendo. No sólo eso, sino que por dos veces se le autorizó a construir una especie de “república de indios”, que era lo que él reclamaba, y las dos veces sus asentamientos fueron atacados por los propios indios. ¿Por qué? ¿Qué pasa aquí? Nada encaja. Vamos a explicar lo que pasó de verdad.

    Primero, el asunto de la población. Directamente: los censos de la época no valen. Eso lo ha demostrado una norteamericana, Lynne Guitar, de la Universidad de Vanderbilt, que fue a Santo Domingo a estudiar la historia de los taínos y se quedó allí: hoy es profesora del Colegio Americano en Santo Domingo. Y la profesora Guitar descubrió que los censos no es que no sean fiables, sino, más aún, que son inútiles: cuando un indio se convertía al cristianismo y vivía como un español, o más aún si se mestizaba, dejaba de ser censado como indio y era inscrito como español. Y si luego venía otro funcionario con distinto criterio, entonces volvía a ser inscrito como indio, y así hay casos de ingenios de azúcar donde los indios pasan de ser unos pocos cientos a ser 5.000 en sólo dos años, y después la cifra decrece radicalmente para, de repente, volver a aumentar. Para colmo, los encomenderos –los españoles que regentaban tierras y explotaciones- mentían en sus censos, porque preferían trabajar con negros, a los que podían esclavizar, que con indios, cuya esclavitud estaba prohibida por la Corona, de manera que sistemáticamente ocultaban las cifras reales. Es decir que las cifras censales de los indios en América, en el siglo XVI, son papel mojado.

    ¿Cuántos indios había realmente en América? Según los cálculos de Rosemblat, que siguen siendo los más serios, la población total de la América indígena no pasaba de los 13 millones desde el Canadá hasta la Tierra del Fuego. Le recuerdo a usted la nota de la agencia oficial argentina TELAM, hace un par de años: “un genocidio de 90 millones de indios”. Jamás hubo tantos. ¿Mentía entonces fray Bartolomé al hablar de aquel exterminio? Quizá no a conciencia. Las Casas vio graves casos de crueldad. Y vio también muertos, muchos muertos. Era fácil conectar una cosa con otra. Pero hoy sabemos que la gran mayoría de aquellos muertos, que sin duda se contaron por cientos de miles, fueron causados por los virus, algo que ningún español del siglo XVI podía conocer.


    La guerra de los virus

    También sobre esto hay estudios incontestables. Desde muy pronto se pensó en la viruela; se cree que la introdujo en América un esclavo negro de Pánfilo de Narvaéz, hacia 1520, y se sabe que hizo estragos en Tenochtitlán. Cuando Pizarro llegó al Perú, encontró que la población estaba diezmada por la viruela mucho antes de que ningún español hubiera asomado por allí la nariz: el virus había viajado por selvas y cordilleras a través de los animales. Estudios posteriores, como el del doctor Francisco Guerra, señalan sobre todo a la gripe porcina, la llamada “influenza suina”, como causante de la mortandad indígena a principios del XVI. El hecho es que los indígenas americanos, que habían vivido siempre aislados del resto del mundo, recibieron de repente y en muy pocos años el impacto combinado de todos los agentes patógenos difundidos por los buques europeos, sus cargamentos, sus animales, sus pasajeros. Un investigador de la Universidad de Nueva York, Dean Snow, precisa que la gran mortandad no tuvo lugar en el siglo XVI, sino después, cuando empezaron a llegar niños, es decir: tosferina, escarlatina, paperas, sarampión; fue letal. Del mismo modo que los primeros establecimientos españoles en América fueron diezmado por las fiebres, así también los indios, en gigantescas proporciones, fueron diezmados por los virus. Virus que sus cuerpos desconocían y que no pudieron resistir. ¿Recordamos algún caso más reciente? Entre los años 1918 y 1919, la llamada “gripe española” causó la muerte de más de treinta millones de personas en todo el mundo. Lo de América no fue inusual.

    Los estudios de los últimos treinta años son prácticamente unánimes: hubo ciertamente altas cifras de mortandad entre las poblaciones amerindias, pero las cifras se reparten por igual entre los indios aliados de los españoles y entre sus enemigos, y aún más, las cifras de mortandad entre los propios españoles son, proporcionalmente, más elevadas aún que las de los nativos. Es decir que la mortandad es cierta, pero no el genocidio.

    Hoy ningún investigador serio discute que la causa principal de la mortandad entre nativos y entre españoles fueron los virus: los indígenas cayeron a mansalva bajo el efecto de enfermedades que los españoles llevaron consigo y que en aquel mundo eran desconocidas, mientras que los españoles quedaban aniquilados por enfermedades tropicales –malaria, dengue, leishmaniasis, tripanosomiasis, etc.- que no sabían cómo tratar. Ya hemos citado el caso del Perú: cuando llega Pizarro, la población del imperio inca lleva varios años soportando los efectos de una dura epidemia de viruela mucho antes de que ningún español hubiera asomado por allí el morrión. Otro dato: cuando Hernando de Soto se encuentra con la misteriosa Dama de Cofitachequi, en la actual Carolina del Sur, lo que halla a su alrededor es un poblado convertido en necrópolis por el efecto de las enfermedades. La llegada a las Indias de los primeros niños europeos, con su carga de varicelas, sarampiones, paperas y demás, fue más letal que cualquier ejército. Mientras tanto, las expediciones de Bobadilla, Ovando y Pedrarias, por ejemplo, contabilizaban hasta un 50 por ciento de bajas mortales apenas dos meses después de haber desembarcado, los de Pizarro caían fulminados por infecciones, etc. Los avances de la Medicina en el último medio siglo han permitido explicar numerosos episodios de este género. Es asombroso que aún hoy tantos historiadores sigan renuentes a introducir el factor médico en sus narraciones de la conquista.

