Siniestras palabras:

«Si en la Edad Media nadie pensó en la Reconquista, y el término nació con unos contenidos totalmente ajenos a la medievalidad peninsular, tal vez convendría -por encima de las siempre loables revisiones críticas sobre su significado-, eliminarle definitivamente de nuestro léxico más técnico, manteniéndolo, en cualquier caso, como lo que siempre ha sido: un mito utilizado para explicar los diferentes presentes contemporáneos, sin utilidad alguna para analizar el pasado medieval. Es hora de que le confinemos al lugar que le corresponde: al rincón de los fósiles culturales, donde duermen los mitos gastados el sueño de sus mejores -o más inquietantes- recuerdos».


Si negamos los mitos, negamos las realidades:

1.- En Grecia se pasó del mito al logos, se consideró que era una superación de las propias fuentes originarias para dar paso a la la razón de la Filosofía. Pero toda Grecia, entera, sin sus mitos jamás hubiese existido. Y es que si no se respetan los mitos no se entienden las realidades, y si las realidades sólo se hacen desde el presente con mentalidad contemporánea, todo análisis no es más que papel mojado. De sobra sabemos que el Sistema Educativo español, en el que está incluidos los programas universitarios, es un Sistema Ideológico, por eso no funciona ni va a funcionar jamás.

2.- En el 753 A.U.C. (Ab Urbe Condita) es la fecha desde la cual los romanos empezaron a contar su historia, la que nace de los gemelos Rómulo y Remo, la del mito del arado y de cómo Rómulo mata a Remo por saltar sobre el surco sagrado de los límites de la ciudad. Los mismos gemelos descendientes de Eneas, el héroe troyano que se salvó del desastre y que con los siglos procuró la venganza de Troya contra Grecia. ¿Se entendería la historia de Roma sin sus mitos?

3.- ¿Qué sería de Inglaterra sin su Arturo? Se le achaca a Walter Scott la novelación romántica decimonónica de Artús, con su Ivanhoe, pero no fue él quien construyó el mito de Arturo. Lo hizo Geoffrey de Monmouth en su Historia regnum Britanniae (Historia de los reyes de Britania) en el Siglo XII y que transforma a Arturo en nada menos que en emperador y en rey de Jerusalén, o la misma Vita Merlini (Vida de Merlín), aproximadamente en 1148 d.C. ¿Imaginamos a los ingleses sin mitología? Pues todavía habiendo quien consideraba que la existente no era exactamente inglesa la creó completa a partir de los lenguajes medievales, y tal fue la intención que justificó toda la obra mitológica de Tolkien.

4.- Y podríamos decir lo propio de Irlanda con sus leyendas de Cuchulainn, Deirdre y Naisi, sobre sus héroes nacionales, por ejemplo, Finn Maccumhaill situado en el Siglo III d-.C. y que a nadie se le ocurre cuestionar. Así hasta días mucho más cercanos con La manzana de oro de Lady Gregory, El dragón de la misma o El amor sobrenatural de Yeats.

No hay nación antigua que no se haya construido sobre sus mitos. Pero de eso entienden otros, también catedráticos de universidad, o investigadores de muy diversas disciplinas científicas o simplemente personas instruidas que sienten interés por su propio pasado. El "lumbrerillas" éste condena a los mitos al baúl del polvo y el olvido, para dar paso a su ideología materialista contemporánea tan vacía de contenido como de formas:

"La nación es el reino de lo sagrado, de la memoria colectiva, del símbolo, del lenguaje común. Es el ámbito en el que se construyen los destinos históricos, las identificaciones con la tierra y la etnia, la diferenciación de los otros. Aquí dominan los espíritus de la tribu y las emociones colectivas. El poder es de los mitos."

"Memoria y nacionalismo" Ángela LÓPEZ (Prof. titular de Sociología de la Universidad de Zaragoza), en Los Nacionalismos, Seminario de Investigación para la Paz, Colección ACTAS nº 24 Centro PIGNATELLI, Gobierno de Aragón, Zaragoza 1994, pág., 21

Así pues, "Zapatero a tus zapatos", sr, Javier Peña, pues no es materia suya el conocimiento de los nacionalismos, sino supuestamente de la Edad Media, pese a que como le indica Pío MOA, tampoco llamaban así a su época los de entonces. Y es como dice el refrán, "cada mochuelo a su olivo", porque tampoco es materia suya el estudio de los mitos y sus profundos significados.