Un nuevo poblado chabolista ha crecido desde hace un año a un kilómetro de la Cañada Real Galiana, en Vallecas. La primera señal de sus existencia son la media docena de críos desnudos que juegan en un camino muy transitado. Cientos de camiones de gran tonelaje pasan cada hora, sin apenas aminorar, a pocos metros de las chabolas. Ratas, ruinas y montañas de basura forman el paisaje cotidiano en el que subsisten alrededor de 40 familias gitanas de origen rumano.
El asentamiento está situado muy cerca de la vía de servicio de la carretera de Valencia a su paso por la M-50. Las infraviviendas se amontonan entre los restos de una antigua fábrica, al comienzo de la vieja calle de Francisco Álvarez. Esta vía, prácticamente en desuso desde la construcción de la M-50, constituye un atajo excelente para llegar a la incineradora y escombrera de Valdemingómez. Los conductores evitan, de este modo, los largos atascos que se forman en la ruta habitual de la autopista. Volquetes con escombros, camiones de basura y otros vehículos de grandes proporciones pasan a diario por este punto, poniendo en peligro la integridad de los más pequeños del campamento. En Febrero del 2005 ya hubo un atropello fatal en el que murió una niña.
El problema del asentamiento de la calle Francisco Álvarez no es nuevo. Hace año y medio, las policías nacional y municipal desmantelaron la anterior versión de este poblado. Hoy en día, la cuestión persiste con casi un centenar de nuevas chabolas. Según un portavoz de varias asociaciones de vecinos de Vallecas, "la culpa es del Ayuntamiento, que tras el anterior desalojo no tendría que haber permitido que se levantara la primera chabola". Además del peligro que supone el intenso tráfico, en los meses de verano aumenta enormemente el riesgo de incendios.
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