    De manera que hubo, sí, una mortalidad mayúscula de indios en América, pero no fue un genocidio. Un genocidio requiere que haya voluntad de exterminio. Eso no pasó en la América española. Pasará después en la América anglosajona, que sí ejecutó proyectos de exterminio deliberado de la población indígena. Esa misma América anglosajona que ahora maldice a Colón y los españoles.


    La verdad de la Conquista

    La conquista española de América, la cruzada del océano, fue propiamente una conquista, es decir, una operación de dominio, de poder, y en su crónica surgen inevitablemente los mismos episodios de violencia, depredación y guerra que en cualquier otra conquista de cuantas la Historia conoce. Pero, al mismo tiempo, fue una empresa guiada por un innegable espíritu de misión en el sentido religioso del término: se trataba de convertir a la Cruz a pueblos que vivían al margen de ella, y por eso en la aventura aparecen elementos tan insólitos como la prohibición de la esclavitud, la protección legal de los indígenas, el mestizaje o la multiplicación de catedrales, universidades y hospitales a lo largo de todo el territorio conquistado. El resultado de todo eso fue un mundo nuevo: un mundo que ya no era el de las culturas amerindias, pero que tampoco era propiamente una España ultramarina, porque la América hispana muy pronto tuvo su singular personalidad. El antecedente más parecido que se le puede encontrar a este magno proceso es la construcción del imperio romano: del mismo modo que Roma creó en Europa un mundo sobre la base de su lengua, sus legiones y su derecho, así España creó en América un mundo sobre la base de su religión, su idioma y su ley.

    Enfrente estaban los indios, por supuesto. Pero también sobre este particular hay que hacer infinitas matizaciones y revisar numerosos tópicos. Los excesos románticos de la literatura indigenista nos han vendido la imagen del pérfido depredador español que llega a las Indias para explotar al buen indio, que dormitaba tranquilamente en la puerta de su bohío. Es una imagen ridícula. Primero y ante todo: los indios son tan protagonistas de la conquista como los propios españoles. Colón jamás habría podido instalarse en La Española sin la aquiescencia de una buena parte de los taínos. Cortés jamás habría conquistado México sin los tlaxcaltecas y otros pueblos aliados, como Pizarro jamás habría conquistado el Perú sin los tallanes, los huancas y los chachapoyas, entre otros muchos. Segundo y no menos fundamental: taínos, tlaxcaltecas, tallanes y demás pueblos aliados de los conquistadores se unieron a los españoles porque estaban siendo salvajemente explotados por los caribes, los aztecas y los incas, respectivamente. Esa era la realidad.

    La estampa del indio que dormitaba feliz a la puerta de su bohío es estrictamente falsa. Las comunidades amerindias, prácticamente sin excepción, eran sociedades muy conflictivas, muy violentas, donde unos pueblos aniquilaban a otros sin la menor contemplación, donde la esclavitud era una institución absolutamente convencional, donde las mujeres –en términos generales- eran usadas como objeto de cambio y donde los sacrificios humanos formaban parte de la vida cotidiana. Todo esto no fue un invento de los cronistas para legitimar la hegemonía española; todos los hallazgos arqueológicos lo confirman. Por eso los pueblos más débiles, los que sufrían la violencia de los más fuertes, se unieron a los españoles de muy buen grado: aquellos sujetos barbudos envueltos en hierro eran su única salvación. La conquista no se sustancia, pues, en un simple esquema “europeos contra indios”. La realidad fue muchísimo más compleja. Y así como hubo algunas poblaciones indígenas enteramente aniquiladas, hubo otras –de hecho, la mayoría- que abrieron la puerta a la conquista y contribuyeron a la radical transformación del continente. Las cosas fueron así. Nunca hubo un genocidio español en América.


    _______________________________________

    Fuente:

    https://gaceta.es/opinion/nunca-hubo...20170906-0954/

  6. #6
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    Construyendo puentes entre España y América con María Saavedra

    Por
    Academia Play

    11 septiembre, 2018


    María Saavedra ha sido uno de esos descubrimientos fortuitos en los que se va uno a la cama queriendo saber algo más sobre la persona. La encontramos de casualidad buceando en Internet, escribiendo el guion de un vídeo sobre la emancipación de Hispanoamérica. Fue en YouTube (quien quiera puede teclear su nombre). Quedamos inmediatamente embobados con la capacidad que tiene María para conectar con su audiencia. Escuchar a María es todo un deleite, tanto por la forma como por el fondo. Inmediatamente nuestros esfuerzos se centraron en buscar la manera de ponernos en contacto.

