A continuación Giménez Caballero critica "La España Invertebrada" de Ortega y Gasset:
SEGUNDA PARTE
LOS HUEVOS DE LA URRACA (NOTAS A ORTEGA)
... La última saeta o el martirio de San Sebastián
No es un azar que el ex libris o paradigma del libro de D. José Ortega y Gasset, La España invertebrada (esto es: del último de los ''remedios sobre la enfermedad hispánica"), fuese un saetario disparando su último venablo hacia el infinito. (¿Hacia el infinito?)
No, hacia el infinito, no. Disparada en el mes de mayo de 1922 esa saeta -tras ocho años de perforaciones aéreas fué a clavarse, como en la leyenda cristiana de las flechas, sobre el cuerpo desnudo de San Sebastián.
La flecha del Sagitario orteguiano significaba la última deshacinacíón o desvertebración de España.
Tras el Pacto de 1898, tras la pérdida del último vestigio colonial (y los arbitrismos terapéuticos de aquella generación finisecular), Ortega simbolizaba la definitiva agonía: la quema del último cartucho, el retrotraer el problema de España a su deshacinación total, a su desvertebramiento, al disparo de lo último que quedaba a España: una sumaria unidad nacional.
Ortega es el índice espiritual que preludia el último 98 de España: el del Pacto o Martirio de San Sebastián; aquel Pacto en que -estío de 1930- España se desvertebra definitivamente, y, entre copa y copa de vino en un banquete, se acepta la desmembranza de Cataluña, se plantea lo "estatutario" de las regiones, la restricción del verbo unitario de España, la oxidación de la Espada, el arrinconamiento de la Cruz y el puntapié a la Corona. Aquel último 98, que sitúa de nuevo a España en los umbrales de una nueva Edad Media.
Deber por encima de devoción
Al hablar de este modo sobre lo que significa la España invertebrada de Ortega y Gasset, en la ruta terapéutica de los remedios españoles, no se crea que ello obedece a una pura ligereza juvenil o a un deseo, imperdonable, de dar a mi maestro cuchillada.
Con todo el dolor y todo el orgullo que ello trae consigo, he de atreverme a mirar hoy, cara a cara, ese libro que hasta ayer constituyó para mí como un devocionario de ideas, como una intangibilidad de puntos de vista, como una especie de dogma intelectual, por mí acatado y reverenciado humildemente.
Piénsese que quien esto asegura lo asegura en verdad. Pues la España invertebrada de Ortega fué el viario por donde deslicé mis energías espirituales de español hasta el presente. Sobre esa España de Ortega yo fundé las esperanzas de mi Gaceta Literaria: es decir, del aceptar una hermandad regional de lenguas, una libertad absoluta de conciencia, un mito a ultranza de la Cultura por la Cultura y del Arte por el Arte; una creencia central de que la salvación de España estaba en lo minoritario, sobre todo si esto de lo minoritario tenía un fundamento ''rubio'', ''vital'' y ''franco''. (Ahora analizaremos estas expresiones.)
Si ahora -al cabo de mi leal experiencia de español que vive dramática y abnegadamente, paso a paso, la historia de su país- me atrevo a declarar el derrumbe de ese libro por lo menos frente a mí mismo (el tiempo dirá si este derrumbe es también objetivo)-, ello obedece a que los imperativos que me obligan a tal acción son superiores a los de mi pasión, a los de mi respeto y afecto por Ortega y Gasset, autor de la España invertebrada. Ello obedece a que siento mi deber por encima de mi devoción. (...)
Un libro tímido
Yo calificaría el libro de Ortega y Gasset (La España invertebrada) como el "temor a las últimas consecuencias". Calificativo un tanto paradójico para el libro de un filósofo. Es decir, para el libro de un profesional de la consecuencia. Pero ello es cierto. Y si no lo tomase a mal Ortega y Gasset, yo me lanzaría a afirmar que su libro es un ''libro tímido''.
Históricamente, la España invertebrada de Ortega y Gasset se halla situada en esa atmósfera que el mismo Ortega denominó grave e irónicamente ''atmósfera de hospital''; esto es, en ese ámbito terapeuta que caracteriza todas las recetas arbitristas sobre la enferma España, todos esos pareceres, cuya síntesis he agrupado en la primera parte de este libro.
La España invertebrada es la legítima heredera de esa Biblioteca farmacológica y específica, cuyos grandes boticarios se dan, sobre todo en el siglo XIX y principios del XX. Y cuya nómina fundamental vale la pena de transcribir:
SIGLO XIX
1826. J. Sempere y Guarinos: Consideraciones sobre las causas de la grandeza y de la decadencia de la Monarquía española.
1840. A. Duverine: Cuadro histórico de los abusos y espíritu de reforma política en España.
1852-54. Cánovas del Castillo: Historia de la decadencia de España. (Y otra serie de obras del "restaurador" sobre el mismo tema.)
