Y tánto que está aumentando la delincuencia. Este sábado pasado hablé con un amigo que vive en Teruel. Hasta no hace mucho, la ciudad, no digamos la provincia, era un sitio tranquilo y seguro. Ya no. Los robos en viviendas, acompañados de una violencia salvaje (no dudan en golpear bestialmente incluso a ancianos), son la triste realidad tanto en la capital como en muchos pueblos de la provincia (que además no cuentan con un un cuartel de la Guardia Civil en muchos quilómetros a la redonda). La respuesta del delegado del gobierno es que "no hay que ser alarmistas".
Un amigo de Zaragoza (nos habíamos reunido allí) comentó el aumento de atracos en establecimientos tanto del centro como de los barrios. Su propia hermana, que es dependienta, vio como un individuo le ponía un cuchillo en el cuello para robarle lo que había en la caja registradora. Menos mal que no le hizo nada (si es que el susto no es nada). La policía le aseguró después que no daban abasto (palabras textuales) y que una tienda con una mujer sola es blanco fácil (de nuevo palabras textuales). Ni la prensa ni las radios ni las televisiones informan de la mayoría de estos robos. Seguramente por eso de "no ser alarmistas".