    María Saavedra es licenciada en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Obtuvo su doctorado en la misma universidad y trabaja como profesora y coordinadora de los grados de Historia e Historia del Arte en la Universidad CEU San Pablo desde el año 2001. En 2012 ganó el Premio a la Investigación Ángel Herrera y en 2017 el Premio de Investigación Rafael Altamira por su trabajo “El alma española en el pensamiento y los escritos de José Enrique Rodó”. Destacan sus publicaciones La forja del Nuevo Mundo: huellas de la Iglesia en la América española e Indigenismo y evangelización: la primera expansión del cristianismo en América (junto con Javier Amate).


    Muchos países hispanoamericanos ya han celebrado su bicentenario como país independiente. Todavía quedan algunos. Por ejemplo, Perú lo celebra en 2021. ¿Qué errores está viendo que se están cometiendo en estas celebraciones?

    Quisiera decir en primer lugar que los bicentenarios son una excelente oportunidad para tratar con rigor histórico algo que sucedió hace dos siglos: el nacimiento de las nuevas repúblicas americanas. Y a mi juicio, el nacimiento de una nación debe ser motivo de celebración, especialmente cuando ya lleva forjándose como tal a lo largo de muchas décadas.

    El error estaría en dos extremos: hacer hincapié en aspectos que retoman viejos resentimientos contra España, negando la realidad de un hondo bagaje construido en los tres siglos del virreinato, y que forma parte de la idiosincrasia de aquellas naciones, junto con los elementos prehispánicos que perduran. El otro extremo igualmente erróneo es el que cometen aquellos que consideran que no hay nada que celebrar, que incluso siguen hablando de “pueblos traidores”, sin tender puentes hacia lo que deben ser nuestras naciones hermanas.

    En resumen, se debería evitar “hacer sangre” de unos aniversarios, y procurar aprovechar la oportunidad para seguir avanzando en el análisis histórico de aquella época, a la vez que se consolidan todos aquellos aspectos que nos unen, que son muchos.


    ¿Qué tenemos en común los españoles y los países hispanoamericanos?

    Ni la América actual se entiende sin el pasado español, ni España sería inteligible sin los tres siglos en que constituía un todo con los territorios ultramarinos. La Monarquía hispánica fue un inmenso espacio por el que circulaba una lengua, una religión, una cultura, que dejó huella a ambos lados del Atlántico.


    ¿Qué errores cometieron los españoles en la conquista de América? ¿Cree que los españoles se deben avergonzar de su pasado?

    Ese genérico “los españoles” impide un análisis riguroso de lo que sucedió a partir de 1492. Ciertamente, el sistema socioeconómico de la encomienda generó abusos por parte de colonos españoles que iban dispuestos a mejorar su situación, y en ocasiones lo hicieron a costa de un excesivo trabajo de los pobladores indígenas que tenían encomendados.

    Por otra parte, nunca faltaron voces españolas que se levantaron contra esos abusos. Y esas críticas fueron asumidas por la Corona, que trataba de mantener el equilibrio entre la protección a los nuevos súbitos americanos, con la lógica ganancia económica que lleva consigo todo proceso de conquista y colonización. Resultado de esa preocupación es uno de los grandes monumentos levantados por la Corona: Las Leyes de Indias.

    En cuanto a avergonzarse de la propia historia, es algo que los españoles parece que llevamos en la sangre. Nadie debería sentir vergüenza por lo que hicieron compatriotas hace ya siglos. La Historia deja una huella de luces y sombras, y solo son responsables de la misma los hombres que tomaron decisiones y actuaron. En cuanto a calibrar las luces y las sombras del descubrimiento, conquista y colonización de América, es donde hay que ser cautos y tratar con honestidad nuestra historia. Hay una cierta mentalidad en al que solo caben héroes y villanos. Y el hombre tiene muchas más facetas, por lo que la historia también ha de verse desde diversos prismas.

    Pocos países tienen en su pasado una reina como Isabel I, que en los últimos momentos de su vida añade a su testamento un texto pidiendo a sus herederos velar por el buen tratamiento de sus súbditos recién incorporados a la Corona. O unos adelantados de los Derechos Humanos como Antonio de Montesinos, Pedro de Córdoba y Bartolomé de las Casas, por citar algunos de los nombres más populares. ¿Y qué decir de Vasco de Quiroga, con sus pueblos–hospitales, en los que invirtió su fortuna personal para construir la Utopía soñada por Tomás Moro en tierras americanas?




    María Saavedra


    Es común en los países hispanoamericanos creer que antes del Descubrimiento se vivía en una especie de “Arcadia Feliz” en armonía, sin guerras y que los españoles llegaron y cercenaron una cultura avanzada en pleno desarrollo. ¿Por qué existe esta creencia? También otro error es hablar de la cultura indígena como si solo existiese una realidad cultural. ¿Cual era la realidad cultural americana cuando arribaron los conquistadores?

    Ciertamente, no es del todo riguroso hablar de “una América” prehispánica. Eran muchas y diversas las culturas que se asentaban en el solar que hoy denominamos América. En el espacio caribeño habitaban pueblos pacíficos, que tenían que defenderse de ataques brutales por parte de vecinos isleños en busca de esclavos y mujeres.

    En lo que hoy es México, numerosos pueblos se hallaban sometidos a la llegada de Cortés al estado mexica, al que debían tributar en especie, trabajo, y hombres para contentar a sus dioses con los sacrificios humanos.

