"Dignidad"
Revista FUERZA NUEVA, nº 596, 10-Jun-1978
DIGNIDAD
EN estos momentos la actitud de los españoles ante los gravísimos problemas de nuestra Patria, es una cuestión de dignidad.
Los militares quizá llamen honor a la dignidad. Es igual; nos está fallando el honor y la dignidad. Estamos viendo cómo se insulta a nuestra madre, España, y no reacciona nadie. Todos esperan la reacción contra la ofensa, el agravio, el asesinato, el insulto grave, y nadie se atreve a dar el primer paso. Se recuerda al alcalde de Móstoles, a Daoiz y Velarde, a los héroes del 18de julio… pero no reacciona nadie.
En el Parlamento se insulta gravísimamente a España, a la Corona, al Ejército. Tímidas respuestas, artículos en algunos periódicos con firmas valientes, pero falta la respuesta adecuada a los bastardos y a los traidores.
Cedimos el Sahara, tras una arenga vibrante, por una actitud antihistórica de nuestros políticos. Y no reaccionó nadie.
Nos amenaza la OUA, y vamos de rodillas a pedirles perdón, en vez de manifestar con firmeza la condición tricontinental de España: España es Europa, es África y es América. Por derecho propio. Con dignidad y con honor.
El peor mal de España, con ser muchas sus dolencias, es la falta de dignidad. Esa dignidad es la única razón de ser de un pueblo y la base de supervivencia.
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Mataron al presidente del Gobierno (D. Luis Carrero Blanco) y, pese a la negligencia culpable, no vimos el gesto del ministro del Interior de Italia con motivo del asesinato de Aldo Moro.
Los políticos son los que pierden dignidad más rápidamente, juran, rejuran, perjuran, abjuran. Es igual; todo les resbala por su dinosáurica epidermis.
Se roba, se asesina, se secuestra, se deja a los asesinos en libertad, se viola, se alcanzan altos niveles de inseguridad ciudadana. Y no pasa nada.
El pueblo aguanta desorientado, pero sólo ahí radica el último resquicio de dignidad salvadora. Por eso se le trata de confundir, de enloquecer. Hay que hacer perder el justo rumbo y el pulso firme a cualquier posible alcalde de Móstoles.
Se empeñan de darle a España una terapia inadecuada. Vestirla de payaso o de juglar. Y no le va. A España le va la grandeza o Numancia. Es la hora, no ya de los mediocres sino de los rufianes, de los tahúres, de los malandrines.
Se necesitan Quijotes, pero o no existen o están amordazados o no se les quiere comprender. La reacción vendrá por los Sanchos: «La primer noche que Sancho Panza se acueste sin cenar.» Al día siguiente surgirá la «dignidad» del estómago herido. Todavía los Sanchos viven, aunque protestando, y cenan en la estela económica que dejó Francisco Franco. (…)
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Somos un pueblo de laureados, pero no de constancia. Y ahora es un momento de tesón, de lucha en cada minuto y en todos los minutos. Hay que estar vigilantes y poner en juego fuerza, inteligencia y valor. ¡El enemigo está dentro! El tumor, en zona vital.
El veneno se va dando gota a gota, imperceptible, hasta alcanzar la dosis letal. No hay que olvidar que estamos ante una táctica insidiosa que paraliza la reacción.
O resurge la dignidad pronto o dejaremos de tener méritos para ser un pueblo libre. Y dignidad es defender la bandera, emblema de la Patria, y el sagrado nombre de España, así como su unidad e indisolubilidad.
Lo demás es traición.
Julio RODRÍGUEZ MARTÍNEZ
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
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