Leídos los textos de Nigel Kerner, podemos comprobar que para explicar la creación del universo y, en consecuencia, la del hombre, recurre a un sincretismo particular que nada tiene que ver con la Doctrina de la Iglesia, incluso hasta la rechaza. Es pues uno de esos personajes que medran en los límites más imprecisos de la Teología y la Física, en esos terrenos donde una y otra se dan la mano o mezclan cuando la última es incapaz de dar más explicaciones o soluciones y hay que recurrir a la otra necesariamente. Pero una cuestión es este tipo de dialéctica y otra muy diferente elaborar hipótesis fantasiosas como la de los 20 millones de a.l. con tres dimensiones (prescindiendo de la cuarta o tiempo) y el resto hasta el infinito con dos nada más. Se lleva a cabo así una negación de millones de observaciones llevadas a cabo con los más rigurosos métodos de observación y mediciones con la instrumentación más avanzada de la historia, en todos los rangos de frecuencias existentes, y viene un tipo o dos, o tres, a negarlo, ¡de traca! Esto no es serio.