    ¿Podemos entonces “satanizar” a aquellos pueblos prehispánicos? Claro que no. Pero la Arcadia feliz… no deja de ser un mito que nunca se ha hecho realidad.

    La realidad es que en México y parte de Centroamérica los antiguos pobladores levantaron espectaculares ciudades, desarrollaron sistemas de escritura que aún perduran y poseyeron importantes conocimientos de astronomía y matemáticas.

    En la región andina, una sucesión de culturas que culmina con la Inca, se constituye en un gigantesco estado que logra un control férreo sobre todos los habitantes de lo que se llamaba el Tawantinsuyu y hoy está ocupado por parte de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile… Para mi, una de las grandes realizaciones prehispánicas es precisamente el articulado sistema administrativo inca que permitía un férreo control del territorio y sus habitantes desde el Cuzco. Otra cosa es el precio que tuvieron que pagar los pueblos integrados en ese sistema.


    ¿Se ha encontrado alguna vez gente ofendida tras usar la palabra “Descubrimiento”? A nosotros nos ocurre mucho encontrarnos con comentarios del tipo “América no la descubrieron los españoles, América ya existía, ya estaba descubierta” ¿Acaso no supuso un descubrimiento tanto para los europeos como para los americanos evidenciar que existían otras tierras y otros pueblos al otro lado del Atlántico?

    Las discusiones en torno a la conveniencia de utilizar o no el término “descubrimiento” me resultan bizantinas y estériles. América como concepto no existía en 1492, tampoco cincuenta años más tarde. América se va haciendo a media que se integra en un gran proyecto llamado Monarquía Hispánica. Y este proceso dura muchas décadas. Los territorios americanos se convierten en reinos del Estado Moderno que precisamente “re-nacía” con el proyecto de los Reyes Católicos, que en el tiempo coincide con la llegada de Cristóbal Colón al Caribe. Así pues, entre 1479 y 1550, la Unión de Reinos, proyecto que en parte miraba como modelo la estructura de la Corona de Aragón, se fue incrementando con el aporte de Granada, Navarra, Nueva España, Perú…


    ¿Intentaron los conquistadores españoles y los evangelizadores destruir el legado cultural de las culturas precolombinas?

    La inculturación llevada a cabo en América suponía trasladar el cúmulo de conocimientos y culturas que conformaban el legado greco-romano bañado de cristianismo, y que en 1492 se forjaba como Renacimiento. Con la lógica del momento, los españoles quieren que todos los territorios de la Corona compartan un legado levantado a lo largo de los siglos. Si se podían conservar elementos de las culturas anteriores que no chocaran frontalmente con ese legado, se mantenían.

    Añadiría algo más: las lenguas indígenas en algunos lugares se mantuvieron, precisamente, gracias al esfuerzo de las autoridades por ponerlas por escrito, y en el caso de los misioneros, por la obligatoriedad de aprender esas lenguas para poder evangelizar de manera eficaz a las poblaciones autóctonas. Muchos no saben que en las Universidades se implantaron cátedras de lenguas indígenas.




    Retrato anónimo de Hernán Cortés


    ¿Hubo genocidio en América?

    No. Un genocidio busca la desaparición de un grupo, y traza un plan sistemático de exterminio. España nunca lo tuvo. Y no hay más que mirar la población que hoy habita la parte española de aquel continente, para constatar que no existió genocidio, ni como proyecto ni como actuación.

    La realidad humana de esa América es mestiza. Y si te paras un momento a pensar, en seguida llegas a la conclusión de que genocidio y mestizaje son dos procesos incompatibles.

    Obviamente, hay una excepción clara, que es el espacio caribe, en el que prácticamente desapareció la población original en las décadas inmediatas al descubrimiento. Pero tampoco en este caso podemos hablar de genocidio. Hay muy buenos estudios acerca de cómo el trabajo excesivo al que no estaban acostumbrados y, sobre todo, las enfermedades llevadas desde España, fueron mucho más mortíferas que cualquier instrumento bélico.


    La Corona española protegió al indígena, ¿por qué esta parte se desconoce o se omite deliberadamente?

    Quien la desconoce… ha leído poco y, desde luego, no ha entrado jamás en un archivo que conserve documentación de la época. Y quien la omite deliberadamente, simplemente manipula la historia. La explicación es breve, pero así de contundente.


    Gustavo Bueno decía que el Imperio español fue un imperio generador. ¿Fue así?

    Pienso que es acertado, si consideramos que en esa categoría entra, por ejemplo, el Imperio Romano. Posiblemente es la referencia más adecuada para entender —aunque con las diferencias marcadas por el paso de los siglos— lo que España hizo en América. Tenemos muy claro lo que supuso el proceso de “romanización” para los pueblos del Mediterráneo, y a nadie se le ocurre lamentar que los pueblos que habitaban el solar ibérico se integraran en la sociedad, cultura y sistema jurídico romanos. En cambio, hablar de “hispanización” de los territorios americanos… acaba resultando peligroso.


    ¿Cometieron errores los Borbones en el siglo XVIII para que se empezara a barajar la idea de la emancipación?

