No fue tan particular, sus hermandas María Teresa, María de las Nieves y Cecilia estaban embarcadas en este proceso disolvente del carlismo y contribuyeron a enredar, embaucar y manipular a su augusto padre durante algunos años. Don Javier en una tesitura muy compleja en la que se mezclaban la unidad del carlismo (existieron también desviaciones doctrinales importantes entre algunos carlistas, siempre a raíz del CV II que hacían aún más embrollada la situación) y el amor filial pretendió corregir la situación de modo persuasivo y privado desde principios de los 70, después esas dos hijas y Carlos Hugo aprovechándose del deterioro de su salud física secuestraron directamente su voluntad, alejándolo del pueblo carlista, disolviendo el Consejo Real y lo más grave inventándose una supuesta abdicación. Don Sixto por prudencia no irrumpió en la escena hasta que la situación se hizo insostenible.
Don Javier jamás fue pusilánime, pero quizás pudo equivocarse en los tempos y en las formas.
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