Epigramas del hispano-romano Marco Valerio Marcial
(IV)
31
Devoró el fuego la casa
del poetastro Teodoro.
¡Y lo han sufrido las Musas
y hasta el mismísimo Apolo!
¡Qué crimen! ¡Qué crueldad!
¡Qué hecho injusto y tan odioso
de los dioses! Se quemó
la casa, mas no Teodoro!
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32
¿Cómo siendo tan delgada
Ver, Flacco, a Täis pudiste?
Yo creo que si la viste
También puedes ver la nada.
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33
Dos jueces, cuatro tribunos,
siete agentes, diez poetas,
sobre unas bodas secretas
eran a un viejo importunos.
Y haciendo de ellos desprecio,
dio la hija a un pregonero.
Lo que pregunto, Severo,
es si anduvo el padre necio.
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34
ACERCA DE UNA HORMIGA ENCERRADA
EN UN TROZO DE ÁMBAR
En tanto que iba y venía
bajo un árbol de Faetón
una hormiga, gota de ámbar
al leve insecto envolvió;
y el que durante su vida
sólo de desdén sirvió
por su muerte convirtióse
en objeto de valor.
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35
Cuando Anio a cenar convida,
casi doscientas se cuentan
las mesas a que se sientan,
cada cual muy bien servida:
pero llega la comida,
y las carnes van pasando,
y los platos van volando.
De esto guste un poderoso;
que yo cena de reposo
quiero, y no la que va andando.
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36
Todo sin regla ni modo
compras, Cástor: a este paso
llegará por fin el caso
de venderlo también todo.
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37
A CÉSAR DOMICIANO
Si en humilde memorial
a pedirte algo llegare,
siendo mi súplica justa
atiéndeme favorable.
Mas, aunque nada me des,
déjame, César, rogarte:
que de inciensos y de ruegos
nunca se ofende el Tonante.
El que sagradas efigies
de piedras labra o metales,
no hace a la verdad los dioses:
quien les ruega es quien los hace.
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38
Viejo y rico tan de veras,
¿quién ha dado en regalarte?
El quiere, Gauro, heredarte
y te dice que te mueras.
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39
Confiesas lo que sospecho
en venir a pretender,
teniendo, Dentón, mujer
de tres hijos el derecho.
Deja al César de cansar,
deja pretensión y corte,
que puede ser más te importe
el volver a tu lugar.
Que si de casa te vas
y a tu familia no atiendes,
mientras tres hijos pretendes,
en casa cuatro hallarás.
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40
A una dama hermosa a fe
Aspro enamora, aunque ciego.
De aquí, pues se infiere luego
Que ama más de lo que ve.
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