    El siglo XVIII es demasiado complejo como para buscar exclusivamente en él las causas del posterior devenir de la historia americana. Un cambio de dinastía, una guerra de sucesión y la pérdida de los territorios europeos son demasiadas realidades que cambian a España en poco tiempo.

    La administración centralista borbónica era muy diferente de la Habsburgo. Pero, además, el mundo estaba en proceso de cambio.

    La expulsión de los jesuitas, decretada por Carlos III “por razones que guardaba en su real pecho”, fue sin duda un error, del que todavía se indagan las auténticas razones. Las consecuencias en América de estad decisión fueron devastadoras. Miles de miembros de la Compañía tuvieron que salir de los virreinatos casi a escondidas para evitar protestas generalizadas. La aristocracia perdía a muchos de sus maestros y de sus familiares. La Corona se ganó en un día miles de enemigos entre la élite intelectual.

    La realidad europea tras la Revolución Francesa y el Imperio napoleónico son sucesos demasiado trascendentales como para no dejar consecuencias en América. La invasión francesa, y una España sin cabeza visible y legítima tras las abdicaciones de Bayona, posiblemente adelantaron un proceso independentista que fue terriblemente traumático y violento. La emancipación tenía que llegar, pero las circunstancias la precipitaron y produjeron una ruptura violenta, abriendo muchas heridas que iban a tardar décadas en cerrarse.


    ¿Cómo puede España combatir su Leyenda negra, tratar de conciliar posturas y buscar un hermanamiento con nuestros socios americanos?

    Los españoles deben leer, fiarse de los documentos, generar un pensamiento crítico que para muchos será liberador, pues les quitará el peso de una carga que han asumido sobre sus hombros: la de llevar a cuestas y de por vida todos los errores cometidos por nuestros antepasados, sin mirar más allá y sin darse cuenta de que a lo largo de la Historia de España son muchas las acciones que deben considerarse como aportes muy positivos en el conjunto de la Historia Universal.

    En el caso de América, basta con conocer las cifras de iniciativas llevadas a cabo por España, en las que se invirtieron muchos e importantes recursos: una gigantesca red de hospitales, escuelas, misiones, catedrales, universidades… configuran un paisaje cultural, educativo y social, que constituyen el legado de la presencia española en aquellos territorios durante los siglos virreinales.




    La forja del Nuevo Mundo: huellas de la iglesia en la América española. Libro de María Saavedra Inaraja, editorial Sekotia .


    ¿Nos recomendaría un par de libros? Nosotros también queremos aprovechar para recomendar su libro “La forja del Nuevo Mundo: huellas de la iglesia en la América española”.

    Estoy segura de que muchos de los seguidores de la plataforma Academia Play han leído ya Imperiofobia, de Mª Elvira Roca. Los que no lo han hecho aún, es una asignatura pendiente. Y para tener la visión de alguien “no nacional”, merece la pena leer a Joseph Pérez, La leyenda negra (Gadir, 2012). Es muy sano aprender nuestra propia historia narrada por voces extranjeras, que cuentan con la distancia emocional a veces necesaria.


    Muchas gracias por atender a nuestras preguntas. ¿Algún mensaje positivo que quiera dar a todos nuestros seguidores hispanohablantes para terminar esta entrevista?

    Gracias a vosotros por contar conmigo para tratar de un tema tan apasionante. Y como mensaje, animo a vuestros seguidores a participar y secundar los actos conmemorativos de los bicentenarios, y aprovechar estos aniversarios para conocer más a fondo nuestra historia común. El ejercicio de festejar juntos el nacimiento de las naciones americanas es enormemente liberador, y permite mirar con rigor el pasado y con esperanza el futuro.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://academiaplay.es/construyendo...aria-saavedra/

  7. #7
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    Los indios tenían un régimen laboral especial de siete horas diarias durante la época española. En Quito, en casi tres siglos de Monarquía Hispánica, hubo más de cincuenta disposiciones sociales de la Corona para precautelar su integridad física y moral en relación a sus trabajos, y casi medio millar, cuatrocientos noventa y siete en todas las Indias, para ser exacto.

    _________________________

    https://www.facebook.com/francisco.n...01784043405044

  8. #8
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    Hubo un genocidio en América?. ¿La Leyenda Negra es verdad?

    Publicado el 29 oct. 2018

    LAS GRANDES CAUSAS DE LA MUERTE PRECOLOMBINA: http://estonoescomida.com/wp-content/...