1861. E. T. Buckle: Historia de la civilización en España.
1869. Dr. Letamendi: Ensayo teórico-práctico sobre los medios de mejorar la situación económica de España.
1875. J. Ruiz León: Un arbitrio para gobernar a España.
1876. Juan Valera: Del influjo de la Inquisición y del fanatismo religioso en la decadencia de la literatura española.
1878. Manuel Pedregal: Estudios sobre el engrandecimiento y la decadencia de España.
1878. J. Sánchez de Toca: Cómo vino la decadencia de España.
1886. V. Almirall: España tal como es.
1887. F. Picatoste: Estudios sobre la grandeza y decadencia de España.
1888. Pompeyo Gener: Herejías.
1890. Lucas Mallada: Los males de la patria y la futura revolución española
1891. J. T. Salvany: España a fines del siglo XIX.
1892. Conde de Romanones: Biología de los partidos políticos.
1892. J. Puyol Alonso: La vida política en España.
1894. Juan Valero de Tornos: España en fin de siglo.
1897. Angel Ganivet: Idearium español.
1898. J. Elías de Molíns: España y su porvenir.
1898. Joaquín Pavón: Nuestra generación se impone.
1898. R. Salillas: Hampa.
1899. Damián Isern: Del desastre nacional y sus causas.
1899. Vital Fite: Las desdichas de la patria.
1899. R. Macías Picavea: El problema nacional. Hechos, causas, remedios
1899. R. María de Labra: El pesimismo de última hora.
1899. Ramiro de Maeztu: Hacia otra España.
1899. J. Rodríguez Martínez: Los desastres y la regeneración de España.
1899. E. Pardo Bazán: La España de ayer y la de hoy.
1899. Luis Morote: La moral de la derrota.
1900. C. Silió: Problemas del día.
SIGLO XX
1901-2. Joaquín Costa: Oligarquía y caciquismo. Y la mayoría de sus obras.
1901. G. de Azcárate: España tras la guerra.
1905. V. Gay: Constitución y vida del pueblo español.
1906. E. L. André: El histrionismo español.
1906. M. Santos Oliver: Entre dos Españas.
1908. R. Padilla: España actual.
1910. R. Sánchez Díaz: Europa y España.
1911. S. Valentí Camps: Vicisitudes y anhelos del pueblo español.
1912. Unamuno: Del sentimiento trágico de la vida.
1912. Juan Guixé: Problemas de España.
1914. J. Juderías: La leyenda negra y la verdad histórica.
1914. A. Bonilla: M. Menéndez y Pelayo.
1915. J. Senador Gómez: Castilla en escombros.
1915. J. Deleito: Sobre el aislamiento de España.
1916. M. de Unamuno: En torno al casticismo.
1917. R. Altamira: Psicología del pueblo español.
1919. P. Sáinz Rodríguez: Las polémicas sobre la cultura española.
1920. G. Maura y Gamazo: Algunos testimonios .... contra la falsa tesis de la decadencia nacional.
19.... Azorín y Pío Baroja: Obras (passim).
1922. José Ortega y Gasset: España invertebrada.
Esta lista no es más que la continuación de aquellas publicadas por Menéndez Pelayo en su Ciencia Española, tomo III, 4.ª edición, págs. 223-26.
Análisis
La España invertebrada es, pues, como el último cabo en la serie de arbitrismos que desde tres siglos se comienzan a producir en nuestro país buscando el "gran remedio'' a la disolvencia, a la muerte de la nación. Es la heredera e-de los ''Cinco Remedios''.
Cierto que tras 1922 se han producido otros ensayos meritorios en este sentido. Algo de terapéutica se encierra en la España del Cid, de D. Ramón Menéndez Pidal (1929). También habría que señalar algunos notables ensayos de E. d'Ors, de Américo Castro, de Ramón Pérez de Ayala, de ''Andrenio'', de Gregorio Marañón y de Luis Araquistain. Y, desde luego, la España de Salvador de Madariaga.
Pero ninguno de tales ensayos tiene una integridad superior a ese "ensayo de ensayo'' que es la España invertebrada, cuya primera edición apareciera en el mayo del 22 y la segunda ya en el octubre del mismo año, aumentada de unas cuarenta páginas y corregido su lenguaje en algunos lugares. Lo cual significa la avidez con que se leyó y la influencia que pudo ejercitar.
No conozco ningún análisis serio y concienzudo de este libro. Tal vez porque mereciera de ciertas gentes un absoluto desprecio, y, de otras, una acatación absoluta. Pero ni con reverencia absoluta ni con absoluto desdén se logra la comprensión de un libro como ese de Ortega que -quiérase o no- ha señalado una marca en la conciencia espiritual del ''concepto de España''.
Y si no se logra la comprensión, mal puede soñarse en una crítica y en una victoria sobre lo comprendido. Sólo partiendo de la inteligencia de un pensamiento se puede examinar lo que lleva dentro ese pensamiento. Y esa será mi actual tarea, tras haber convivido la ''atmósfera hospitalaria'' del pensamiento orteguiano...
(continúa)
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