    Definición de genocidio: aniquilación o exterminio SISTEMÁTICO e INTENCIONAL de una población o grupo social por motivos raciales, políticos,... los españoles jamás tuvieron la intención de exterminar poblaciones porque entre otras cosas eso iba en contra de los propios intereses españoles: los españoles buscaban dominar poblaciones (hacerlas vasallas del reino de España y cristianizarlas), jamás buscaron exterminar poblaciones. Aunque se produjeron excesos, está más que demostrado que la mayoría de muertes durante y después de la conquista fue debido a enfermedades traídas, sin saberlo, del viejo mundo (y que de todas formas más tarde o temprano acabarían llegando a América) como lo demuestra que incluso hoy en día en pleno siglo XXI siguen muriendo indígenas en la Amazonia de un simple catarro por eso se los tiene que tener aislados (http://www.bbc.com/mundo/ultimas_noti...). La catástrofe demográfica que hubo en América fue muy parecida a la catástrofe demográfica que sufrió Europa en el siglo XIV cuando murió entre un tercio y la mitad de toda la población europea por culpa de la peste negra procedente de Asia que trajeron sin saberlo comerciantes venecianos. A pesar de la superioridad tecnológica española, era materialmente imposible una liquidación masiva de la población americana usando arcabuces, espadas y ballestas. Además la propia Corona española creó leyes para tratar de defender a los indígenas (Testamento de Isabel la Católica, Leyes de Burgos, Leyes Nuevas,…). Los abusos y el sometimiento siempre han existido en todas las conquistas e Imperios a lo largo de la Historia (también existía la esclavitud, los trabajos forzados y el sometimiento en las civilizaciones pre-colombinas -Imperio Inca, Imperio Azteca, mayas,...-, por no hablar de los sacrificios humanos, con canibalismo incluido en muchos casos).

    Puede leerse el libro ELEGÍA CRIOLLA: UNA REINTERPRETACIÓN DE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA HISPANOAMERICANAS aquí: https://es.scribd.com/document/209573...





    https://www.youtube.com/watch?v=qEPP0qP94_c

  9. #9
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    ¿De verdad los españoles fueron tan malos en la conquista de América? Los expertos responden

    Publicado el 31 oct. 2018

    ¿Saquearon el continente americano los españoles? ¿Masacraron a los indios? La leyenda negra de la conquista de América siempre ha estado presente. Nadie duda de que hubo abusos como sucede en todo proceso de conquista pero, ¿realmente fue como señalan algunos activistas? La autora de ‘Imperiofobia y leyenda negra’, Elvira Roca, el de ‘Hablamos la misma lengua’, Santiago Muñoz, y el de ‘1492: España contra sus fantasmas’, Pedro Insúa, ponen los puntos sobre las íes sobre la historia que algunos cuentan de la conquista de América.





    https://www.youtube.com/watch?v=U3UEi7ysizA

  10. #10
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    MITOS DE LA LEYENDA NEGRA: “LA ESCLAVITUD LA TRAJERON LOS ESPAÑOLES A AMÉRICA”

    11 junio, 2019



    Para los amantes de la leyenda negra antiespañola la esclavitud la llevaron a América los malditos españoles, sedientos de riquezas y con la avaricia brotándoles de los ojos. Para ellos fueron los españoles los que importaron tan desagradable e infame práctica. Pues bien, como en casi todos los mitos de la leyenda, no es cierto, es más, es absolutamente falso que la esclavitud fuera importada y establecida en el “paraíso” indígena preexistente.La esclavitud ya existía en la América prehispánica, era muy habitual y también tenía grandes variantes según la civilización o región. En las crónicas de los primeros descubridores y conquistadores se habla de este tema y se exponen cientos de ejemplos:– Colón nos cuenta en su diario que en las islas Antillas los indígenas caribe atacaban al resto de tribus y tras vencerlas se comían a los hombres, pues la carne de las mujeres y los niños no se les hacía tan sabrosa. A las mujeres las esclavizaban y las usaban como objeto de placer. A los niños los castraban, engordaban y cuando crecían se los comían sin ninguna contemplación.

    – El regalo de esclavos era algo muy común. Por ejemplo en el Darién,Vasco Núñez de Balboa recibió del señor de Comofre setenta esclavos como regalo. El cacique Pocorosa también le regaló, al pasar por sus tierras, otro grupo de esclavos.

    – En su viaje de México a Honduras, Hernán Cortés, se topó con un pueblo llamado Oculan o Acalan. Ahí, el conquistador, conoció a varios mercaderes muy ricos cuyo comercio era el de la esclavitud. Igualmente a Cortés los indígenes mayas de Tabasco le regalaron veinte esclavas entre las que figuraba la, más tarde, célebre Doña Marina(o Malinche).

    – En el reino de Anáhuac, e igualmente en Texcoco hubo leyes que regulaban la esclavitud. Los ladrones eran condenados a ella cuando robaban por primera vez. Si reincidían, sin más, se les condenaba a muerte.
    – En la mixteca a los deudores insolventes se les convertía en esclavos.

    – En Tlaxcala, en la muerte de los señores, se acostumbraba a arrojar a la hoguera a varios de sus esclavos, junto con el cadáver del fallecido. Igualmente se castigaba con la esclavitud al hombre libre que fecundaba a una esclava.

    – La inmolación de esclavos en las ceremonias religiosas y en los funerales de sus amos era un hecho frecuente.

    Y así podríamos seguir contando cientos de ejemplos de esclavitud generalizada en la América Prehispánica. Otra mentira de la leyenda negra que es rebatida y pisoteada.

    https://somatemps.me/2019/06/11/mito...les-a-america/


  11. #11
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    Re: La gran mentira de la esclavitud y el genocido español en América

    Conquistadores en Norteamérica

    Jean-Michel Sallmann: «Exterminar al pueblo indio en América no hubiera tenido sentido para los españoles»

    El profesor de Historia en la Universidad francesa de París X-Nanterre acaba de publicar en castellano el libro «Indios y conquistadores españoles en América del norte: hacia otro El Dorado» (Alianza Editorial, 2018), con el objeto de alumbrar de forma amena y minuciosa la odisea hispánica menos conocida al otro lado del charco


    César Cervera

    Actualizado:22/01/2019 19:53h






    El conquistador Hernando de Soto descubre el Misisipi en 1541, por W.H. Powell


    Los españoles llegaron al norte de América buscando lo mismo que en el sur, descubrir una nueva Tenochtitlán o un nuevo Cuzco. La historia de Juan Ponce de León, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Hernando de Soto, Francisco Vázquez de Coronado o Pánfilo de Narváez no tiene nada que envidiarle a la de Francisco de Pizarro en Perú o la de Hernán Cortés en México, salvo porque los resultados fueron menos espectaculares. Arriba no había grandes imperios que someter, sino una algarabía de tribus dispersas por un territorio enorme y hostil, pronto en disputa con franceses e ingleses.

    El profesor de Historia en la Universidad francesa de París X-Nanterre Jean-Michel Sallmann acaba de publicar en castellano el libro «Indios y conquistadores españoles en América del norte: hacia otro El Dorado» ( Alianza Editorial, 2018), con el objeto de alumbrar de forma amena y minuciosa la odisea hispánica menos conocida al otro lado del charco. Su obra e investigación, que cuenta con una excepcional traducción de Ramón García Fernández, cubren un gran vacío historiográfico. Si Sallmann puede, a pesar de no ocultar su admiración por la hazaña de esos españoles, sortear o no algunos de los tópicos de la Leyenda Negra resulta más difícil de determinar...


    ¿Por qué los conquistadores de América del Norte han atraído apenas atención en comparación al resto de aventureros?

    Depende desde qué lado lo mires. Del lado español, el resultado de estas expediciones es decepcionante. Por lo tanto, es preferible, desde el punto de vista de la historia nacional, enfatizar las conquistas que han tenido éxito en Centroamérica o en los Andes, en lugar de aquellas que han fracasado. Por otro lado, en el lado estadounidense, estas expediciones han sido analizadas con precisión, pero nuevamente, desde un punto de vista estrictamente nacional. Trataron de utilizar las crónicas que llegaron a nuestros días para encontrar a los jefes indios que desaparecieron entonces o que migraron del mapa de los actuales EE.UU. En ambos casos, el aspecto geopolítico ha sido ignorado a favor de la novela nacional.


    ¿Por qué el avance en el norte fue más complicado que en los territorios dominados, como México y Perú, por imperios bien armados?

    Los españoles, los castellanos, para ser más precisos, no eran muy numerosos. Los ejércitos que conquistaron México y Perú tuvieron números reducidos de efectivos, unos pocos cientos para el caso de Cortés, 150 a 200 para el de Pizarro. En este sentido, los imperios azteca e inca estaban centralizados y organizados en federaciones de jefes que aceptaban a regañadientes el poder del mando dominante. Bastó reunir a unos pocos jefes disidentes, como los tlaxcaltecas en México, por ejemplo, y tomar el centro político de estos imperios (Tenochtitlan, Cuzco) para que el resto colapsara. Al norte de México la situación era diferente. Los territorios son muy extensos, las poblaciones muy dispersas, ya sea en aldeas «oasis» a lo largo de los ríos, o en formas tribales y nómadas (los apaches, por ejemplo). Los medios utilizados para conquistarlos se revelaron con el tiempo insuficientes, especialmente porque los conquistadores no encontraron lo que habían ido a buscar: minas de metales preciosos, ciudades ricas para saquear como lo fueron Tenochtitlán o Cuzco...


    Usted dice en el libro que nada queda de la huella española en América del Norte al respecto del supuesto fracaso de los españoles en esta región. ¿Es posible que la historia contada por el mundo anglosajón (enemigo tradicional del mundo latino y católico) haya solapado parcialmente la memoria hispánica?

    Tal vez decir nada sea exagerado. Decir que no queda mucho sería algo más correcto. Sigue siendo una ciudad española la primera creada en el continente, San Agustín, así como algunos nombres de lugares como San Francisco o Albuquerque. Florida fue cedida en 1819 por el Tratado de Adams-Onis. México se independizó en 1821, y pronto cedió el 40% de su territorio a los Estados Unidos por el Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848). La frontera entre los dos estados se estableció en el Río Bravo (Grande para los estadounidenses). Aquello fue una hemorragia considerable para el mundo hispánico.

    Dicho esto, no hay que confundir a España con México. Sin negar su pasado español, México quiere ser un país mixto de españoles e indígenas. Aquella súbita pérdida de territorio sigue siendo un amargo recuerdo para la pobre México «tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos», por usar una expresión de Porfirio Díaz. Hoy son los mexicanos y los centroamericanos quienes están conquistando estos territorios perdidos, pero pacíficamente, gracias a la fertilidad de su población. Y con muro o no muro, Estados Unidos nunca detendrá esta presión demográfica.


    ¿Los ingleses y los franceses actuaron en su avance de manera diferente a los españoles con la población indígena?

    Sí, a los tres pueblos colonizadores les fue bien de una manera diferente. Los españoles llegaron a América en busca de una fortuna inmediata, ya sea saqueando ciudades ricas en metales preciosos o encontrando vetas de oro o plata. Los conquistadores también trataron de trabajar tierras (encomiendas) en las que vivir como aristócratas. Necesitaban la mano de obra india para cultivar estas encomiendas y explotar las vetas de metales preciosos. Como buenos católicos, cristianizaron a los indios gracias al conocimiento de las órdenes religiosas, mezclándose con las familias principescas indias y con los estratos más modestos de la población india al elegir allí a sus esposas. Probablemente no haya en el México actual un indio cuya sangre sea pura. En Perú, el historiador, poeta y filósofo Garcilaso de La Vega estaba orgulloso del título de Inca que se había atribuido a sí mismo, pero en realidad era mestizo, hijo de un conquistador y de una princesa inca.

    Ingleses y franceses procedieron de manera diferente. Los franceses fueron relativamente pocos en América del Norte, poco atraídos por Canadá y su clima hostil. Los que emigraron allí lo hicieron interesados, sobre todo, en el comercio de pieles, que era un negocio muy rentable. Muchos de ellos se convirtieron en «corredores», se casaron con indias y se «indianizaron». La debilidad demográfica por parte de estos colonos franceses los obligó a confiar su protección en los jefes indios aliados para resistir a los ingleses.

    Los ingleses se sintieron atraídos por América por razones religiosas y políticas. Los disidentes religiosos y los opositores políticos encontraron allí un refugio y abundantes tierras fértiles para explotar. Sin embargo, los indios les resultaron molestos. Después de haber probado a vivir, como los colonos franceses, del comercio de pieles, intentaron establecer en el continente una sociedad que se asemejara lo máximo posible a la que habían dejado en las Islas Británicas. Pronto, estos invasores se apoderaron de tierras indias empujando a las poblaciones nativas hacia el oeste. Cuando la migración comenzó a hacerse masiva por razones económicas en el siglo XVIII, y especialmente en el siglo XIX, no dudaron en usar la violencia contra esta población indígena. El ejército de los EE.UU. recibió órdenes de recluir a los indios en reservas, cuyos límites ni siquiera se respetan con el tiempo.


    ¿Consideras que los españoles, a tenor de la caída demográfica que se produjo entre los indígenas, fueron responsables de un genocidio en América?

    Para hablar de genocidio, lo primero es definirlo. El genocidio consiste en una política voluntaria de aniquilación de una población. No hubo genocidio de los pueblos indígenas por parte de los españoles por una simple razón: los españoles conquistaron territorios para enriquecerse y acceder a un estilo de vida aristocrático mediante la explotación de tierras y minas de oro y plata. No intentaron trabajar allí por su cuenta, sino hacer que la fuerza laboral local trabajase para ellos. La desaparición de casi el 90% de la población indígena en América Central se debió a epidemias causadas por enfermedades desconocidas allí y para las cuales los indios no eran inmunes. Es obvio que la caída de la población nativa perjudicó la rentabilidad de las encomiendas, como se puede comprobar a través de los textos que enviaron estos propietarios al Consejo de Indias en Sevilla. Los archivos nos muestran perfectamente que estos aristócratas fueron los primeros en lamentar la caída de la fuerza laboral india. No fue hasta la década de 1650 que se detuvo la sangría demográfica. Exterminar al pueblo indio no hubiera tenido sentido para los colonos.

    El ejemplo de Canadá es interesante en este punto. Cuando los franceses pisaron el continente en la década de 1530, las poblaciones costeras ya sufrieron el choque microbiano provocado por los pescadores de bacalao y los balleneros vascas, bretonas e inglesas que habían estuvieron pescando en la costa desde finales del siglo XV. Los indios murieron de viruela y enfermedades pulmonares sin haber conocido a ningún europeo.


    Después de la Guerra de Independencia estadounidense, las 13 colonias experimentaron un despegue demográfico y económico. Todo lo contrario sucedió en la otra América después de la partida de los españoles. ¿Por qué un territorio fue hacia abajo y otro hacia arriba?

    Las 13 colonias independientes se desarrollaron gracias a la inmigración masiva de todos los países europeos y al trabajo de los esclavos africanos. También heredaron las revoluciones comercial, industrial y agrícola que se estaban manifestando en todo el norte de Europa desde finales del siglo XVIII. Nueva York y Boston estaban conectadas con el resto del mundo gracias a su poderosa marina. La cultura industrial del algodón y el tabaco enriqueció a las colonias aristocráticas del sur, y la industria pesada temprana se desarrolló en las colonias del norte.
    Mientras tanto, nada de esto está sucediendo en España, que seguía viviendo en el siglo XVI. Su imperio estadounidense vivió ese mismo ritmo y no fue hasta finales del siglo XIX cuando México comenzó a resurgir de su letargo económico, gracias a la apertura de su economía al capital extranjero y luego a la explotación de sus fabulosos depósitos. De aceite en el siglo XX. México es hoy una de las primeras potencias económicas del mundo, a pesar de la guerra civil latente que la socava.


    ¿Qué opinas de la reciente controversia sobre la retirada de las estatuas españolas de Cristóbal Colón y Fray Junípero en los estados americanos con pasado hispano?

    El nacionalismo es y siempre será una estupidez que inflama los peores instintos del hombre.




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    Fuente:

    https://www.abc.es/historia/abci-jea...9_noticia.HTML

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